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Jimin suspiró mientras su cabeza reposaba sobre el brazo de Yoongi. Una película de terror que había sido puesta hace unos treinta minutos se reproducía a la par que el azabache dormía plácidamente con el menor pegado a su cuerpo.

Ellos actuaban como una pareja normal.

Hacían cosas cotidianas como una pareja normal.

Pero seguían sin pasar de los roces accidentales y las miradas furtivas.

Ni siquiera se habían vuelto a besar.

Y eso era lo que más mortificaba a Jimin. Había ejecutado cada cosa que Taehyung le había sugerido -claro, las que no eran descaradamente indecentes- y aún así Yoongi no intentaba nada sexual con él.

De nada le sirvió usar shorts ajustados que resaltarán lo -según las palabras de Taehyung- respingón que era su trasero, franelas que exponían más que lo que ocultaban o los trucos baratos como el que recientemente había utilizado: temblar de miedo por una película que ya había visto cientos de veces, solo para que el pálido lo abrazara.

Nada.

Yoongi parecía inmune a todo eso.

Se removió en su lugar hasta quedar casi frente al azabache para poder contemplar a sus anchas las facciones apenas vislumbradas por la escasa luz que proporcionaba la T.V. Tuvo que remojar sus labios con su propia saliva ante la vista de los delgados, rosados y apetitosos labios contrarios a escasos centímetros de él, obligándose, una vez más, a reprimir el intenso deseo que surgía desde lo más profundo de su ser y que le instaba a probarlos como cada vez que los miraba.

Ladeó ligeramente la cabeza hacia la derecha mientras con su dedo índice izquierdo trazaba los bordes de la bonita boca. Y es que solo cuando Yoongi se dormía tenía la oportunidad de corroborrar nuevamente la suave textura de esta, aunque fuera mediante el tacto de sus dedos y no de sus propios labios como tanto anhelaba.

Dios, se sentía como un acosador y un urgido, pero es que sus manos picaban todo el tiempo por tocar la blanquecina piel y sus labios lo hacían por besar...

Sobresaltado, se apresuró a retirar su dedo y acostarse en la posición inicial cuando el azabache retorció los labios en acto reflejo a las cosquillas que muy probablemente le había provocado su toque. Luego, suspiró feliz cuando sintió que unos brazos lo apretaban suavemente, pegando un poco más ambos cuerpos y dándole mayor facilidad para maniobrar.

Sonrió descaradamente en el momento que sus oídos captaron el jadeo ahogado que soltó Yoongi cuando le restregó "accidentalmente" su frondoso trasero en la entrepierna.

[.]

Yoongi resopló por vigésima vez en ese día al no lograr entender qué le pasaba.

Por más que intentaba concentrarse en el trabajo, lo único que lograba era volver a conjurar imágenes de Jimin en su mente.

Sentía que se estaba volviendo loco y solo podía culpar de ello a la falta de sexo.

Porque, ¿de qué otra manera podría explicar las terribles ganas que lo embargaban de asaltar el delicado y tentador cuerpo de su esposo.

Y es que ¡rayos! se sentía como un maldito maníaco. Ese chico era la representación de la inocencia y la timidez y él solo pensaba en tomarlo tan duro y tan profundo que...

¡Maldición!

Debía salir de allí.

Necesitaba aire fresco.

Mi Virtuoso Doncel 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora