Capítulo 6

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Victoria

Sonrió ampliamente al cruzar la calle trotando y meterse en un callejón.


Caleb

Puso mala cara cuando tuvo que cruzar la calle y seguirla por un callejón mugriento.


Victoria

Ya se lo había hecho cinco veces ese día mientras iba hacia el trabajo. Estaba empezando a ser divertido.


Caleb

Ya se lo había hecho cinco veces ese día mientras iba hacia el trabajo. Estaba empezando a perder la paciencia.


Victoria

Era curioso, pero sabía perfectamente cuando la estaba viendo. Podía notar su mirada sobre ella. Por eso, cuando giraba por un callejón y dejaba de sentirlo, se apresuraba a llegar al siguiente extremo, riendo felizmente.

¿Por qué era tan divertido intentar que perdiera la paciencia?

Apenas había llegado al sexto callejón cuando giró hacia la derecha y, nada más hacerlo, lo vio ahí plantado en su camino con cara de enfado.

Victoria se detuvo de golpe. Casi se chocó contra él. Tuvo que levantar la cabeza para mirarlo.

—Hola, x-men —lo saludó con una sonrisa.

Él no sonrió. En absoluto.

—¿Se puede saber qué estás haciendo?

—Dar un rodeo, ¿no lo ves?

—Lo que veo es que llegarás tarde a trabajar.

—Solo tienes que espiarme, x-men, no controlarme.

—Yo no espío, solo observo.

—Pues tu trabajo es observar, no dar órdenes.

—Créeme, soy perfectamente capaz de hacer ambas cosas.

—Oh, no me digas.

—¿Quieres comprobarlo?

Victoria levantó un poco la barbilla y dio un paso hacia él.

—Me encantaría —le dijo en voz baja.

Él ni siquiera parpadeó. Estaba acostumbrada a que con eso, como mínimo, apartaran la mirada. Él no lo hizo. De hecho, casi le dio la sensación de que la miraba más irritado que antes.

Fue ella quien dejó de sonreír cuando él se inclinó hacia delante hasta el punto en que sus narices prácticamente se rozaban. Victoria sintió que su corazón daba un respingo.

Y lo peor era saber que él lo habría oído.

—Ve a trabajar, Victoria.

—Vic —corrigió, irritada.

Victoria, ve a trabajar de una vez y déjate de tonterías.

—Acompáñame, entonces.

—Es lo que hago.

—No. Tú me sigues. Eres tenebroso.

—Es lo mismo.

—¡No es lo mismo! Acompáñame como una persona normal. Y dime tu nombre. ¿O eso tampoco...?

—Caleb.

Ella dejó de hablar al instante, mirándolo.

—¿Eh?

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