39. Mamá va en camino.

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Cuanto mayor era nuestro recorrido, menor era el número de monstruos con los que nos enfrentábamos.

Aunque este hecho no era en absoluto inusual, siendo registrado muy a menudo, tuve la vaga sensación de que la situación no era tan sencilla como aparentaba.

No obstante, gracias al riguroso entrenamiento que experimentaron los gemelos bajo las enseñanzas de los golems no solo habían logrado agudizar sus instintos, sino que habían mejorado en gran escala sus habilidades.

Actualmente, para ellos dos, desarmar las trampas en el camino no era más que un juego para niños.

Es por eso que el ambiente que nos rodeaba podía considerarse cómodo y agradable en comparación a la travesía de cualquier otro aventurero.

Tanto era así que lo único que podía interrumpir nuestras alegres charlas fue la gran entrada que repentinamente bloqueo nuestro camino.

En silencio nos dedicamos a apreciar aquella estructura colosal que se alzaba ante nuestros ojos.

Era una enorme puerta.

Si bien, era obvio de lo que significaba su aparición, no pude contenerme de confirmarlo en mi libro “Guía básica del aventurero novato: Diviértete sin morir en el intento”.

Después de todo, había pagado unas cuantas monedas por él.

Bien, veamos... Cuarto en medio del camino. Jefe final. Precauciones. No dar tres golpes a la puerta y preguntar si hay alguien adentro.

… Mmm si, todo en orden.

Cerré el libro en mi mano con determinación y con la otra señalé a las tres figuras a mi costado— ¡Y ustedes! Van a dar cinco pasitos para atrás. Voy a revisar, sea lo que sea que se oculte allí.

Pero antes de que pudieran refutarme, declaré — y sin peros.

Los labios que estaban a punto de abrirse se aplastaron en una línea recta, inclinándose hacia abajo con descontento. Dieron exactamente cinco pasos hacia atrás y ambos niños se cruzaron de brazos.

Insatisfechos con mi decisión, dos pares de ojos cian me miraban con reproche oculto.

Incluso Yiyi, que era el más obediente de los tres, no podía ocultar del todo su humor sentado mientras su cola golpeteaba constantemente el suelo en un vaivén inquieto. 

Puesto que había sido incapaz de utilizar mis poderes y sin la protección de los golems cada vez que estuviera un poco lejos de ellos comenzarían a sentirse inseguros.

Sonreí de lado, al menos aún desde su preocupación escucharían mis palabras.

Era un avance teniendo en cuenta su terquedad.

Regresando mi vista a la majestuosa puerta me tomé unos minutos para estudiarla.

Desde aquí abajo, su solemne apariencia vaciló, dándole a uno el sentimiento de haber sido olvidada por el tiempo.

Hecha a partir de una especie de madera rígida y resistente, sorpresivamente se sentía fría al tacto similar a las piedras dentro del Dungeon. Un musgo verdoso trepaba desde sus esquinas, creciendo y expandiéndose, como si tuviera vida propia, con el único propósito de engullir de a poco aquella estructura.

Lo único que quedaba de su esplendor pasado eran dos grandes manijas desgastadas con forma de anillo dispuesta en el centro de la misma.

Al darle un último vistazo a ese misterioso gigante, opté por abrirla de la forma más pacífica que pude pensar.

Le di una fuerte patada.

… La puerta había sido más robusta de lo que aparentaba.

Agraviada, observé la pequeña abertura que había creado y sin recibir ninguna respuesta desde el interior, asome con cierta cautela mi cuerpo a la entrada.

Reencarne como una emperatriz pero dedicare mi vida a los protagonistas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora