30. No te dejare solo.

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Manteniendo una distancia segura llegue hasta una zona donde los árboles aun se mantenían en pie. Escondiéndome detrás de uno, me deshice de la barrera de invisibilidad para no limitar mi movilidad en caso de que algo saliera mal.

Deslice mis dedos en el aire formando una curva y a los pocos segundos pude apreciar la sensación de un objeto en mi mano. Aunque parecía que solamente imitaba la postura de un arquero, en realidad estaba sosteniendo la cuerda de un arco invisible junto con una flecha.

Tomando una respiración profunda, deje fluir mi mana en donde debería estar la punta y solo me detuve en el momento que un liquido cristalino empezó a gotear de ella. La potencia del veneno fue suficiente para qué al contacto con el suelo lo disolviera.

Levante el arco a la altura de mi hombro y tense la cuerda con mi codo firme, ajustando mi posición concentre toda mi atención en el objetivo ignorando el ardor en mis dedos.

Contuve la respiración y solo la solté cuando la flecha salio disparada. Su velocidad fue tal que provoco un silbido al cortar el aire. El sonido le advirtió al oso sobre el ataque y preparándose para defenderse se giro en su dirección logrando que se clavara, a través de una pequeña manipulación de mi parte, en uno de sus ojos.

Unos lamentables rugidos escaparon de ambas cabezas, sus patas delanteras se apresuraron a rasgar su ojo hasta que la flecha se hizo visible al ser impregnada por su sangre.

Era algo lamentable que, aunque había logrado liberarse de ella en el menor tiempo posible el veneno ya estuviese viajando por su organismo.

Por instinto llego a la conclusión de que una simple flecha no provocaría tal dolor, ahogándose en la ira y negándose a morir sin ver al culpable bramó a los cielos con furia y rencor.

Su potencia fue la suficiente para que el piso temblara como si hubiera pasado un terremoto.

¿¡Es qué en que demonios pensaban los dioses de este mundo para crear un animal con semejante destreza? ¡Realmente les queda bien su nombre, un desastre natural!

De forma automática alce de nuevo el arco y con el corazón a punto de desbocarse de mi pecho lance la siguiente flecha pero, el temblor en mis manos me traicionó causando que esta cayera y alertara al oso sobre mi ubicación.

Estoy jodida.

Unos ojos inyectados de furia cayeron sobre mi figura y sin pensarlo corrió sobre sus cuatro patas con la intención de embestirme. Logrando reaccionar a tiempo, esquive el ataque dejando que derribará el árbol y simultáneamente creaba una capa de protección.

Tres, cuatro, cinco, seis y hasta siete barreras formaba mientras el oso escarlata que estaba al frente mio destruía dos de ellas con cada uno de sus enloquecidos golpes cuales aveces acompañaba por embravecidas mordidas.

Mis piernas flaquearon mas no aparte la vista… ¿Morir? Antes de eso te llevare conmigo.

Saque la espada de mi almacenamiento y la empape de veneno, durante ese tiempo desaparecieron varias de mis capas quedando las suficientes para solo un ataque. Al ser una criatura tan grande su mayor debilidad era que exponía constantemente su vientre y aprovechándome de ello incruste con fuerza la espada en su estómago.

A causa de su espeso pelaje, la espada a duras penas traspaso su piel. Lo que seguía era-

De repente el oso lanzo un alarido que resonó aun mas que el primero, alzando la vista me quede un momento aturdida ante los pedazos de barrera que caían ante mis ojos. El oso escarlata de doble cabeza ahora solo constaba de una.

Mientras él estaba distraído, el zorro aprovecho ese descuido para escabullirse a su espalda y clavar sus colmillos en su cuello.

La frase "nunca le des la espalda a tu enemigo" no podría haber quedado mejor.

Reencarne como una emperatriz pero dedicare mi vida a los protagonistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora