Capítulo 3

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Mini-maratón 2/2


Caleb

Victoria había estado inquieta durante toda la tarde.

Había limpiado, había bajado a comprar comida —y había tenido que dejar un poco a la hora de pagar porque no traía suficiente dinero—, había hablado por teléfono con su casero y había estado leyendo en el sofá con el gato imbécil en el regazo. Le pasaba la mano por la cabeza y la espalda y el muy imbécil lo disfrutaba.

Caleb había descubierto que su casa era ridículamente vulnerable. Podía vigilarla desde la escalera de incendios, desde el marco de la ventana y desde dentro, incluso. Más de una vez se había quedado tras las puertas y ella ni siquiera se había dado cuenta.

Sin embargo, es vez prefirió no arriesgarse y se quedó en la escalera de incendios, fumando y sentado con la pared en la espalda y una de sus ventanas a cada lado. Todo el rato la escuchaba dando vueltas por la habitación y suspirando, frustrada. Podía oír el momento exacto en que se ponía un vestido y se lo quitaba. Incluso podía sentir cuándo se cambiaba de sujetador o bragas.

Y no miró en ningún momento.

Eso estaba empezando a ser una verdadera tortura.


Victoria

Un vestido negro era demasiado, ¿verdad?

Sí, era demasiado.

Se lo quitó otra vez, dejándolo caer en el montón donde tenía los demás. Agarró unos pantalones negros —los únicos que tenía— y tuvo que dar unos cuantos saltitos para que le entraran del todo. Después, siguió revisando el armario hasta que encontró su blusa de flores. Empezó a abrochársela.

Hacía mucho que no salía con sus amigas y estaba impaciente por hacerlo. Se ató las converse altas negras y dudó antes de decidir dejarse el pelo suelto.

Ya se había puesto un poco de maquillaje cuando llamaron a la puerta. Fue a abrir felizmente y tanto Margo como Daniela entraron. Margo iba vestida tan ajustada y guapa como siempre. Daniela era mucho más discreta e inocente. Victoria siempre estaba a medio camino entre las dos.

—Bueno —Margo la miró de arriba abajo—. ¿Estás lista?

—Dejadme acabar de pintarme los labios.

—Te esperamos aquí —dijo, dejándose caer en el sofá.

Daniela se había acercado a Bigotitos, que rumió de placer cuando le acarició la cabeza.

Victoria se metió en el cuarto de baño y terminó de maquillarse rápidamente. Después, fue a su habitación y metió lo indispensable en el bolso. Se acercó a la ventana para asegurarse de que estaba cerrada y... 

Un momento.

¿Había algo en la escalera de incendios?

Pegó la nariz al cristal y la revisó con los ojos, pero no vio nada. Al final, se rindió y volvió al salón con las chicas.


Caleb

Él volvió a respirar cuando pudo despegarse de la pared. Por un momento, había estado seguro de que Victoria lo había visto.

Sin embargo, escuchó el ruido de sus zapatillas contrastando con los tacones de sus dos amigas cuando se marchó con ellas. Bajó la escalera de incendios y vio que ellas se subían a un coche que condujo la pelirroja alta del vestido ajustado como un calcetín. Bajó de un salto los metros que le faltaban de escaleras y se apresuró a subir a su coche.


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