—Hacía énfasis a lo que no me gustaba —me defendí— ¿por qué tení que prestar atención a lo que no debes? —me reí cubriéndome la cara.—Me gusta prestar atención a otras cosas, en plan mirar como se mueven las hojas de los árboles porque también me gustas —dijo mirando el árbol que estaba a centímetros de nosotros.
—¿qué? —lo miré confundida por lo último que había dicho.
—¿ah? —volvió a mirarme— ¿a qué le habéis prestado atención de lo que dije? —preguntó divertido y lo volví a mirar confundida.
—No sé si estai volao o me estai webeando —reí sin entender nada.
—Ninguna —aseguró riendo.— te estaba probando pa saber a qué le prestaste atención de lo que he dicho y creo que has caído.
—Claro, porque las hojas de los árboles son muy interesantes —aseguré bromeando y él rió negando con su cabeza.
—Me gustas también —admitió y juro que quería gritar pero agaché la cabeza para ocultar mi sonrisa de idiota y después volver a mirarlo.
—Oye, ¿te afectó el porro? —bromeé.
—Ya Liz, no me vaciles —se quejó.
—¿Cómo te voy a gustar si me ignoras el noventa por ciento del tiempo? —dije sincera.
—Lo sé, he sido un capullo vale, pero es que no sé cómo actuar cuando te veo —admitió. Me estaba tomando totalmente por sorpresa.— me dan muchas ganas de abrazarte y estar contigo pero así no suelo ser —se rascó la nuca algo incómodo. Era obvio que no era su fuerte ser expresivo con lo que sentía y me parecía súper tierno que lo intentara.
—¿y ahora es de esos momentos que te dan ganas de abrazarme? —le pregunté y me miró.— digo, por el frío —me encogí de hombros inocentemente y él me sonrió acercándose a mí para envolverme en sus brazos. Yo envolví su torso con mis brazos y mi cabeza descansó en su pecho mientras sentí como su barbilla se apoyaba en mi cabeza por la clara diferencia de altura. Se sentía tan cómodo, olía tan bien y me daba tanta tranquilidad la manera en que pasaba su mano lentamente por mi espalda de arriba hacia abajo para darme calor que cerré mis ojos ante su contacto. ¿Cómo podía ser tan indiferente y serio, y al rato ser tan dulce?.
No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero en un momento levanté mi cabeza para poder mirarlo y él me observó también con esa mirada que tanto me gustaba, sus ojos oscuros pero con un brillo que destacaba.
—¿vamos? —pregunté interrumpiendo el momento y Bnet asintió. Pasó su brazo por mis hombros y yo por su cintura para empezar a caminar.
Al llegar al hotel tomamos un poco de distancia del otro, y subimos al tercer piso que era dónde estaba su habitación y la de Skone.
—¿te quedáis con Chemi? —me preguntó y asentí.
—y con Walls y Force —agregué— no sé cómo voy a sobrevivir a eso —reí.
—Quédate conmigo —propuso.
—¿ah? —creí que me estaba jodiendo.
—Comparto cuarto con Zasko pero él no llegará hasta mañana —comentó.
—¿Y qué le digo a Chemi? —pregunté divertida.
—Yo le aviso que te quedarás conmigo ¿vale?
—Me va a matar mañana —reí.
—A mi también —rió y se encogió de hombros.
Finalmente acepté.