—¿Dónde estabas? Creí que algo malo había pasado —miré a la rubia que me hablaba, se encontraba arreglando su cabello muy presurosa.
—Fui a una compra junto a Sherlyn —me senté a un lado, ella me regaló una ligera sonrisa.
—Siento mucho no haber ayudado con Dorothea —su mirada se apagó un poco—. Pero concuerdo mucho con ella, no puedes estar aquí Marion, realmente te aprecio demasiado y no quiero ver que destruyas tu futuro. Sé que puedes y vas a salir adelante, yo sé que encontrarás una manera.
—Sí, creo también en eso —respondí.
Ella no dijo nada más, terminó de arreglarse y salió a dar su show. No solía hacerlo, pero también salí, me acerqué a la barra y estuve observando el ambiente. No tardaría mucho en irme a descansar para volver temprano a limpiar todo lo que esa noche dejaría. Recordé las palabras de Marie, realmente creía que encontraría una salida, estaba segura de ello.
—Marion... ¿Estás aquí? —miré al frente y un Julian divertido me miraba sonriente.
—Lo siento, yo... —intenté excusarme, pero él lo impidió.
—No te preocupes —su sonrisa no desapareció—. Creí que ya estarías en tu casa, descansando.
—Oh, sí. Estoy a punto de irme, solo estaba viendo, el show de Marie es realmente increíble —miré fugazmente el escenario, varias bailarinas ya estaban en él. Marie seguiría después de ellas.
—¿Trabajarás en otro lugar? —su pregunta me tomó por sorpresa, lo miré un poco confundida.
—Sí —contesté algo insegura—. Necesito buscar otro trabajo para poder mantener a mi familia.
—Lo sé, Marion, lo sé perfectamente —una sonrisa amable apareció en su rostro—. Pero quiero que recuerdes algo, no puedes meterte a cualquier trabajo. Debes ver bien a lo que piensas dedicarte, y también ver a quién le ofrecerás ese trabajo.
—¿Por qué parece que sabes algo, Julian? —lo miré fijamente, él solo sonrió.
—No me voy a meter en tus decisiones, pero recuerda lo que te digo. Yo sé muy bien lo que te estoy mencionando, no te lo tomes tan a la ligera —no pudo decir nada más, ya que un cliente necesitaba ser atendido.
No sabía si era por casualidad, o realmente Julian sabía algo, quería creer que era simplemente casualidad, porque si Julian sabía algo de mi reunión con Charlie, el dueño de aquel centro nocturno al que entré, me lo diría directamente. Lo miré por última vez antes de irme, estaba atento en su trabajo, pero en un momento me miró y me regaló una sonrisa. Salí de Abaddon despidiéndome por último de Dorothea, en algunas horas más regresaría y quizá encuentre algunas respuestas a las preguntas que tenía.
[ . . . ]
Cuando regresaba a Abaddon sucedían dos cosas siempre, la magia había acabado y nuestras vidas volvían a ser normales, al menos para sus bailarinas. Era muy raro que alguna de ellas hiciera algo más que bailar, no era tan necesario por la paga que tenían simplemente por su baile, era muy rara vez que alguna de ellas llegara a más, solo si realmente necesitaban una fuerte cantidad de dinero y en un lapso de tiempo corto, pero gracias al prestigio del lugar, su paga era buena y todas ellas trataban de que el dinero que obtenían fuera muy bien administrado.
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Abaddon, el lugar de perdición
ChickLitTodo el sexo masculino que habita en Los Ángeles, California, ha escuchado de Abaddon, y más aún de aquella bailarina exótica que lleva a cualquier hombre a la perdición, mejor conocida como la Diosa Hestia. Una mujer de piel morena y cabellera negr...