Carry You -Thorki-

8

Cuando Phoenix despertó al día siguiente, los doctores quisieron hacerle nuevos análisis para asegurarse de que se encontraba bien.
Loki no se despegaba de su lado bajo ninguna circunstancia, temía que intentaran hacerle daño. Después de todo, no confiaba del todo en los midgardianos.

Al darla de alta, Loki y Phee salieron del hospital, rumbo hacia el hotel.
El azabache no los llevó hasta allá con magia, pues había algo que quería buscar y ni loco dejaría sola a Phee.
Emprendieron camino y observaban con detenimiento las llamativas tiendas y algunos puestos callejeros.

—¿Estás hambrienta?

—Para nada, así estoy bien. Quedé satisfecha con la comida del hospital, aunque generalmente no debería ser así.—menciona con una sonrisa divertida.

Al seguir su camino, pasaron por la dichosa tienda en la que sucedió la tragedia de la noche anterior. Aún se podían ver algunas manchas de sangre de los tipos en la nieve. Loki realmente los atacó con fuerza, pero no se arrepentía de ello. Habían atacado a su amiga y su cordura se fue a la basura. Phee se aferró a su brazo, demostrándole que aún le afectaba lo que había sucedido.

En unas calles más adelante, había un pequeño puesto con bisutería y algunas joyas. Loki quiso acercarse a ver, cosa bastante extraña por parte del dios. Pidió a Phee que escogiera algo que fuera de su gusto y luego pagó. Phoenix no tenía idea de cómo Loki había conseguido dinero, pero evitó preguntarle, después de todo le compró un hermoso collar que contenía al sol y la luna unidos, ambos con un tono dorado.

Cuando llegaron al hotel, Loki se mostró un poco inquieto, parecía que no podía poner en orden sus pensamientos y terminó preocupando a su amiga, quién se acercó a él para tomarlo del brazo en señal de apoyo. No iba a presionarlo para que hablara, ya antes había aprendido que Loki no disfrutaba hablar de sus problemas y preocupaciones.

—Escucha, Phee.—habló finalmente—No pude protegerte antes y me arrepiento por eso, había jurado que no te dejaría sufrir y fallé. Te fallé y eso es algo que jamás podré perdonarme.

—Loki, está bien, ya te lo había dicho. No fue tu culpa.

—No quiero que algo así vuelva a ocurrirte.—Con una mirada determinada, Loki tomó el collar que le regaló a Phee y empezó a trazar pequeñas runas mientras el objeto se veía envuelto en energía de tonalidad verde.—Ahora estarás protegida, le coloqué runas de protección y está impregnado con mi magia. Nadie volverá a dañarte y me aseguraré de ello.

—Loki...—Phee estaba conmovida por ese gesto. Loki realmente se sentía culpable por lo sucedido y quería enmendar las cosas.   —Gracias, es un regalo muy preciado y lo cuidaré mucho.

Phee lo abrazó con fuerza, nadie aparte de su padre le había dado un objeto valioso cargado de sentimientos. Le hacía feliz saber que Loki no tenía pensado deshacerse de ella, ahora que conocía un poco más al Dios del engaño, no quería alejarse de él por ningún motivo. Era su salvador y su amigo, fue el único que la defendió y la liberó de su sufrimiento. Phoenix le debía la vida, aunque eso no se lo diría a su azabache amigo.

Pasaron el resto del día en el hotel, viendo alguna película y pidiendo servicio a la habitación. Loki no parecía entender mucho sobre lo que veían así que Phee le explicaba con paciencia, pero el azabache sólo mencionaba que los midgardianos tenían objetos muy extraños.

Fue así que se volvió de noche, ambos se movilizaron hasta la puerta corrediza que daba vista al exterior. El cielo estaba despejado y las estrellas podían ser vistas con facilidad; brillaban de una manera casi mágica. Era un ambiente bastante tranquilo. Phee tenía su cabeza recostada en el hombro de Loki, mientras este acariciaba su cabeza con parsimonia, hasta que se detuvo de golpe completamente asustado. Pudo sentir la presencia de alguien justo detrás de ellos, y no era una presencia agradable.