Victoria
—Entonces —murmuró Bex—, hay que descubrir cuál es tu habilidad.
Estaban todos en la cocina. Brendan era el que se mantenía más al margen, mirándolos apoyado la puerta trasera con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Empezamos ya a torturarte? —Iver sonrió angelicalmente.
—Nada de tortura —masculló Caleb.
—¿Y cómo vamos a sacarle emociones fuertes sin provocárselas?
—Hay muchas formas de provocarlas —murmuró Brendan.
—¿Cómo cuáles? —preguntó Bex.
—Eso es lo que tenemos que descubrir.
—Deberíamos empezar por los ejercicios básicos —dijo Iver de pronto—. Es lo que hacía Sawyer cuando éramos pequeños, ¿no?
—Eso es verdad —murmuró Bex.
Caleb seguía manteniéndose a un lado, malhumorado, Brendan lo miraba con una sonrisita maliciosa.
Y Victoria estaba sentada en un taburete, preguntándose en qué momento había pasado de ser una inútil respecto a la defensa propia a poder dar miedo a alguien como Sawyer.
—Piensa en algo que te haya pasado que estuviera fuera de lo común —le dijo Bex—. Algo que tú pudieras hacer y los demás no.
—O algo que siempre se te haya dado bien —añadió Iver.
—¿Irritar a la gente cuenta?
Brendan sonrió mientras Bexley ponía los ojos en blanco.
—No, algo distinto.
—Pues... no se me ocurre nada.
—A lo mejor no tiene habilidades —sugirió Caleb.
—Eso te encantaría, ¿no? —Brendan le dedicó una ojeada—, así Sawyer se olvidaría de ella.
—Es imposible que no tenga habilidades —dijo Bex—. Todos las tenemos. Solo hay que encontrarlas.
Hubo unos instantes de silencio en los que todo el mundo pareció pensativo, pero entonces Iver suspiró y todos se giraron hacia él.
—Se me ocurre algo para que pueda sentir emociones fuertes sin que impliquen necesariamente dolor físico... pero no os va a gustar. Especialmente a ti, Caleb.
El rostro de Caleb se volvió sombrío al instante.
—¿El qué? —preguntó, casi sonando a amenaza.
—Podría... provocarle sentimientos extremos a partir de recuerdos dolorosos.
Victoria dio un respingo al instante, alarmada, pero los demás no parecieron muy sorprendidos con la sugerencia. Especialmente Caleb, cuya mirada se había vuelto más sombría.
—No —le dijo en voz baja.
—Bex tuvo que desarrollar su habilidad así. Sobrevivirá.
Bexley asintió con lo que pareció una mueca al recordarlo. Victoria seguía congelada en su lugar, viendo como los demás intentaban llegar a un acuerdo.
—Es demasiado —insistió Caleb.
—Tu cachorrito podrá soportarlo —le dijo Brendan, mirando a Victoria—. Es más dura de lo que tú te crees.
—¿Y me lo dices tú, que la conociste hace cinco minutos?
—Chicos —los cortó Bex, mirando a Victoria—, es ella quien decide.