25. Las apariencias engañan.

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Después de unos momentos de pensar, me agache hasta la altura de los gemelos sosteniendo sus hombros con suavidad— Necesito que me escuchen, para salir de la ciudad vamos a tener que separarnos.

Sus ojos se abrieron con pánico pero yo continúe hablando— va a ser solo por unos minutos ¿Esta bien?

Aun así, ambos negaron firmemente con sus cabezas. Intercambiando miradas, de repente me enfrente a unos lagrimosos ojos acompañados por unos adorables pucheros que hicieron tambalear mi resolución.

Tan astutos.

No obstante, me mantuve firme por su bien— Ustedes saben que si tuviera otra opción no lo haría pero no puedo desechar la posibilidad de que sepan que están conmigo.

Fije mi vista a los dos bollos que habían cambiado su estrategia cruzándose de brazos tercamente.

¿Este es el momento en que saco los dulces?

— ¿No hay otra forma? ¡Tiene que haberla, Iris!— exigió Ariane molesta siendo apoyada por su hermano.

En otros momentos sería feliz si actuaran así de mimados y no dudaría en cumplir sus peticiones, mas no puedo poner en juego su seguridad.

—Niños... —use un tono de voz severo y conmocionados por ello, se quedaron callados— no me voy a arriesgar a perderlos.

Dándose cuenta de su anterior rabieta bajaron la cabeza avergonzados y movieron sus pies nerviosos sin saber que hacer a continuación. Aquella acción hizo temblar mi corazón y los atraje a mi abrazo mientras acariciaba sus espaldas.

—Por favor... Háganlo por mi ¿Si?

—Esta bien, Iris... Por ti—contestaron con una voz apagada aferrándose con fuerza.

Les expliqué el plan paso a paso. Les repetí varias veces de que en caso que fuera atrapada, ellos deberían volver a la posada y usar las monedas del almacenamiento.

Al terminar, bajamos al primer piso siendo recibidos por una preocupada Marie, un lloroso Jean y un disconforme Sam.

—Iris... ¿Iris?— aunque quedo pasmado por mi apariencia unos segundos dudando de que si realmente era yo, la voz de Sam que de por si era gruesa ahora sonaba de todo menos alegre.

— ¡Hey, Sam!— salude con una risa nerviosa sintiéndome como una adolescente la cual había sido capturada a punto de escapar de su casa.

—¿¡Qué es esto de irte tan de repente!? ¿Alguien te esta molestando?— chillo Marie dejando salir sus preocupaciones

En este corto tiempo ella se había convertido en una amiga para mí.

Es por eso que no quería involucrarlos, así que solo negué con la cabeza— no es nada de eso... Solo tenemos que irnos.

Un profundo silencio se instalo entre nosotros y los gemelos agarraron mi mano para darme fuerzas. Luego de lo que pareció una eternidad Sam dejo salir un sonoro suspiró sobresaltándome.

—Parece que nada de lo que te digamos va a detenerte— dio una sonrisa ladeada con tristeza.

Di una afirmación y Sam se acerco para revolverme el cabello con fuerza entregándome una canasta llena de comida que había escondido detrás de él—al menos llévate esto.

Aparto su mirada con orgullo y yo di un paso adelante abrazándolo—... Gracias.

Oculte mi cargo de conciencia sabiendo que no era lo único que me llevaba.

De fondo Jean me regalo una sonrisa con un aspecto desilusionada y Marie en cambio, se lanzo llorando a abrazar a los gemelos.

—¡Si te vas, al menos deja a Aiden y Ariane!— me reí ante la declaración de Marie que frotaba sus rostros en los gemelos que, confundidos le dieron unas suaves palmadas en la espalda como respuesta.

Reencarne como una emperatriz pero dedicare mi vida a los protagonistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora