Capítulo 13: Mustang del 76

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Comieron con Ino y con Ikuto un delicioso pollo a la naranja que el mismo Sasuke Uchiha preparó con ayuda de la rubia. Fue un día tranquilo y quizá sería cotidiano para la gente, pero era completamente diferente para Naruto. Él, que se había criado en un orfanato católico en pleno Japón, celebraban esas fiestas con el resto de los niños, pero no era lo mismo. Nunca había sentido el calor de una familia, de vivir las fiestas con sus padres, tíos o amigos cercanos, eran casi como unas fiestas obligadas donde se sentaban a la mesa los mismos niños con los que desayunaba, comía y cenaba todos los días. ¿Qué tenía de especial ese día? Para Naruto... no tenía nada especial, pero... sabía que para mucha gente era importante. Claro que él se había criado en un orfanato de doctrina cristiana*. En Japón, sólo un uno por cierto de la población era cristiana. Para Sasuke quizá, sólo el día veinticinco y año nuevo tendría algún significado y para nada religioso.

Le habían destrozado las fiestas, su propia familia, y era algo que él no llegaba a comprender. Siempre había visto películas navideñas, con gente reunida en familia, con regalos, sonrisas y disfrutando las fiestas. Él siempre quiso vivir algo así, pero se daba cuenta, al ver a Sasuke, de que quizá él no era el único que no disfrutaría de algo así.

Estaba absorto en sus pensamientos cuando sintió que tanto Ino como Sasuke se levantaban de la mesa. Recogían los platos y uno de ellos iba a fregar. Los dos intentaban no ceder ante el otro, queriendo cada uno fregar. Sasuke decía que era su casa, Ino que estaba cansada de ser sólo una invitada y quería hacer algo, ambos tenían algo de razón, pero fue Naruto el que finalizó aquella charla.

- Me gustaría llevar a Sasuke a un lugar – dijo ante la sorpresa de los dos.

- Friego yo – sonrió Ino como si hubiera ganado aquella discusión.

- ¿Quieres salir hoy? ¿En Navidad? – preguntó Sasuke con algo de confusión en su mirada.

Naruto metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó las llaves de su coche. Sabía cuánto le gustaba a Sasuke ese mustang pese a que ya era casi una antigualla. Movió las llaves entre sus dedos unos segundos, porque la verdad era... que él no había dejado que nadie condujera ese coche. Era lo único que tenía de su padre o eso le dijeron las monjas.

- Tú conduces – le lanzó las llaves y Sasuke las agarró al vuelo.

El silencio reinó de camino al coche. Su idea era realmente sencilla, sólo quería dar una vuelta en el coche, ir al edificio del gobierno metropolitano en pleno centro de la ciudad y subir a su mirador gratuito para ver las luces de la ciudad al anochecer. Evidentemente, Sasuke no tenía ni idea de su plan.

Subió al volante y por primera vez, Naruto se sintió nervioso al estar de copiloto. Él solía conducir y le gustaba saber que si ocurría algo, podía frenar o evitar el obstáculo de alguna forma. No sabía cómo conducía su compañero y eso le ponía un poco nervioso. No todas las personas tienen las mismas reacciones ni comportamientos.

- ¿Dónde vamos? – preguntó Sasuke tras arreglar el asiento y los retrovisores, justo cuando ya se abrochaba el cinturón.

- Hacia Tokio.

- ¿Me vas a hacer conducir por medio de la ciudad? – preguntó con un tono divertido.

- ¿Eso es malo?

- Creo que deberías saber... que no he conducido por dentro de la ciudad desde... creo que desde que me saqué el carné de conducir.

- ¿En serio? ¿Es que siempre te llevan a todos los sitios?

- Pues... sí – dijo con una sonrisa egocéntrica.

- Arranca. Te acuerdas al menos de hacer eso, ¿no?

Nunca lo imaginé (Naruto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora