Cinq

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En ayuda para que puedan sobrellevar esta cuarentena. Cuídense mucho, los amo.


Ha pasado un mes desde la muerte del papá de Inuyasha y Sesshomaru. En aquella semana, los hermanos no se presentaron a la escuela, ni dieron señal de que estuviera bien, haciendo que Kikyo y yo estuvieras al borde de la locura.

Un viernes, todos decidimos ir a la casa de los Taisho, para darles a entender que estábamos de su lado y podían contar con nosotros. En ese momento pensé que era lo mejor.

-Ha sido una semana dura. —Kikyo tomo mi brazo y tragó saliva.

-Esos idiotas. —Dijo Miroku. También agarro mi brazo y sonrió dulcemente.

Los dos parecían niños pequeños, mientras que Sango solo caminaba a nuestro lado en silencio, aunque sabía que ella también estaba impaciente por ver a nuestro amigo.

Tranquilice a los dos y con un paso decisivo, toque el timbre de la enorme casa y esperé. A los pocos segundos, la madre de mis amigos abrió y nos dedicó una dulce sonrisa.

-Hola, chicos. —Nos dejó pasar y cerró la puerta a nuestras espaldas. —Inuyasha se encuentra en su habitación arreglando sus cosas.

Kikyo se alteró, de seguro pensaba que Inuyasha se iría a aprender cómo manejar el negocio de su padre y ya no le vería—era fan del drama—y no pudo evitar llorar. Izayoi se dio cuenta de inmediato, trato de calmarla y explicarle que habían llegado de un viaje, el cual era para visitar a los familiares lejanos.

Miroku le agradeció y nos indicó que subiéramos antes de que a nuestra amiga le diera un ataque. Empezamos reír y subimos corriendo, con nuestra alegría que caracterizaba a los adolescentes de 15 años.

-¡Esperen!—Sango nos detuvo a centímetros de la puerta de Inuyasha. Nos miró con cuidado y después volvió a hablar. —Inuyasha debe estar triste, así que ¿ideas?

Kikyo alzo la mano como si estuviéramos en clase. Se aclaró la garganta y sonrió.

-Tal vez un beso mío, lo animara.

Todos pusimos una mueca de asco y la ignoramos. Nuestra amiga nos gritó que éramos los peores y se cruzó de brazos.

-Ignorando a la princesa, ¿alguien más?

Ahora Miroku fue el primero en levantar su mano.

-Tal vez hacerle una broma será lo mejor.

Las tres desechamos la idea de inmediato.

-Eres un pendejo, obvio que no está de humor para tus estúpidas bromas. —Sango negó con la cabeza.

Miroku apuntó su pecho y nos miró ofendido. —Justo en el Cora.

-No tienes. Ya cállate.

Luego Sango sonrió victoriosa y nos miró.

-Tal vez la comida es la solución.

-¡Para ti la comida es la solución a todo!—Miroku le dijo apuntando su estómago. —Cerdis..

Los dos se miraron enojados y empezaron a pelear como gatos .Kikyo y yo los ignoramos y seguimos discutiendo sobre cómo alegrar a Inuyasha.

-Tal vez. —Hablé y mire a la puerta de nuestro mejor amigo. —Solo necesita un abrazo, ¿no creen?

Todos estuvieron de acuerdo y con cuidado abrimos la puerta. Adentró se encontraba Inuyasha acostado con sus audífonos puestos, tenía los ojos cerrados y lágrimas secas en su rostro. Cada uno de nosotros sentimos una inmensa tristeza verlo en ese estado.

Lejos Estamos Mejor. (SessKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora