Capítulo 17

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Narra el Narrador

Gill se fue de la ciudad con Estella quien la esperaba en la parada del metro en la ciudad en la que se encontraba. Por otro lado, James estuvo presente a la hora en que Gill se fue. Y no, no estuvo junto con ella; él se encontraba tras un muro mirando cómo subía al metro. Moría de ganas de correr, abrazarla y decirle lo mucho que la amaba y que se quedara con él. Pero no reunió el valor para hacerlo, su desición ya estaba tomada y no podía hacer nada para evitarlo, tampoco tiene control sobre su vida, de hecho, nunca lo tuvo. Es decir, nadie tiene el control sobre nuestras vidas, nosotros somos libres de hacer lo que queramos, cuando queramos ¿No es así?

Luego de eso, James sucumbió ante la oscuridad y la depresión, se le había ido esa luz que alumbraba su camino. De todas maneras iba al trabajo, pero con una cara larga y triste; los días ya no eran alegres, ya no salía el sol. Siempre miraba hacia la puerta, a la gran ventana delante del mostrador con la falsa esperanza de que algún día verá a Gill pasar por ahí.

Se volvió más torpe de lo era, ya no quería limpiar nada y, Len siempre lo gritaba. James se quedaba con la cabeza agachada sin escuchar nada de lo que decía, sin responderle.

Finalmente, después de unas semanas, Len vio que su amigo estaba deprimido y que por eso no rendía lo que debía, por lo que llamó a una de sus amistades de su antiguo barrio a que viniera. Y así lo hizo.

Narra James

—Bien, hoy viene una amiga mía de la infancia que ahora es una psicóloga profesional.

—...

—Vamos, di algo. —Insistía Len.

Por más que quiera ayudarme a superar a Gill, no lo va conseguir. Es muy difícil olvidar a alguien que marcó tu vida de esa manera.

—No quiero que olvides a Gill, lo que quiero es que no estés deprimido. —Palmoteó mi espalda suavemente.

—Bueno, gracias por la ayuda. —Respondo con la voz apagada.

—Mira... —Respiró hondo y exhaló de golpe. —la ayuda no va servir, si tú no lo permites. Debes dar de tu parte para que puedas salir de ésta. Nadie te dice que la olvides por completo, solo te pido que ya no estés deprimido, eso es todo.

—Vale, daré lo mejor de mí.

Narra el Narrador

Entra una chica de estatura media, delgada pero con unas personalidades tremendas, de ojos azules, cabello negro, laceo y amarrado, de tes blanca y usaba lentes. Vestía un uniforme blanco y algo ajustado, al parecer se lo había mandado a hacer, también vestía unas pantis negras y unos tacones un poco altos. Ella atrapaba la mirada de todos los hombres que se encontraban ahí.

Narra James

Me acerco al oído de Len y le susurro. —¿Por qué no me dijiste que tu amiga es prostituta?

Su reacción ante mi humilde pregunta fue un golpe en el estómago con su codo y uno en la cara para asegurarse que nunca más haga una pregunta como esa; luego se acerca a mí y me dice de la misma manera.

—No-es-prostituta. Sólo le gusta vestirse muy sexy. —Rueda los ojos.

Se acerca a nosotros, recostó el brazo derecho en el mostrador y el codo izquierdo. De cerca podía ver que traía consigo un lapicero en la oreja izquierda; recostó su cabeza en su mano izquierda y nos dice con una voz que derretiría a cualquiera. —Hola chicos. —y nos lanza una sonrisa provocadora mientras se muerde el labio inferior suavemente.

Hasta que la muerte nos unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora