Maraton 2/3

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  Hugo no le dejó tiempo a Nick para respirar. Llevaba dos horas esperando a que llegase su bus, dos malditas horas. ¿Porque Barcelona tenía que ser el sitio que más lejos quedaba de la academia? Pero todo eso daba igual ahora que le tenía entre sus brazos.

  La idea inicial era abrazarle y decirle lo mucho que le había echado de menos, pero las ganas de besarle pudieron con él y no las reprimió. Atrapó la boca de Nick, le abrazó fuertemente por la cintura y le mostró a todo el mundo quien era su persona favorita.

  Volver a besar a Nick era como ponerse el pijama después de un día agotador: reconfortante, satisfactorio y cómodo. Volvió a probar su sabor a pasta de dientes y a morder sus labios.

  Si a Samantha y Nia no se les hubiese ocurrido interrumpir para robarle a Nick, hubiese sacado la lengua a pasear. Gruñó cuando el cuerpo de su bebé dejó de estar en contacto con el suyo, pero el mal humor se le pasó cuando vio la carita de Nick. Estaba tan contento...esa sonrisa enorme tan suya no abandonaba su cara, y con eso bastaba para hacer feliz a Hugo.

  Tuvo que esperar un buen rato hasta que Nick hubo saludado a todos, abrazado a todos y hablado con todos. Le cogió la mano y lo abrazó, esta vez más calmado. Nick sonrió y le besó la mejilla.
—Me has dejado embobado con ese beso, quiero más como ese—pidió. Hugo le apretó más fuerte.
—Pues espérate a que termine de darte el primero, me han dejado a medias.
—Termínalo.
—Adentro mejor, mi amor.

  Las puertas de la academia se abrieron por fin, dándoles la bienvenida de nuevo. Hugo miraba todo pasmado. ¡Cómo había extrañado ese maldito sitio! Se emocionó muchísimo cuando vio a Noé, pero no soltó a Nick porque era consciente de que si lo hacía, volverían a quitárselo.

  El primer día de vuelta no iban a grabar nada, les iban a dejar asentarse y colocar sus cosas, pasar la tarde sin la presión de las cámaras. Cada uno se ocupó de ordenar muy rápido para tener más tiempo libre.

  Hugo cogió una manta y se tumbó en el sofá con Nick. Estaba seguro de que en cualquier momento iba a explotar de felicidad.
—Recuérdame que no estoy soñando—dijo Nick sonriéndole.
—Lo haría si estuviese seguro de que no es un sueño. Me parece mentira, es demasiado perfecto.
—Para perfecto estás tú—le guiñó un ojo y Hugo soltó una carcajada. ¿Desde cuando Nick era así de directo y juguetón?
—Te he echado mucho de menos.
—Yo también, un día más y no aguanto.
—Oye, yo te dije que iba a hacer algo cuando nos viésemos...y lo prometido es deuda.

  Las mejillas de Nick se encendieron y los ojos le brillaron aún más. Hugo sabía que recordaba su promesa, la de dejarle los labios tatuados en la piel. Se inclinó para besarle la frente, la nariz, los mofletes...le mordió una de las mejillas suavemente.
—Es que son tan bonitas que dan ganas de comérselas—susurró.

  Continuó por la barbilla y subió hasta su boca. No tenía prisa, había tiempo. Empezó con suavidad, disfrutando de cada segundo. Cuando lo vio oportuno, le mordió el labio inferior y coló la lengua en la boca de Nick. El catalán reaccionaba a sus acciones, apretándose más contra él y estrujando su camiseta con las manos.

  Hugo se aseguró de que no había rincón de su boca que no hubiese probado y dejó una línea de besos húmedos por su mandíbula, bajando al cuello. Nick pegó un respingo.
—Hugo...nos van a ver.
—Ya nos han visto, relájate, rey—murmuró contra su piel. Nick estiró la manta hasta que sus cabezas quedaron tapadas y Hugo sonrió. El Nick vergonzoso había vuelto.

  Su piel se marcaba fácil, extraordinariamente rápido y visible. Le dejó una sola marca, pero una marca de las buenas, que no se iría en un tiempo. Nick le obligó a subir de nuevo a su boca y le besó con más intensidad.

  Se sorprendió mucho cuando la boca de Nick atacó su cuello. Nunca dejaba marcas en el cuello de Hugo, decía que le daba corte. Supuso que un mes sin nada de contacto físico le había dejado con ganas de todo.

  Para no hacer eso habitualmente, se le daba jodidamente bien. No le sorprendía, la boca de su novio era buena para todo. Para cantar, para hablar, para besar, para hacer chupetones y para...otras cosas.

  El solo pensamiento de Nick haciendo eso bastó para que una erección le oprimiese los pantalones. Nick debió notarlo porque se apartó muy rojo.
—Lo siento, lo siento—se disculpó Hugo—Es que no he podido evitarlo.
—No pasa nada, en realidad...me gusta como se siente.

  Joder, ahora sí que estaba duro. Controló sus ganas de ir al siguiente nivel ya y acarició suavemente el pelo de la nuca de Nick, pegando más sus cuerpos y uniendo de nuevo sus labios. No quería asustarlo.

  Tentativamente, dirigió sus manos hasta el trasero de su chico, que jadeó ante el contacto.
—¿Quieres seguir con esto en el cuarto?—preguntó Hugo en voz baja.
—Por favor.

Más que amigos (Hugick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora