CAP 6. BIENVENIDA A LA ISLA

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POV HIPO

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POV HIPO

Cuando salimos bien librados de ahí, Chimuelo tomó rumbo hacia el barco de los chicos... negué discretamente con la cabeza.

Ni siquiera sé por qué estoy buscando a estos chicos, toda mi infancia está marcada por sus burlas y su modo de denigrarme, salvé su vida porque Astrid me lo solicitó, y algo no ha cambiado, y es que estoy hecho para cumplir lo que ella me pida, pero ir a buscarlos y asegurarme que estén bien ¿para qué?, más bien, ¿Por qué?

Los gemelos, un par de soquetes que se encargaban de volar todo en la isla y que poco les interesaba cualquier cosa que no involucrara destrucción, incluso, la soledad de un chico.

Patán, mi "querido" medio primo, su nombre lo describe, un patán que al único que quiere es a él, y que a él solo lo quiere el mismo, siempre se aseguró de dejar en claro que yo no era viable para el trono, claramente... prefirió el trono que a su primo.

Patapez, bueno, él es un buen tipo, pero tan cobarde que cuando el resto decidió que yo debía ser el blanco de cualquier ofensa, en lugar de luchar por nuestra amistad decidió alejarse de mí, dejándome solo.

La chica pelinegra no tengo idea de quien sea, debió llegar después de mi partida.

Pero, todos ellos, han decidido sacrificar su vida, todo lo suyo por Astrid, quizá el tiempo ha querido que maduren, quizá han querido dejar el egoísmo aparte, yo cambie... y mucho, quizá ellos también.

Astrid... ¿qué ha pasado con ella?... la vi pelear cuando solo era una niña, ninguno de los tipos que la capturaron podía hacerle frente, pero en su mirada, en ella hoy... solo vi unos ojos tristes y rendidos, ¿Qué te pasó mi pequeña...?

La embarcación a lo lejos me sacó de mis propios pensamientos, hora de acercarse.

-Buenas noches- dije dirigiéndome a los aun sorprendidos vikingos

-¡Astrid!- gritó la pelinegra –¡gracias a Thor!- al parecer ella es muy unida a Astrid, tengo que averiguar más sobre ella

-¿Por qué tardaron tanto?, si nosotros estamos en un barco y ustedes bueno ya saben... EN MALDITO UN DRAGÓN – dijo Patán al borde de la histeria

-Ya sabes, estaba un poco ocupado salvándoles el trasero- respondí sarcástico -¿Cómo están de provisiones?-

-Mal- dijo Patapez algo intimidado, no sé si por mí, por Chimuelo o por Astrid -el par de idiotas encargados de eso son bueno...-

-¿Idiotas?- le interrumpió Astrid

–Exacto- dijo Patapez mientras los gemelos se echaban la culpa uno al otro

Llame al nadder rosa con azul y le pedí que dirigiera el barco hasta la Isla Dragón, que desde hace varios años, he llamado hogar.

Me gusta liberar a los dragones, permitirles ser ellos y vivir como los dragones deben vivir, así que evito nombrarlos, además nunca he sido el mejor en el asunto de los nombres, como ejemplo, la cría maldita del rayo y la muerte misma que monto se llama "Chimuelo"

-Síganlo, iré por algunas cosas y los encontraré en el camino- les dije a lo que la pelinegra y Patapez asintieron, al parecer puedo confiar en que estos dos mantengan el barco a flote.

Chimuelo tomó velocidad y se dirigió a casa. La tarde estaba llegando a su fin, el día paso de manera veloz y la fría noche se abría paso, comencé a sentir de repente a Astrid temblando y acercándose a mí tratando de encontrar calor

-Llegaremos pronto-le dije susurrando en su oído, Thor cuanto amo hacer esto

-Digamos que este vestido no está hecho para tolerar el frio- respondió Astrid más tranquila, solté su cintura un momento, podía confiar en su equilibro, me agaché y de una de las bolsas que lleva cargando Chimuelo saqué una ligera manta, se la puse en sus hombros y la volví a abrazar.

-Gracias- dijo, puedo notar el cansancio en cada nota de su voz.

Una media hora de vuelo más y mi hogar comienza a asomarse, el pico nevado es lo primero que veo, después, los acantilados y laderas que adornan el paisaje de la solitaria isla, y más cerca veo mi pequeña cabaña, solo era yo, no necesitaba más que cuatro construcciones, mi casa, una pequeña armería, una bodega y un establo de dragones en donde protegía a los heridos que llegaban por voluntad, o que de alguna manera llegaban ahí, pase años tratando de descubrir que, quien o por que llegaban, pero con el pasar del tiempo me rendí.

-Llegamos- le dije a Astrid, mientras Chimuelo aterrizaba junto con los otros dragones. Ayude a bajar a Astrid de Chimuelo, en realidad, sabía que ella podía sola, pero encuentro cierto placer en cuidar de ella.

Astrid no podía decir nada, estaba completamente perdida con la belleza de la isla, yo estaba completamente perdido en la de ella.

No quería dejarla ir, entonces recordé un pequeño detalle... mi casco, si Astrid y los chicos iban a estar aquí unos días no podía tenerlo siempre, tentando a mi suerte y en riesgo de ser descubierto decidí quitármelo y rogar a los Dioses que no me reconociera.

Finalmente, me lo quite...

-Bienvenida a la isla- le dije sujetándola por los hombros y volteándola hacia mí, vi la cara de sorpresa al ver mi rostro, baje poco a poco mi mano derecha por su brazo hasta llegar a su mano, ella no quitaba la mirada de mi rostro, ¿me estaba reconociendo?... traté de actuar normal y comencé a caminar –ven- le pedí –necesito que te resguardes del frío-

Astrid caminó conmigo hasta la cabaña, abrí la puerta y le permití el paso.

-Amigo, ¿nos das un poco de calor?- le pedí a Chimuelo quien en seguida lanzó una bola de plasma que encendió la chimenea. –Gracias- Chimuelo me dio una pequeña sonrisa, de aquellas que siempre me hacen reír, se acercó a Astrid, quien parecía bastante cómoda a su lado y le ronroneo, a veces me pregunto si es un dragón o un gato glorificado, justo después salió, no me preocupé, sabia a donde iba, dragones nuevos significan trabajo para Chimuelo, quien se encarga de ayudarles a adaptarse a la isla.

-Gracias... por todo- dijo al fin Astrid que poco había hablado durante el vuelo, regalándome una sonrisa cansada a medias.

-No es nada- le dije sincero –debo ir por los otros, estarás segura aquí, toma algo de comer y algo caliente, lo necesitas- ella me volvió a dar esa sonrisa que tanto me afectaba, no era la de ella, esta estaba llena de pena, de angustia y cansancio.

Bajó la mirada por un momento, y luego volvió a subirla regalándome la vista de sus hermosos ojos azules, que cuando se cruzaron con los míos hicieron que me perdiera de todo, solo estábamos ella y yo, me sentí como hace años no me sentía... completo, pero aunque mi cuerpo me pedía a gritos que la besara, me exigía estar lo más cercano a ella, sabía que no debía.

-Astrid- le dije tomando su mejilla –estas a salvo ahora, descansa- en un ataque de prudencia y fuerza de voluntad justo después de esas palabras salí de ahí.

Gracias Thor... no me reconoció

LA ÚLTIMA VALKIRIA (Remaster)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora