Vingt

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¡Perdón por no publicar! Me quede embobada con ufic y ando medio triste estos días :C Pero espero ya actualizar más seguido.

(.....)

Sesshomaru aparto sus labios de los míos. Inuyasha, Miroku, Sango y Kikyo se quedaron con la boca abierta y tal vez con dolor de cabeza, lo cual no los culpaba.

-¿Alguien puede explicarme que acaba de pasar?—Miroku levantó la mano. Se notaba lo confuso que se encontraba.

-No. —Sesshomaru sonrió.

Baje la mirada, forme mis manos en puños y espere hasta contar a diez. Ese hijo de su madre, siempre actuaba sin importarle mis sentimientos y mi vida era un caos por su culpa. Incluso cuando le deje claro que deje mi amor atrás.

-Me voy. —Mire a Inuyasha, quien entendió y detuvo a Sesshomaru antes de que pudiera decir algo. Le agradecí y camine hacía el auto de Miroku, no me importaba esperar toda la noche.

Subí al automóvil, que estaba estacionado en la esquina de la casa, un lugar perfecto para gritar sin ser escuchada. Me senté en el asiento de copiloto, cubrí mi rostro con mi bolsa de mano y grite. Sentía como mis lágrimas resbalaban por mis mejillas y mi pecho dolía. Ese era el efecto de Sesshomaru en mí. Mi mente terminaba mal y mi corazón añicos.

Deje mi bolsa en mis piernas, recosté mi cabeza en la parte superior del asiento, cerré los ojos y lloré en silencio. Estos años me he dicho que el peli plateado era un idiota, que debía olvidarlo pero en un instante me deje besar y mis piernas me temblaron con un simple roce de su mano.

Soy una idiota. Una chica de veinte años que no puede superar a su primer amor.

La puerta del conductor se abrió, dejándome ver a unos preocupados Miroku e Inuyasha. Atrás de ellos, estaban mis dos amigas, quienes se podían notar los rasguños que se ganaron en nuestra pelea "callejera".

-¿Te encuentras bien?—Me preguntó Kikyo. Se notaba lo arrepentida que se encontraba. —Podemos golpearlo.

-O demandarlo por acoso sexual. —Sugirió Sango.

-Mejor, podemos encerrarlo por un mes en su sótano. —Miroku sonrió.

-No tenemos sótano. —Le recordó Inuyasha al castaño.

-Cierto.

Me limpié mis lágrimas. Amaba demasiado a mis amigos, para perder mi tiempo en cosas sin importancia.

Los regañe por sus malas ideas, haciendo que ellos rieran como solíamos hacerlo en nuestra etapa de secundaria. Pude sentir la tranquilidad en nosotros, pero también recordé que crecimos y no volveríamos a esos tiempos.

-Bueno, Kagome necesita descansar. —Miroku aparto a los otros tres. —Inuyasha, sube de una vez y vámonos antes de arrepentirme de no conseguir otro número.

Inuyasha no discutió y subió a la parte de atrás. Kikyo se despidió, mientras que Sango le hacía señas obscenas a Miroku, aunque ese era la forma en que se comunicaban. El mujeriego prendió el auto y nos alejamos de ellas.

-Quiero dormir para siempre. —Les dije.

-Ya somos dos. —Inuyasha se recostó en el espacio de atrás.

-No sean nenas y afronten sus problemas.

-Lo dice el hombre que borra los números de todas las chicas con quien ya salió. —Me cruce de brazos molesta. —Eres un maldito, ellas siempre se ilusionan.

-Es su culpa, no la mía.

-Puto. —Dijimos en unísono Inuyasha y yo.

Levante mi pulgar en forma de aprobación. El castaño no se quejó y solo sonrió, sin apartar su mirada del camino.

Lejos Estamos Mejor. (SessKag)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora