32. Hasta el último momento.

3.1K 544 91
                                    

De a poco fui recobrando la conciencia sintiendo una extraña sensación que se alojaba en mi pecho, como si algo lo estuviera presionando. Recordando los sucesos antes de caerme dormida, me reincorpore de forma abrupta causando que aquel pesado objeto recostado en mi vientre fuera lanzado lejos emitiendo un doloroso quejido.

—¿¡Quién eres!?

Probablemente por el repentino movimiento brusco una punzada de dolor atravesó mi cabeza logrando que retrocediera y masajeara mi sien maldiciendo por lo bajo.

—¿Iris? ¿Pasa algo, duele?— a mi costado un par de voces infantiles hablaron con preocupación en un murmuro, casi como si temieran aumentar mi incomodidad si subieran el tono.

¿Uh? ¿Niños?

Abriendo mis ojos por la sorpresa, tarde un tiempo en enfocar mi vista. Y aun mayor fue mi sorpresa al descubrir que no solamente estaba recostada en mi cama sino que en frente mio, aquel "bulto molesto" que había pateado antes se encontraba desparramado en el piso y no solamente eso, aquel bulto no era otro que el pequeño Yiyi.

Con una mirada ofendida por mi anterior reacción junto con unos debiles gruñidos parecido a un reproche, volteo su cabeza al costado a causa de la injusticia.

Sintiendo un pinchazo en mi conciencia al recordar como había sido miserablemente arrojado tan temprano en la mañana, me levante para acurrucarlo en mis brazos en un intento de consolarlo— Vamos no llores, pequeño Yiyi. Se bueno, fue mi error.

Los gemelos que fueron dejados al margen, en silencio se aferraron a mis brazos aumentando del numero de personas "ofendidas".

Alce al pequeño grupo de tres para volver a recostarme un rato mas. En esos momentos empecé a reconstruir los últimos fragmentos de mi memoria antes de caer dormida.

Habia logrado terminar de cavar la tumba de Sahara y usando la piedra intercomunicadora le había dejado un mensaje a Hao Feng ¿O no?

Al tiempo que lo pensaba invoque en mi mano derecha la piedra para poder verificarlo y evidentemente, era cierto. Moví mi atención al lugar donde enterré a Sahara llevándome la sorpresa de que el lugar donde la tierra deberia estar removida se hallaba pulcramente ordenada y decorada hasta el punto que en el lugar exacto donde estaba crecían unas delicadas flores blancas.

—No me digas que… —tapandome la boca para ahogar la sorpresa, la atmósfera se congelo junto con los tres individuos que guardaron silencio en espera a lo que diría a continuación— ¿¡Ayer apareció un fantasma!?

Los gemelos mostraron una expresión llena de confusión ante la repentina declaración en cambio Yiyi, enterró su rostro en las sábanas temblando cubriendo sus orejas con sus patas delanteras.

—Iris, los fantasmas no existen— Explico Aiden en un tono vacilante— Lo que existen son los ángeles, los demonios, los monstruos y hasta las hadas pero los fantasmas no.

Ahora habia sido el turno de Ariane de sobresaltarse ante la mención de la palabra "demonios". Imitando la misma posición que el pequeño zorro, casi pude ver detras de ella un gran globo de pensamiento que mostraba a un tenebroso diablillos enseñando sus colmillos mientras reía.

—Tienes razón, Aiden. Eres muy inteligente, me alegra tenerte aquí—lo alabe acariciando su cabello, en un intento de dar por finalizado el tema pero en mi mente seguia buscando una respuesta.

Por casualidad baje la mirada analizando mi apariencia actual aseada e impecable contraría a la sucia y harapienta que deberia tener. Hasta mi piel reseca se habia vuelto mas suave.

Dando un sonoro trago susurré—… en este bosque suceden cosas muy extrañas y aterradoras.

Ariane intercalando su vista entre mi ropa y mi expresión intento adivinar la situación, volviéndose emocionada ante su propia imaginación— No se que sucedió pero tal vez una hada te jugo una broma, al ser tan bonita pudo haberte confundido con una princesa ¡Oh, espera! Tu eres una reina asi que no estaba del todo equivocada por lo que…

Reencarne como una emperatriz pero dedicare mi vida a los protagonistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora