Versión no cringe de "La Última Valkiria", corregida y aumentada.
Hipo al final de cuentas escapó de Berk, 10 años después la vida de Astrid termina en manos de un Maestro Dragón. ¿Podrá un amor sobrevivir a 10 años de distancia?
Un fanfic que da u...
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POV ASTRID
Cuando aquel hombre se acercaba, pude distinguir pesar en su mirada, casi traducido a lástima, algo estaba mal
–Estoico quiere verte en el Gran Salón- me ordenó, asentí y me dispuse a ir, hasta que sentí que sujeto mi brazo haciéndome mirarlo –yo guardo el hacha por ti- dijo estirando la mano para recibirla, aunque mi respuesta natural fue hacerme hacia atrás y negarme, no podía hacerlo, Spitelout, no solo era el medio hermano del jefe, era mi jefe de armas, y debía obedecerle, apreté el mango una vez más, respiré profundo y se la entregué –Astrid...- volteé a verlo, pude notar que cerró los ojos conteniendo un suspiro más casi reteniendo en su garganta las palabras –Bjorg estaría orgulloso de ti- me dijo con voz entre cortada, asentí una vez más en agradecimiento y me dirigí al lugar.
Las puertas se abrieron y un silencio total ambientó la habitación, podía notar la mirada de todos seguirme en mi andar, ¿Qué demonios está pasando?...
El sonido de mis pasos se camuflaba con el eco que el silencio dejaba escuchar, caminé directamente a él, quien no dejaba de mirarme con decisión...
–Jefe- le saludé mientras lo veía tragar saliva, volteé a ver a Bocón, su mirada era la misma que la de Spitelout y a su lado, Gothi compartía ese pesar y angustia... pero ni siquiera aquella mirada me preparo para lo que vendría a continuación.
-Astrid Hofferson- me dijo poniéndose de pie haciéndome frente -has servido bien a tu tribu...-
–Estoico no lo hagas- escuché a Bocón murmurarle
-En ocho días, vendrá tu última misión para Berk- continuó pasando por completo de la súplica de Bocón
- ¿Qué?- pregunté entrecerrando los ojos tratando de entender.
–Oficialmente dejaras de ser la Doncella del Escudo, serás comprometida al Maestro Dragón en favor de una alianza con él- ¿Qué?... pude sentir mi cuerpo comenzar a tensarse, pero aun así traté de guardad la compostura
–Estoico no hagas esto- le pedí en un tono de advertencia más que de suplica
-Así será- ordenó con la voz más fría que el archipiélago mismo
-Eres un maldito- dije mientras me acercaba a él, hasta que dos vikingos me agarraron de los brazos, terminaron en el suelo junto a los cuatro siguientes que trataron de parar mi avance, hasta que al final una espada y dos vikingos más lograron frenarme
-Es tu deber como la Doncella del Escudo- me decía el bastardo hijo de medio troll, mientras trataba de zafarme de mis captores
–No- le reproché –no disfraces esto como un deber, me entregas como una ofrenda, porque eres un cobarde, perdiste a tu hijo porque jamás le prestaste un poco de atención, y me culpas a mí de lo que tú nunca pudiste hacer- le dije con tal coraje que podría jurar escupí a su maldita cara
