Quiero estar a tu lado

20-

IAN
Vaaale quería darle espacio y vuelvo a la residencia. Pero esta vez sólo le había dejado una bolsa y me había marchado rápido, y creo que les iban a hacer falta mis remedios después de la noche que se habían pasado, Jajajaja.
Estaba llegando a mi piso cuando recibí su mensaje, no me lo podía creer, se lo que dijo en su última llamada pero no pensaba que me daría una oportunidad, si es que esa chica era perfecta.
Una hora más tarde recibí su segundo mensaje, me pedía que la recogiera en media hora y que la sorprendiera con un día especial. Solo tenía 30 minutos para elegir un plan perfecto, pero creo que había tenido una buena idea.
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ALICE
En media hora exacta Ian estaba en la puerta de la residencia.

—Bueno ¿y donde me vas a llevar? —le pregunté entrando al coche —bueno antes que eso,¿tienes carnet de conducir, verdad?
—Claro que lo tengo, lo conseguí cuando era un ángel, supongo que seguirá valiendo aunque ahora sea un demonio no —puso cara de pregunta levantando las cejas y todo.
—Jajajajaja, anda ponte en marcha, pero antes dime a dónde vamos.
—¿No quieres que sea una sorpresa?
—Ian, algo que tienes que saber muy importante sobre mí y es que no me gustan las sorpresas, no las soporto.
—Bueno pues entonces será mejor que te lo diga, he pensado en ir al parque de atracciones ¿te gusta?
—¿Estás de broma no? ¿Quieres que vayamos al parque de atracciones de verdad?—le respondí mostrando un poco de enfado
—Alice si no te gusta el plan podemos cambiarlo, lo siento mucho pensaba que sería divertido y que lo pasaríamos bien—pobrecito al ver su cara no pude aguantar y solté una carcajada enorme—¿era una broma? Pero serás pillina.
—Eso por no decirme quién eras antes. Fuera coñas, me encanta la idea que has tenido, seguro que lo pasamos muy bien—ya no pude resistirlo más, así que me acerqué a él y le di un beso—ahora conduce o llegaremos cuando canten el cierre.
En tan solo 20 minutos ya estábamos en la puerta del parque, la primera atracción que vimos fue una montaña rusa y a pesar de mi reticencia acabamos subiendo.

—¿Ves como no ha estado tan mal? estamos vivos —añadió Ian cogiéndome la mano —¿te molesta?
—No para nada, y si estamos vivos tenías razón, al final no ha estado tan mal, pero no te acostumbres a que suba a esos cacharros
—Estamos en un parque de atracciones, ¿qué quieres hacer sino? —respondió sonriendo.
—¿Qué tal probar suerte en esa caseta?
Tras dos intentos conseguimos un peluche precioso de un oso, luego compramos un algodón de azúcar nos sentamos en un banco y observamos a la gente.

—¿En serio te divierte hacer eso? —me preguntó riéndose
—Si, venga prueba tú, solo tienes que escoger a una pareja o una persona e imaginar como es su vida, como crees que es.
—Vale lo voy a intentar, por ejemplo esa mujer, la que lleva al niño que llora. Yo creo que es una estirada, parece una contable aburrida que solo está aquí para que el enano no la moleste —bueno lo había intentado ¿no?
—Creo que esto no se te da bien —le dije sin poder parar de reír.
Tras acabarnos el algodón de azúcar subimos a los coches de choque, al tren del terror (en el cual me pasé todo el rato con los ojos cerrados y con la cabeza en el pecho de Ian), al sapito además de al barco pirata, la noria la dejamos para el final.

—¿Piensas que al subir aquí viviremos la típica escena de las películas? —le pregunté un poco escéptica
—No, Alice cada momento contigo es como estar en una de esas comedias románticas, no todo es perfecto, pero yo siento que si lo es. Me importas muchísimo
—Guau, menos mal que has dicho que no sería como en una peli. Lo siento, pero prefiero no responderte ahora, no aquí, no en el momento perfecto —respondí bajando la cabeza.
Si, me acababa de comportar como un mal bicho, él me suelta eso y yo soy incapaz de responderle.
—No pasa nada —añadió mientras bajamos de la atracción —lo entiendo, esto es difícil.
—No lo entiendes, porque no te lo he contado. Ya tuve una experiencia romántica, que empezó en un momento perfecto digno de cualquier película. Acabó muy mal, por suerte para mí tuve ayuda y terminé con él.
—Lo siento Alice, si puedo hacer cualquier cosa... —parecía afectado de verdad
—No pasa nada ya lo he superado, pero creo que las cosas tienen que ir a su ritmo, además de que no hay que dejarse llevar por momentos artificiales. La prueba es que la primera vez que te dije que te quería fue por teléfono y borracha
Él me miró, supongo que no esperaba que yo nombrara la llamada de anoche, me cogió de la mano sonriendo como un colegial.

—Me hiciste muy feliz en ese momento, te aseguro que no lo cambiaría por ningún otro —añadió mientras se colocaba frente a mi rodeándome con sus brazos y dándome el beso más dulce que había recibido nunca.