Dios, tenía una ansiedad horrible, a pesar de que ya me había convencido que alejarme un poco de lo que estaba pasando en mi país me haría mejor. Había aceptado la propuesta de Skone. Estaría en España nuevamente en un par de minutos, jamás creí que volvería tan pronto. Había pasado un mes desde que me había ido y ya estaba volviendo, ni en mis sueños lo habría imaginado.
Ya dentro del aeropuerto le escribí a Chemi, que debería estar esperándome pero no lo veía por ningún lado.
"Estoy a tu derecha" —me respondió.
¿Chemi?, recordaba las anteriores dos veces que me recibió a gritos y abrazos. Quizás ahora quería ser más prudente o no quería asustarme. Levanté la vista de mi celular, miré a mi derecha y entendí todo.
No estaba Chemi ahí.
Estaba Javi.
Después de unos segundos en procesarlo, me acerqué a él un poco confundida, no sabía si estaba molesto conmigo o qué. Me paré frente a él sin mucho que decir o hacer, Javi me miraba atentamente bajo su capucha y con sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—Si vení a retarme, regañarme o lo que sea, te digo al tiro que Chemi lo hace todo el tiempo—traté de bromear, pero ni yo tenía ánimo para eso. Noté cómo ladeó su labio para formar una pequeña sonrisa. Casi desapercibida.
—te extrañé —comentó.
Sonreí un poco nostálgica. Suspiré. Me sentí horrible. ¿Cómo podía estar ahí después de que prácticamente lo había ignorado todo este tiempo?. Agaché mi cabeza, un par de lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, tenía muchos sentimientos encontrados que hasta un "hola" de su parte me hubiese afectado.
Lo siguiente que sentí fue su cuerpo junto al mío, abrazándome y cubriéndome con sus brazos y altura. Me sentí tan segura, tanto que me desmoroné un poco más, comencé a sollozar y no lo pude evitar, de todos lo abrazos que he dado, sin duda este era el que más necesitaba y no lo sabía. Estuvimos mucho tiempo ahí abrazados, por mí me quedaría así para siempre pero mi celular sonó.—¿por qué no respondes los mensajes? joder —se quejó Chemi del otro lado de la llamada.— dime que no lo has mandado a la mierda —habló haciendo referencia a Bnet, sonreí por su idiotez.
—Te odio weon —dije soltando una pequeña risa algo inaudible entre mis sollozos.
—Eso significa que salió todo bien —rió y colgó.
—Vamos, no están esperando —habló Bnet tomando mi maleta y caminando a la salida.
Nos subimos a un taxi, y luego de que Javi le diera la dirección al conductor se dejó caer en el asiento trasero junto a mí, dió un gran suspiro mientras que descansaba su cabeza hacia atrás.
—¿estás bien? —le pregunté. Sólo obtuve una mirada de reojo de su parte y asintió.
La verdad no hablamos mucho en el camino, el parecía descansar un poco y no quise molestarlo, también parecía que ninguno quería hablar sobre qué habíamos hecho estas semanas o como nos sentíamos al respecto.
Me dediqué a mirar hacia afuera, observando la ciudad, todo estaba tan normal, gente caminando, conversando, divirtiéndose, todas las tiendas abiertas, mucho tráfico y todo. Me cayeron nuevamente unas lágrimas al sentirlo tan distinto a como me había acostumbrado este último mes en Chile, tenía muchísima tristeza y rabia por la situación y presenciar esta normalidad me causaba nostalgia.
Minutos después el taxi se detuvo, miré donde nos encontrábamos, y era el departamento que Bnet compartía con Lucas y Cris, lo recordaba. Sequé mis lágrimas disimuladamente y bajé.