Carry You -Thorki-

13

El Dios del Engaño se mantuvo pensativo el resto del día.
Recordaba la conversación que había tenido con Nat y cómo eso influyó en querer exponer los horrores que sufrió bajo el mando de Thanos y sus hijos. Le avergonzaba recordar cómo había sido menospreciado, siendo él un príncipe, pero no había mucho que él pudiese hacer para evitarlo.

Pero ahora podía vengarse, teniendo a los héroes más poderosos de Midgard y al Dios del Trueno de su lado, se sentía confiado, por fin podría contrarrestar los horrores a los que fue sometido, haría sufrir a sus verdugos. Ya no temería.

Con esa motivación en mente, le pidió a Viernes que reuniera a todo el equipo en la sala porque tenía algo importante que decirles; incluso envió el mensaje a Phee, Loki quería que ella escuchara.

Tomó asiento en uno de los sillones, esperando la aparición del equipo, mientras suspiraba audiblemente.
En cuestión de segundos, los héroes fueron llegando, cada uno con diferente expresión. Fueron tomando lugar alrededor de Loki y esperaron a que todos llegaran.

Los últimos en integrarse fueron Thor y Phoenix. Al verla, Loki le hizo un espacio en el sillón, para que estuviera a su lado. Mientras que Thor se mantuvo de pie, justo frente a él. Antes de que iniciara, Loki le dirigió una mirada a Natasha y ella llegó de inmediato a sus espaldas.

—Quise reunirlos porque hay algo muy importante que debo decirles, sobre Thanos y la Orden Negra. Sé que todos se están cuestionando sobre la presencia de Phee, le pedí a Viernes que también le enviara el mensaje. Quería que estuviera presente.— el azabache suspiró y tomó la mano de Phee, para buscar consuelo. Nat actuó casi de inmediato y colocó ambas manos en los hombros de Loki. —Decidí que quiero ser completamente honesto con ustedes.

—Nos estás asustando, Cuernitos.

—Hace unos años, cuando Thor y yo nos enfrentamos en el Bifrost, me sentía vilmente traicionado. Había vivido engañado toda mi vida, estaba furioso por ello. Me habían enseñado a odiar a mi raza desde que era un niño, yo era un monstruo como ellos. Y odiaba esa parte de mí, me asqueaba. Todo mi ser había enloquecido, quería venganza, quería desatar mi ira creciente de algún modo. Se me ocurrió que destruir Jotunheim sería placentero para mi, después de todo, me habían rechazado. No sentiría pena alguna, pero Thor impidió el ataque. El puente fue destruido y yo... preferí caer al vacío en lugar de seguir viviendo una mentira. Ya no quería más dolor en mi vida, porque no podría obtener nada de lo que quisiera. Mi esperanza era morir en el vacío, pero nada de eso ocurrió. Me topé con los peores seres que podrían existir.
El lugar se veía desolado, lleno de rocas y escombros, fui encontrado por aquellos que se convertirían en mis verdugos. Me llevaron ante su líder, Thanos. Un titán loco que había destruido su propio planeta, porque según él, eso sería misericordioso. Consideró que serviría como experimento de uno de sus hijos, Ebony Maw, pero al ver mi apariencia y el símbolo de la Familia Real en mi pecho, descubrió que era hijo de Odín.
Él lo detestaba, porque era un impedimento para sus planes macabros. Consideró que la suerte estaba de su lado porque tenía al hijo de su enemigo a su merced. Me encerró por días, meses. Hacía que me torturaran a diario; me golpeaban, herían, rompían mis huesos, me clavaban espadas y dagas en el cuerpo, me azotaban con fuerza hasta que me hacían sangrar por completo. No me daban oportunidad de recuperarme.
Se volvió peor cuando descubrieron mi ascendencia jotun, me torturaron con el calor. Me encerraban en una celda que subía la temperatura constantemente, en lugar de espadas y dagas, me clavaron trozos de hierro hirviendo. Me estaban volviendo loco. Sé que debí haberme visto deplorable y ridículo, pero ya estaba harto de todo eso. Fueron meses enteros llenos de horrores. Ya no lo soportaba y dejé mi orgullo de lado; empecé a suplicar que se detuvieran, que ya era suficiente y pedí a gritos que me mataran de una buena vez. Pero eso sólo les generó gracia.