Prólogo

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¿Por qué tenía que pasarle eso a él?
Solo buscaba vivir tranquilamente en Asgard luego de haber sido derrotado por esos mortales, los llamados Vengadores. Tal vez no tan tranquilamente, debido a lo que había hecho.

Fue una total deshonra que ellos pudieran derrotarlo, incluso Thor se había aliado con ellos y ahora eran grandes amigos.

Al ser capturado y llevado de regreso a Asgard junto con el Tesseracto lo volvió más orgulloso, si eso era posible, ya que escuchaba murmullos y comentarios despectivos hacia su persona; le llamaron monstruo y traidor, querían verlo humillado, y en el peor de los casos, muerto. Pero fingió muy bien que nada de eso le afectaba, llevando siempre su porte orgulloso y altivo.

Fue así que llegó a la sala del trono ante Odin, Padre de Todo, Frigga, su madre, y por supuesto, Thor, su siempre deslumbrante hermano.
Tuvo que soportar los gritos por parte del Concejo, que exigían su cabeza como pago por los crímenes cometidos en Midgard. Trató de ignorarlos, así como evitó ver a Odin a los ojos. Ya estaba cansado de recibir miradas llenas de decepción por parte del anciano, recordándole siempre que no era nada comparado con el hijo dorado, aquel que sería el gran heredero del trono de Asgard y lucharía valientemente con Mjolnir, su fiel compañero.

Esperó muchas horas para recibir finalmente su castigo, el cual, para su sorpresa, no incluía la muerte pero debía ser encerrado en las mazmorras del palacio, portando brazaletes y cadenas que restringían su magia y así evitar que intentara lastimar a alguien o escapar.

Era justo, pensó. Estaría solo, como siempre lo estuvo, rodeado de criminales y guardias que jamás le tendrían el más mínimo respeto, aún cuando portaba el estatus de príncipe.

Frigga le dedicaba una mirada llena de compasión, pese a lo que había hecho, ella aún lo consideraba su hijo, no le importaban sus orígenes. Sabía que ella había intercedido por él ante su esposo, y esa debía ser la razón por la cual el castigo que el Concejo proponía, fue desechada por Odin de manera casi inmediata.

Así que, ahí estaba él, en la celda que se convertiría en su nuevo hogar por un largo tiempo. Aún poseía un poco de magia, pero no podía utilizarla para afectar el exterior.

Tendría mucho tiempo de sobra para pensar en lo que haría a partir de ahora, sabía que Frigga no se quedaría de brazos cruzados y haría lo que fuera para asegurarse de que su amado hijo estuviese libre tan pronto como fuera posible.
No pudo evitar que su pecho doliera al pensar en su madre. Ella siempre lo apoyó cuando Odín o Thor lo dejaban en las sombras, ella lo amó incondicionalmente y estaba agradecido por ello, pero ahora sólo había vergüenza en su corazón al ver que la siempre pulcra y amorosa reina estuviese abogando por él. Sabía que no lo merecía, pero vamos, no todo había sido su culpa.

Carry You -Thorki- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora