21

22.4K 3.2K 1K
                                    

Doble actualización porque son personas demasiado lindas conmigo y no merecen que las haga esperar hasta mañana para saber qué pasará.

°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○°•○

Un nuevo día daba inicio y un sonriente Jimin recibía a los primero clientes del día.

--Gracias por la compra. -le decía a un jovencito que le sonreía coqueto.

No era tonto y notaba que el auge de su negocio no solo se debía a su buena mano en la cocina. Ya había atrapado a más de uno mirándolo con descaro y había otros un poco más atrevidos que le coqueteaban de manera directa.

Ciertamente no le molestaba que lo miraran con interés, pero tampoco le provocaba ninguna sensación más allá de una pequeña y efímera satisfacción que desaparecía tan pronto como llegaba.

Tan diferente a cuando se veía reflejado en una oscura y felina mirada que lo perseguía hasta en sus sueños.

El sonido de la campana anunciando la posible llegada de un nuevo cliente lo hizo levantar la mirada, plasmando, de manera mecánica una dulce sonrisa en su rostro. Sin embargo, dicha sonrisa tembló, amenazando con borrarse tras toparse con el pálido rostro de quién más anhelaba ver. Y es que todo su ser reaccionó de manera natural ante la presencia del otro. Su corazón latía errático, logrando hacerle olvidar momentáneamente el simple acto de respirar.

Ese era el efecto que Yoongi provocaba en él.

Tan letal y contundente.

Por su parte, el azabache se acercaba hacia él sin romper en ningun momento el contacto visual.

"Dios, deja de mirarme así". -suplicó en silencio mientras sentía un cosquilleo recorrer todo su cuerpo.

--H-hola. -saludó, golpeándose mentalmente por sonar nervioso.

--¿Reconoces esto? -cuestionó el pálido con tono neutral, zarandeando en el aire un sobre que el rubio reconoció fácilmente.

--Son los papeles del divorcio. -contestó sin inmutarse, empleando el mismo tono del contrario y fijándose en cómo este tensada la mandíbula ante su respuesta.

--Por favor, deme una porción de pastel de fresa y un batido de frutas. -pidió una joven chica, colocándose entre ambos.

El de mirada gatuna permaneció parado, observando a varios clientes más acercarse hasta Jimin para hacer sus pedidos, gruñendo para sus adentros al notar como algunos no se molestaban en siquiera disimular sus miraditas lividinosas, devorando a su -aún- esposo.

Debía admitir que, pese a que ya sabía del cambio de imagen, igual le había causado un gran impacto verlo en persona. Jimin simplemente lucía como un ángel. El más perfecto de todos. Y lo más increíble es que no era un cambio físicamente radical, pues aún se apresiaban las mismas facciones un poco aniñadas que lo hacían ver tan adorable, pero que ahora eran levemente resaltadas con un sutil maquillaje. Físicamente el cambio más notable estaba en que ahora utilizaba ropa menos holgada, aunque no podían considerarse ceñidas al cuerpo -al menos no demasiado- y que los anteojos habían desaparecido.

A ojos de Yoongi seguía siendo el mismo tierno chico que eclipsó su vida sin siquiera intentarlo, solo que ahora se mostraba ante el mundo con una actitud renovada y sin miedo de mostrarse como la hermosa flor que siempre ha sido.

Tras caer en cuenta que probablemente el de mejillas abultadas se demoraría en terminar de atender a los clientes, Yoongi optó por tomar asiento en la mesa más cercana a este, aprovechando su distracción para observarlo a sus anchas mientras se desenvolvía con facilidad, ofreciendo en todo momento una bonita sonrisa.

Mi Virtuoso Doncel 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora