CAPÍTULO IV

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-Wei Ying, prometo que volvere. -Decía la alfa, con su abrigo ya puesto y con un caballo con provisiones a sus espaldas.

-Pero...

-Debo volver.- Wen Qing lo interrumpió. -Mi pueblo me necesita.- La joven volteo a mirar a Cangse Sanren y a Wei Changze. -Por favor, cuidense.

-No te preocupes mi niña. -Dijo Cangse Sanren. -Viaja con cuidado.

La joven alfa asintió antes de comenzar a alejarse.

-¡Espera!.- grito Wei Ying. Salió corriendo hacia la casa, para después salir con una pequeña caja de madera en sus manos, se acercó a la alfa y le entregó la caja. -Soy tu hermano y quiero que me recuerdes. - Ajustó su abrigo con sus pequeñas manos. -Mi madre dice que hay que abrigarse bién para no enfermarse. -Decía el omega, envolvió con sus brazitos el cuerpo de la alfa en un abrazo.

-Gracias. -Dijo Wen Qing. -Gracias por todo.

Y así la alfa se alejó de ese lugar.

Wei Ying abrió los ojos con pesadez.

Sentía su cuerpo adolorido y pegajoso. No entendía por qué tenía ese recuerdo ahora. Ya había pasado seis años de aquello. La guerra había estallado hace ya tres. Gracias a los dioses no estaban en el centro de la batalla, pero si podían ver cruzar los ejercitos no muy lejos de ahí. A veces los soldados se quedaban en el pueblo a descansar.

Según los rumores una extraña epidemia atacó a los reinos enemigos, reduciendo la población omega y parte de la beta. Se decía que era culpa del rey.

-Wei Ying ¿como sigues?. -Cangse Sanren entró a la habitación donde el omega estaba encerrado. -Te traje el té para que bajen los síntomas.

Wei Changze había inventado una bebida a base de distintas hierbas, que ayudaban con las incomodidades del celo. No lo quitaban, pero al menos lo hacen más llevadero.

-Me acorde de Wen Qing.- dijo Wei Ying. Ya había quedado atras el tierno niño omega, ahora contaba con caderas anchas, cintura delgada y largas piernas. Sus ojos café no perdían ese hermoso brillo y su largo cabello negro suave que cubría su delicada espalda.

-Espero que ella esté bien.- dijo Cangse Sanren.

-Madre ¿que paso anoche?.- preguntó Wei Ying.

-Tropas pasaron cerca de acá. Hubo un enfrentamiento.- Cangse Sanren guardo silencio al escuchar algo. -Amor no vayas a salir.- Dijo la omega poniendose de pie.

-¿Mamá?...

-Deben ser soldados que están de paso, no te preocupes. -La mujer salió del cuarto. Wei Ying se puso de pie, pegando su oído en la puerta.

-Señores bienvenidos. En que les podemos ayudar. -esa era la voz de su padre.

-¿Lo huelen?. -Se escuchó la voz de alguien más.

-¿A que se refieren?.- preguntó Wei Changze con preocupación.

-Huele a omega...omega en celo.- El cuerpo de Wei Ying se tenso al escuchar esas palabras.

-Señores. Les pido por favor que se retiren.- Escuchó la voz de su padre, cargada de autoridad.

Alguien rió.

-Somos del ejército del rey. Tú, pueblerino no nos das órdenes. -Dijo con burla uno de los soldados.

-Por favor, no hacemos mal a nadie. Váyanse.- Rogo su madre.

-Guarda silencio omega.- dijo uno de los tipos utilizando su voz. El cuerpo de Wei Ying comenzó a temblar, bajando la cabeza. Nunca había escuchado la voz, ni siquiera la de su padre.

MI CAMINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora