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Jimin desperezó lentamente su cuerpo antes de detener el incesante ruido que provocaba su alarma. Lentamente, se incorporó sobre la cama y se dispuso a abandonarla, no sin antes tomar de la mesita de noche sus indispensables amigos, los anteojos.

Despeinando -aún más- su alborotada cabellera oscura, caminó hacia el baño para asearse.

Una vez hubo terminado de vestirse se posicionó frente al espejo y observó con detenimiento el poco alentador reflejo que este le devolvía.

Un suéter varias tallas más grandes cubriendo su cuerpo y siendo el complemento de unos pantalones holgados. Su cabello completamente lacio yacía sobre su frente ocultando levemente sus pequeños ojos que, a su vez, estaban detrás de los útiles pero poco favorecedores artefactos para mejorar la vista.

Suspiró derrotado, sintiéndose como la persona menos agraciada en este mundo. Y consecuentemente, el más insípido de los donceles que hayan pisado la tierra.

Pero estaba bien.

Su madre siempre le decía que la belleza externa no es nada en comparación con la interna. Y él lo creía.

Quizás no fuera guapo por fuera, pero definitivamente era la persona más dulce y amable que haya existido jamás.

Con paso decidido bajó hasta la cocina, donde se encontraba su madre preparando el desayuno.

La señora Park era una menuda mujer de mirada tierna y expresiva. Con piernas voluminosas y un envidiable trasero que, si bien no formaban parte del estereotipo común, ella llevaba de manera elegante y envidiable. Y por último, una larga, brillante y suave cabellera.

Jimin se cuestionó por millonésima vez en sus escasos veintitrés años de vida, porqué razón él no lucía así de atractivo. Después de todo, claramente había heredado las proporciones de su madre, al igual que su mirada amielada, según le había dicho su padre.

Entonces ¿Cuál es la razón de la notable diferencia entre ambos aspectos?

Y no es que sienta envidia de su progenitora, para nada era el caso. Sin embargo, no podía evitar hacer comparaciones.

--Querido, sirve la mesa, por favor. -escuchó el pensativo doncel que le decían.

Obedeciendo el pedido, empezó a preparar hábilmente la mesa. Era algo que podía hacer incluso con los ojos cerrados ya que formaba parte de su rutina diaria desde que cumplió los doce. 

Su madre le había enseñado todo lo que, como buen esposo, se supone debía saber. Desde preparar la mesa hasta ser anfitrión de un cena elegante y formal le había sido enseñado.

Era como si la razón principal de su existencia fuera ser el esposo perfecto, criado y adiestrado para ser el mejor.

Siempre intachable.

--Buenos días. -saludó el señor Park adentrándose hasta el comedor donde ya el desayuno estaba servido. --¿Cómo está la mujer mas hermosa del mundo? -preguntó en dirección a su esposa, quien había respondido golpeándolo en el pecho suavemente mientras le decía "Tan cursi" y acto seguido dejó un pico en los labios de su esposo antes de dedicarle un guiño.

Jimin observaba esa escena tan típica entre sus padres. Siempre era lo mismo entre ambos mayores: Dulces sonrisas, coqueteos y toques sutiles.

No pudo evitar suspirar ante la duda de si alguna vez tendría un amor así.

--¿Cómo está mi tierno pastel de arroz? -dijo el señor Park esta vez en dirección a Jimin --¿Eh, mi Jiminie? ¿Cómo haces para lucir tan tierno a esta hora?

--Ya papá~. -se quejó tímidamente, pero sin poder evitar que una risita escapara de sus labios.

--Oh, Dios, mira querida. Minie parece una fresa.

--Ya, cielo. Déjalo en paz. Mejor siéntate y vamos a desayunar.

***

Después de que su padre se marchara hacia su trabajo, Jimin ayudó a su madre con los quehaceres del hogar antes de ir a reunirse con su mejor amigo.

--¿Ya te vas, mi cielo? -cuestionó la fémina desde la puerta de la cocina puesto que estaba preparando el almuerzo para cuando su esposo volviera a casa para la hora de la comida.

--Salúdame a Taehyung, por favor. -pidió --Dile que venga pronto a cenar. -agregó antes de acunar suavemente el rostro del menor y dejar suaves caricias en sus mejillas con sus pulgares --Eres hermoso, mi amor. -recalcó sin motivo aparente. --Mi precioso hijo.

--Ya me tengo que ir mamá. -articuló con la clara intención de parar los -en su opinión- inmerecidos halagos de su madre.

Esta se limitó a suspirar y sonreír cálidamente a su inseguro hijo.

Y es que Jimin no siempre fue así. Hubo un tiempo en el cual el pequeño era bastante alegre y sonriente. Aunque siempre fue un poco tímido, se las arreglaba para derretir el corazón de todo el que lo conociera, pero desde hace unos años su actitud cambió a tal punto de que ni siquiera se molestaba en comprar nueva ropa.

***

--Jimin-Ah~. -llamó Taehyung al chico que se encontraba boca abajo rebotando sobre su cama --¿Por qué no hablas con ellos y les dices que no quieres casarte? -sugirió --Ellos no te van a obligar y lo sabes.

Un suspiro pesado se escuchó en la habitación.

--No entiendes, Tae. Es lo que se espera de mí. Me han criado para ser el esposo perfecto y pese a mis veintitrés años ni siquiera he podido tener novio. Siento que los he decepcionado ya bastante. -se quejó puchereando en dirección a su amigo.

--También tengo veintitrés, Minie, y tampoco me he casado.

--Pero lo harás dentro de un mes. -obvió, mirando a su amigo con enojo por estar riéndose.

--No tienes novio porque prefieres quedarte en casa viendo alguna serie o leyendo en vez de salir a conocer chicos. -respondió Tae solo para arrepentirse una vez terminó de hablar. --Jimin, lo siento, yo... sabes que soy tonto, ¿sí? Estoy nervioso por la boda y solo digo tonterías cuando estoy nervioso, ¿recuerdas? -se apresuró a decir cuando vio el semblante entristecido del otro.

--Está bien, Tae. -sonrió tenso --No te disculpes.

--Jimin... -le llamó suavemente acercándose hasta él y sentándose al borde de la cama --¿Por qué no les cuentas lo que ocurrió con ese desgraciado? Ellos no te juzgarán.

--Lo sé. Y eso justamente es lo que me mata. Ellos jamás me verán con ojos llenos de decepción pese al desastre que soy... Mírame... -dijo, extendiendo sus brazos hacia los lados --Soy una vergüenza de hijo. No quiero que se enteren de lo que hice. -sollozó, tapando su rostro con ambas manos.

Taehyung se apresuró a abrazarlo fuertemente. Le dolía. En serio le dolía ver a su amigo de la infancia reducido a esta triste persona que no hacía más que juzgarse duramente por haber cometido el error de amar y confiar en la persona incorrecta.

----☆☆☆---

En esta historia, como ya mencioné, Jimin será bastante tímido e inseguro respecto a sus encantos. Así que ténganle paciencia.

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《Akina》

Mi Virtuoso Doncel 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora