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Jimin se sentía tan miserable y triste después de descubrir que, tal como había temido, su repentino compromiso había sido obra del abuelo Min.

¡Que tonto había sido!

Aún cuando no conocía a las personas con las que Yoongi había salido antes, tenía la certeza de que estas poseían una belleza extrema. Pero aún así, hubiera preferido no conocer a ninguna.

Se sentía tan poca cosa. Maldición, ahora entendía porqué Yoongi no lo tocaba. Él no estaba ni por asomo en la liga de sus ex-amantes.

--¿Vas a seguir con esa cara de borrego que va al matadero? ¿o me vas a ayudar a plantar mis flores? -cuestionó jocoso el señor Min, sacando de sus cavilaciones al castaño que no pudo más que forzar una sonrisa.

Desde que confirmó sus sospechas sintió el impulso de encarar al canoso hombre, pero una vez llegó allí, todo enojo e indignación se había drenado por arte de magia al presenciar la mirada iluminada que le dedicaba el entusiasmado hombre. Terminó pasándose toda una tarde en compañía del mayor, sin tener el valor de siquiera reclamarle nada.

Además, platicar con él tuvo un efecto balsámico en su malogrado corazón pues comprendió que no había actuado con mala intención, solo era alguien que quería lo mejor para su nieto. Y, si bien no está de acuerdo con sus métodos, su corazón tampoco fue capaz de albergar rencor hacia él, incluso si sus acciones le costaban un corazón roto.

Y así pasó una semana en la que visitaba sin falta al abuelo Min, riendo de sus jocosidades, ayudándolo a plantar sus flores preferidas, sintiendo como su corazón poco a poco se recuperaba.

Estaba lejos de estar feliz, pero al menos ya no sentía dolor y tampoco resentimiento.

--Jiminie. -llamó el patriarca Min --¿Podrías, por favor, traerme algo dulce para comer?

--¿Dulce? Ya sabe que la doctora Choi tiene prohibido darle dulces. -contestó en dirección del abuelo, quien hizo una mueca de disgusto.

--Esa bruja no me va a impedir comer lo que me apetezca.

--¡Abuelo! -exclamó entre risas por el calificativo que usó el hombre con su doctora de cabecera. Aunque debía admitir que la mujer era un poco amargada.

--Vamos, pequeño tomate, ve antes de que la agua fiestas de mi hija regrese y ya no pueda ni respirar en paz.

Jimin negó divertido, pero sin oponerse a cumplir uno más de los caprichos del mayor.

Consultó su reloj de mano, estimando que debía apresurarse ya que era casi la hora en que la señora Jung siempre regresaba de casa de su hijo. Momento en el que él también regresaba al departamento que compartía con Yoongi.

Mirando en todas direcciones para cerciorarse de que no corría peligro de ser descubierto, se apresuró a adentrarse a la cocina y buscar algún rico postre para llevarle al abuelo Min.

--¿El abuelo te pidió que le lleves dulces a escondidas de mi madre? -cuestionó una voz a espaldas del castaño, provocando que se sobresaltara y enrojeciera de la vergüenza por haber sido descubierto en plena misión.

--Y-yo lo siento. El abuelo quería algo dulce y yo...

Hoseok soltó una carcajada a la par que se acercaba hasta Jimin.

--Vamos, ¿no creerás que eres el primero al que le encomienda conseguirle algún postre o golosina a escondidas? -cuestionó con su brillante sonrisa que logró disipar el nerviosismo presente en el cuerpo del castañito.

Jimin suspiró aliviado para luego mirar fijamente al alto y apuesto chico que le sonreía en grande, contagiándolo al instante.

Hoseok era muy parecido a su abuelo en personalidad. Era del tipo de personas que lograba cautivarte con su forma de ser tan entusiasta y encantadora.

Mi Virtuoso Doncel 《YoonMin》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora