Victoria
Pasó los dedos por los brazaletes de cuero de la silla de madera y tragó saliva con fuerza.
—Sigues pudiendo decir que no —insistió Caleb detrás de ella.
Y Victoria, como había hecho hasta ahora, siguió ignorándolo.
No es que lo ignorara porque no le importara, era más bien lo contrario. Le dolía hablar con él y que esa expresión fría la afectara tanto como lo hacía.
Estaban todos reunidos en ese sótano viejo. Victoria levantó la cabeza y miró a los demás. Margo y Daniela seguían aquí. Daniela estaba medio escondida detrás de Margo, y Margo solo fruncía el ceño.
—¿Soy la única que ve algo raro en todo esto de encerrar a Vic en un sótano? —preguntó con una mueca.
—Si quiere desarrollar su habilidad, no tiene muchas más alternativas —murmuró Iver, que estaba apoyado en la pared. Seguía teniendo cara de cansancio por haber usado su habilidad con Victoria por tanto tiempo.
—Sigo sin estar de acuerdo con esto —masculló Caleb de mala gana.
—Bueno, suerte que nadie te ha pedido la opinión —le dijo Victoria sin mirarlo.
Notó su mirada afilada en la cabeza, pero igualmente se esforzó en ignorarlo y miró a Brendan.
—¿Estás seguro de que esto es lo mejor?
—Bueno, no sé si es lo mejor —Brendan se encogió de hombros—, pero si tienes una habilidad desarrollada es cuestión de tiempo que explote y salga. Y yo diría que es mejor que aprendas a controlarla antes de hacerlo. Si no... bueno, nunca he visto algo así, pero seguramente que no sería muy agradable.
—¿Y la parte de transformarme? —preguntó ella, torciendo el gesto.
—Tú preocúpate de controlar tu habilidad —le dijo Bexley, sonriendo y poniéndole una mano en el hombro bueno—. Cuando consigas hacerlo, ya decidirás si quieres convertirte o no.
—¿Qué pasa si decido que no?
—Bueno... tu habilidad nunca será tan potente como las nuestras —ella lo pensó un momento—. Ni tampoco tendrás nuestra resistencia, ni nuestro aspecto.
Victoria respiró hondo y volvió a mirar a su alrededor. La primera vez que pisó ese sótano, no creyó que pudiera llegar a ser un lugar en el que permanecer.
Y ahora... estaba planteándose quedarse ahí durante un tiempo indefinido.
—¿No podría salir? —preguntó Victoria, dudando.
—No hasta que termines —murmuró Bexley con una mueca de comprensión—. Se trata de tenerte aislada para que solo puedas centrarte en esto.
—¿Y... visitas? —sugirió Daniela, que sostenía a Bigotitos en brazos.
El gato, por cierto, estaba roncando felizmente. El único ser vivo al que soportaba a ese nivel —a parte de Victoria— era Daniela.
Bueno... y el maldito de Caleb, también.
—Cada día bajará alguien a darle comida y bebida —les dijo Iver—. Y también para ayudar con la habilidad.
—Es decir —Margo enarcó una ceja—, que nosotras no podemos bajar.
—Vaya, qué buena capacidad deductiva —murmuró Brendan.
Margo lo asesinó con la mirada antes de mirar a Victoria.