𝓒𝓾𝓪𝓻𝓮𝓷𝓽𝓪

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Días después

Narra Shawn

Había visto a los niños seis fines de semana más en el transcurso de estos tres meses luego del accidente de Danielle. Ella ahora está bien, y me ha contado que se encuentra en un tratamiento que está siguiendo al pie de la letra. 

El día de hoy había sido muy ajetreado así que decidí recostarme un rato en la cama mientras veía una serie. Dure algunas horas solo hasta que Camila decidió entrar con una sonrisa en su rostro.

—¡Hola!—se sentó a un lado mío.

—Hola—le sonreí.

—Te tengo una enorme sorpresa—me dijo entusiasmada haciéndome verla confuso. Ella no es muy detallista conmigo.

—¿Cuál es?

—Abre la caja y sabrás—me mostró el objeto entre sus manos. Ni siquiera me había tomado la molestia de percatarme que la traía consigo.

—De acuerdo—me emocioné un poco así que tomé la caja.

Quite el lazo que llevaba y luego la destapé. Desbordaban papeles de colores así que tuve que buscar entre ellos hasta encontrar lo que había en el fondo. Saqué el objeto y mi rostro se volvió uno de sorpresa al ver que se trataba de una prueba de embarazo positiva.

Mierda.

—¿Y?—Camila espetó en un chillido de felicidad.

Jodiste todo, Shawn Mendes.

Me quedé un buen rato tratando de encontrar alguna palabra hasta que por fin pude formular una oración.

—Es una broma, ¿verdad?

Tenía esperanzas de que sea una pésima broma, una de muy mal gusto.

—No—deshizo su sonrisa—hice más y salieron positivas, ¿quieres verlas?—negué lentamente.

¿En qué te metiste?

Narra Dua

—¡Elle!—decía subiendo las escaleras—¿Danielle?—llevaba hablándole por minutos.

Hace más de media hora que subió a su habitación por su teléfono y no bajo a terminar la película con nosotros. Lo extraño era que su celular estaba en la mesa frente a ella y se notaba a simple vista.

Seguía llamándola pero no había respuesta suya, así que fui hasta su recámara donde supuse que debería de estar y no me equivoqué al escuchar sus sollozos dentro de su baño.

Comencé a preocuparme así que fui hasta la puerta y la toque tres veces desesperadamente.

—¡Vete, por favor!—gritó con la voz temblorosa.

Nunca se había comportado así conmigo.

—Dani, ¿qué pasó?. Déjame entrar—intenté abrir la puerta pero se escuchó cuando ella la cerró con seguro.

—¡Dua, vete!—suplicó entre sollozos.

—Me estás angustiando—me recargué en la puerta—abre, por favor. Quiero ayudarte—volví a tocar innecesariamente.

—Necesito estar sola.

—Danielle, ¿qué sucede?. Soy tu mejor amiga y te dije que siempre voy a estar para ti. Déjame pasar o tú sal del ahí.

𝓝𝓾𝓮𝓼𝓽𝓻𝓪 𝓱𝓲𝓼𝓽𝓸𝓻𝓲𝓪 ・*:.˛ ˚𝗦𝗠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora