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Jimin se removió con su cuerpo algo entumecido debido a la posición en la que estaba desde hace más de media hora.

Y es que, en medio del intenso beso que compartieron, Yoongi había perdido el equilibrio, cayendo graciosamente al piso mientras que amortiguaba la caída del rubio con su cuerpo. Ambos rieron tontamente por lo sucedido, pero optaron por permanecer así, con la mínima distancia entre sus cuerpos. Jimin había recostado su cabeza en el torso de Yoongi de manera que podía disfrutar de los latidos erráticos del corazón contrario y la manera en que estos, poco a poco, se fueron acompasando, justamente como hizo el suyo. A su vez, el de mirada gatuna había sumergido su nariz en las doradas y fragantes hebras,  permaneciendo así todo el rato.

--Creo que debemos levantarnos, ya llevamos mucho tiempo así. -sugirió Jimin, aunque sin verdaderamente desear ponerle fin al momento. Se sentía demasiado a gusto entre los pálido y fuertes brazos que lo acunaban tan cálidamente.

--Quedémonos así un rato más. -pidió con voz melosa el pelinegro --Te extrañé demasiado y ahora simplemente ya no quiero soltarte jamás.

El menor rió enternecido cuando sintió al pálido restregar su rostro entre sus cabellos. Él tampoco quería separarse ni un segundo del mayor, pero empezaba a sentir sus piernas acalambradas, por lo que se reacomodó de manera que ahora estaba a horcajadas de él, aprovechando su ventajosa posición para apoderarse de los finos labios ajenos.

--También te extrañé demasiado. -confesó tras romper el beso con un chasquido. Luego, hundió sus regordetes dedos entre los sedosos cabellos azabaches y masajeó deliciosamente el cuero cabelludo mientras escuchaba a su mayor ronronear gustoso.

--Tus manos son mágicas, bebé. -Jimin volvió a reír, esta vez un poco apenado y, a la vez, encandilado por el mote cariñoso.

Sí. Le gustaba cuando Yoongi entonaba cualquier palabra dirigida hacia él, le encantaba esa voz profunda y grave que lograba erizarle la piel, enviándole miles de sensaciones agradables que no hacían más que calentar su corazón... y su cuerpo.

--B-basta, no hagas eso... -gruñó el azabache cuando el rubio empezó un suave balanceo de caderas que despertó una parte especial de su cuerpo.

--¿Por qué? ¿No te gusta? -gimió sin detener su acción. Mordiendo su labio inferior con lascivia a la par que la gatuna mirada se volvía más oscura.

--Me encanta. -aseguró, dejando un rápido y casto beso en los abultados labios que no hacían más que tentarlo --Pero no es el momento... ni el lugar. -llevó sus manos a las estrechas caderas, obligando al menor a detenerse antes de que acabara con la poca cordura que le quedaba.

Con suma delicadeza, hizo al más bajo levantarse de su regazo, haciendo él lo mismo y volviendo a besar los adictivos labios que ahora formaban un puchero.

--Quiero hacer las cosas bien. Así que vamos a tomarlo con calma, ¿sí?

Jimin rodó los ojos en respuesta y se encaminó hacia la puerta de cristal, descubriendo que, tal como había sospechado ya, esta estaba cerrada por dentro.

Razón por la cual no llegó algún cliente inoportuno a interrumpirlos.

--¿Te molestaste? -cuestionó Yoongi, abrazándolo por la espalda, sonriendo satisfecho cuando sintió el delicado cuerpo derretirse en sus brazos.

--No... es solo que... -calló, dudando si sería correcto exteriorizar su preocupación.

--¿Crees que no te deseo? -cuestionó el mayor, adivinando lo que pasaba por su mente --Créeme que no es el caso. -chocó su pelvis en la retaguardia del menor, quien soltó un gemido al aire.

Mi Virtuoso Doncel 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora