Capítulo 8

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Narra James

—¡Hoy sí! —Aprieto el puño.

—¿De qué estás hablando? —Levanta una ceja.

—Hoy será el día en el que me le declare a Gill. —Digo decidido.

—¿En serio? —Len se sorprende y queda boquiabierto.

—Sí. —Asiento con la cabeza.

—Mucha suerte, campeón. ¿Pero cómo piensas hacerlo?

—Pues...aún no lo he pensado pero algo se me ocurrirá. Hasta ahora sólo la voy a invitar a salir como otras veces y luego se lo diré.

—Y, ¿Ya solucionaste el tema con Estella?

—¿Cuál tema?

—¿No sabías que a Estella le gustas?

Quedo atónito por lo que acaba de decir Len. —Es una broma, ¿Cierto?


—Ya quisiéramos.

—¿Cómo lo...?

—Ella misma me lo confesó hace unos días.

De pronto suena mi teléfono, al revisarlo veo que me llama Estella, por lo que me sorprendo.

(¿Qué querrá?).

Respondo.

—Dime Estella, ¿Qué pasa?

—Oye, ¿Tienes libre más tarde? Para salir a caminar por ahí y hablar un rato de cualquier cosa, tú sabes.

(Primero que nada. Se supone que iba a salir con Gill aunque me faltaba invitarla a salir para declararme; y ahora viene Estella a invitarme a salir).

—Bueno, más tarde no tengo nada qué hacer así que está bien, ¿Dónde nos vemos?

—¿Qué te parece si te voy a buscar en la cafetería cuando pueda?

—E-está bien, como gustes.

Cuelga la llamada. Len voltea a verme y me pregunta quién llamó, a lo que le respondo que fue Estella y que quería salir conmigo y acepté. Él se echó a reír mientras seguía atendiendo a los clientes, estos lo miraban raro, inclusive yo.

Luego de unas horas de trabajo, la cafetería empezó a vaciarse como es de costumbre; Len se metió a la cocina a lavar los trastes y yo mientras tanto limpiaba el piso. Minutos más tarde empecé a revisar la hora constantemente porque no sabía a qué hora iba a llegar Estella y me empezaba a preocupar por ella. (Tal vez algo le haya pasado y me cancele la salida).

Cuando terminé, guardé las cosas dentro de la cocina en la esquina de siempre.

—Creo que debemos comprar nuevas cosas. Como un casillero grande para guardar todo esto, ya me está empezando a estorbar. —Me quejo.

Hasta que la muerte nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora