6. La lindura es justicia.

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Luego de terminar de comer las dos brochetas reanudamos nuestro camino al próximo destino, una tienda de ropa.

Cuanto más nos alejábamos de las zonas ajetreadas y nos adentramos a las zonas tranquilas, las tiendas empezaron a hacerse más grandes y refinadas. Mis pies se detuvieron frente a una boutique bastante simple comparada con su entorno pero que escondía una sensación pretenciosa.

Probemos aquí.

Aiden y Ariane al principio pensaron en esperarme afuera pero después de dirigirle una mirada triste, ellos con renuencia volvieron a tomar cada uno un extremo de mi falda. Era una sensación parecida a ser una mamá pato.

El interior era de un tamaño moderado, con un mostrador de madera en donde se exhibían cintas decorativas, moños, corbatas, botones y alguna que otra alhaja protegidos por un cristal. Alrededor había algunos maniquíes de madera exponiendo la prendas en venta que para mi gusto, rozaba lo llamativo. Pero aún así el lugar estaba decorado en tonos beige dando una sensación armoniosa en contraste con los vibrantes colores de la ropa.

—Buenas tardes, señorita ¿Qué es lo que está buscando usted? Tenemos todo lo que puede necesitar, desde prendas sencillas hasta vestidos que ni la reina podría obtener— De una puerta salió una mujer con ojos en forma de medialuna que comenzó su monólogo apenas entre en su campo de visión. Alcé una ceja debajo de la capa, era bastante gracioso que esa reina estuviera aquí.

—No es para mi, es para ellos— di un paso al costado para mostrarle a los dos pequeños que se escondían detrás mío.

La sonrisa de la encargada cayó y dio una risa despectiva para agitar la mano como si alejara a unos perros callejeros— No comerciamos con ese tipo de gente.

La furia hizo que se me subiera la sangre a la cabeza y di un golpe con fuerza en el mostrador haciendo que la mujer diese un salto— Pedí ropa, no tu opinión.

Sorprendida por mi comportamiento, con molestia miró de arriba abajo a los niños para medirlos, ni siquiera se atrevió a acercarse a ellos. De abajo del mostrador sacó unas prendas simples que eran solo un poco mejor de las que los niños llevaban puestas.

La mire con odio pero decidí calmarme, los gemelos no deberían tener una imagen tan temperamental sobre mi persona.

En este punto debo disculparme, mi personalidad en realidad es bastante dócil si soy sincera. Es el carácter del anterior anfitrión quien influye en mi persona.

Oh pero créeme, aun así no soy alguien fácil de intimidar— ¿Ese tipo de ropa es la que se jacta la tienda de que hasta la reina envidiaría?

Insultada, lanzó un bufido y desvió la mirada pero no se movió. La actitud orgullosa de este tipo de persona no cambiaría incluso si le colocasen una daga en su garganta. Dispuse una moneda de oro en el mostrador, al verla abrió los ojos emocionada, se levantó y fue detrás de la puerta rápidamente, que perro tan lamentable.

—Esa señorita tiene razón— Aunque Ariane estaba murmurando su voz llego a mis oídos y me di vuelta para arrodillarme frente a ellos.

—Nunca dejes que alguien juzgue tu valor como persona simplemente por tu exterior.

Los dos me miraron sorprendidos, ese pensamiento era demasiado avanzado para este siglo, hasta aún en el tiempo del que vengo hay personas que juzgan por tales razones.

Había esperado que como Geppeto, actuara profesionalmente pero tal parece que mi estándar fue demasiado alto.

Aunque así eran las cosas aquí, estos niños no necesitan ese tipo de razonamiento o actitudes en su vida. Sin saber si realmente entendieron mis palabras soltaron un “Mmm”.

Antes de que pudiera asegurarme de que mis palabras fueran comprendidas la mujer volvió, con varias prendas distintas en ambas manos y las esparció delante del mostrador.

Solo mira ese cambio, que desvergonzada.

Agarre un par de prendas y dije con desdén—¿Cómo te da la cara para vender esto?—. Su rostro se desfiguro y repetí esa acción por un rato más. Cansada de intimidarla, elegí varias prendas que combinadas parecían un conjunto.

Para Aiden encontré una camisa blanca de buena calidad con botones de metal plateados y un moño azul además de un pantalón corto oscuro el cual añadí un cinturón de cuero negro. Mientras que para Ariane le elegí un diseño sencillo pero adorable, era un vestido con mangas de color blanco y detalles azules en el cuello estilo marinero, unos volados adornaban la falda y para que combine con su hermano le agregué un listón del mismo tono que él.

Satisfecha, seleccione otras prendas más y elegí un par de vestidos simples para mi. Disimuladamente le pedí a la señora que adjuntara ropa interior, por temor a herir su privacidad y que se avergonzaran lo dije en voz baja.

En total, todas las prendas acomodadas entraban en una caja de tamaño medio que no suponía un problema para llevar. Sin preguntar el precio deje 3 monedas de oro, al no oír una objeción con caja en mano nos retiramos del establecimiento.

Aunque pude haber ido a otro lugar, estaba comenzando a caer la tarde y además había servido como lección para a los gemelos entendieran que no debían dejarse intimidar.

Y que no dejaría que los intimidaran.

Nos fuimos a un rincón y cree una barrera de invisibilidad, al ser la segunda vez que la invocaba el cansancio mental fue menor. Allí, guarde la caja en mi almacenamiento no sin antes separar el conjunto que había elegido inicialmente entregándoselo al par antes de darme vuelta.

—Señorita Iris ¿Realmente está bien que usemos esto?— En la voz de Ariane se podía discernir la incomodidad con un deje de emoción, como si no supiera como sentirse.

—Si.

Finalicé para demostrar mi determinación, sin una excusa pero tampoco razón. Los dos se quedaron en silencio para que posteriormente fuera cambiado por el sonido de los movimientos al vestirse. Una sonrisa se asomó desde mis labios ante su obediencia cuando escuche dos resoplidos de insatisfacción sincronizados— ¿Necesitan ayuda?

Aiden y Ariane salieron al mismo tiempo, ambos sin saber como atar su moño y listón respectivamente. Di una pequeña risa y con rapidez anude las dos cintas, al terminar me aleje para contemplarlos.

Mi boca no pudo evitar dejar escapar una pequeña exclamación, los gemelos se veían adorables. Aunque las prendas le quedaran un poco grande por sus delgados cuerpos, muy pronto se verían perfectos.

Así estaban mejor, sus miradas apagadas se iluminaron con anticipación como si me preguntaran como lucían.

¡La lindura es justicia! En este momento, esa frase tomó sentido.

Como si hubieran sentido mi respuesta positiva, Aiden sonrió levemente y Ariane se cubrió la boca dejando entrever un poco sus labios curvados.

Ah~ que buen momento para estar vivo.

Feliz de ver por primera vez a los dos sonreír los alce en mis brazos con facilidad y ellos no se opusieron, aunque no quería admitirlo ¿Por qué parezco una traficante de niños?

¡Policía, déjeme explicarle!

—¡Se ven preciosos!— Dije casi gritando con alegría mientras caminaba por la calle con orgullo, los gemelos agachaban su mirada tímidamente pero sin negarse a la muestra cariño aferrándose con fuerza en mis brazos.

Reencarne como una emperatriz pero dedicare mi vida a los protagonistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora