Capítulo 13

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Narra el Narrador

Luego de unas semanas del paseo al zoológico con nuestros protagonistas y Len. Gill decide hacer una fiesta en donde su novio podría conocer a sus amigos y amigas. Aunque no le pareció buena idea, aceptó ir de todos modos.

Narra Gill

(Llamaré a Estella para saber si irá, aunque yo sé que sí. Faltaría ella y el resto porque no he hecho nada, quiero hacerlo con Estella).

Llamo a su celular pero no me contesta.

(Qué raro, ella nunca apaga su celular).

Vuelvo a llamar, pero tampoco responde.

(Tal vez se le acabo la batería y no encuentra su cargador la tarada. No me queda de otra que ir Personalmente a su casa a platicarle del tema).

Bajo las escaleras. Encuentro a mi padre sentado en el sofá viendo el partido de fútbol.

—Oye papá, ya vuelvo ¿Sí? Iré a la casa de Estella.

—Ok, ve con cuidado. —Dice sin quitar la vista de su periódico.

Por el camino me voy imaginando cómo sería aquella futura fiesta. Todos mis amigos, mi enamorado, música buena, bebidas, bocadillos, etc. Fantaseaba con aquella noche, sabía que la pasaría súper al lado de la gente que quiero; creó que también invitaría a Rita a ver si se anima.

Llego a la casa de Estella súper emocionada y todo la puerta de la misma manera. Espero unos minutos y nadie abre. Vuelvo a intentar y espero otros minutos más.

(Creo que no hay nadie, ¿Qué tal si se fue de viaje con sus padres? No...me lo hubiera dicho, hasta creo que me hubiera invitado; sus padres estarían encantados por llevarme. En la secundaria ya tuvimos unos viajes en los que me fui con su familia. Sí, hasta ese extremo de confianza llegué con Estella).

Me estaba desanimando y perdiendo la esperanza de tener una linda fiesta con mi mejor amiga, aunque sin ella igual iba a llevar a cabo el evento pero no sería lo mismo.

Doy media vuelta y camino un poco hasta que oigo detrás de mí el sonido de la puerta abriéndose. Me giro y ahí estaba la madre de Estella.

Corro en su dirección pero su cara no es la misma que tiene siempre que me ve. Decido no prestarle atención a eso, tal vez recién se haya levantado de la cama aunque su cara no refleje eso.

—¡Hola señora cassy! —Saludo con una sonrisa.

—Hola hija, ¿Qué te trae por aquí? Estella no está, se fue a otra ciudad.

—¿¡Qué!?

—Sí, y me dijo que te diera esto. —Me entrega una carta.

—Sé que tienes muchas preguntas, cariño. En esa carta se responderán todas.

—¿Hasta la razón por la cual se demoró mucho en abrirme la puerta?

—No, me demoré porque estaba cagando en el baño y mi esposo está todavía en la cama durmiendo como un oso. Lo entiendo, trabaja todo el día y casi no descansa.

—Bueno, gracias por esto Cassy, pero...¿No le dio nada más?

—No hijita, sólo me dio esa carta y me dijo que te la dé. ¡Ah! También me dijo que no la abrieras hasta que llegues a tu casa.

—Bueno, entonces me despido Cassy, ¡Bye!

—Adiós cielo, me saludas a tu papá.

—¡Lo haré!

Hasta que la muerte nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora