V

180 48 171
                                    


Termino de aplicarme la máscara de pestañas y la dejo de nuevo en su lugar. Me miro de arriba abajo en el espejo y sonrío satisfecha. Mi cabello cae suelto sobre el vestido, me he esmerado y le he dado un poco de movimiento a mis ondas para dejarlas más abiertas y mejor distribuidas.

Mis ojos continúan su escrutinio por la imagen que se refleja ante mí, deteniéndose en el precioso vestido azul cielo que me ha prestado mi amiga. Es como si lo hubiesen hecho a mi medida.

Por último, bajo la mirada a mis pies y corroboro que los zapatos que he escogido son los indicados. Me he puesto unos de color nude que apenas tienen un poco de taco, quiero sentirme cómoda en la cena, sea donde sea que vayamos a ir. Acordé con Aristeo por teléfono que él pasaría por mí y de allí iríamos a un restaurante el cual hasta ahora desconozco.

Sorpresa, sorpresa...

Tomo el bolso de mano que dejé sobre la cama y en ese mismo momento siento que algo vibra dos veces en su interior. Saco mi teléfono de allí y reviso el mensaje que Aristeo me acaba de enviar:

"Ya estoy afuera, te espero. Tómate el tiempo que necesites".

El corazón se me derrite al leer eso, está dispuesto a esperarme el tiempo que sea necesario por si aun no he terminado de arreglarme. ¿Quién hace eso hoy en día?

La reserva en el restaurante no creo que espere.

Es cierto.

Salgo de mi cuarto rápidamente y vuelvo a meterme dentro cuando olvido tomar la chaqueta de hilo que dejé colgada en la silla del escritorio. Las noches siempre son más frescas, y no está en mis planes ponerme a temblar como una gelatina.

Una vez que recojo lo que me faltaba, salgo a toda prisa del cuarto rezando por dentro no toparme con nadie en el camino. Y con nadie me refiero Taylor, nuestros padres se han ido solos a cenar afuera, asique estamos solo nosotros dos en la casa.

Llego a la puerta principal sin ningún inconveniente y una vez que la abro grito un rápido:

—¡Regreso en un rato! ¡Adiós!

Escucho enseguida la puerta de un cuarto de arriba abrirse, pero yo me apresuro a escabullirme de la casa antes de hacer contacto visual con Taylor. No quiero volver a tocar el tema de ayer, no tengo tiempo para lidiar con idioteces.

Al voltearme, mis ojos se encuentran en la distancia con Aristeo. Él está recargado contra su coche, aguardando pacientemente por mí. Es inevitable para mis ojos darle una buena repasada. Sí, desde luego que me gusta lo que veo. Él se ha puesto una camisa blanca que se le ciñe a su increíble torso; un pantalón oscuro y unos zapatos del mismo color.

Él alza la mirada al oír la puerta de casa cerrarse e irremediablemente sus ojos se conectan con los míos. Puedo jurar que su boca se ha abierto ligeramente al verme, pero lo disimula desplegando una enorme sonrisa. Agradezco que el sol esté casi escondido, de esta manera Aristeo no podrá notar mi rubor.

Me obligo a caminar hasta donde está él y sonrío tímidamente al tenerlo frente mí. También me percato de que su camisa tiene como detalles unas finas rayas de un color azulado. Está guapísimo.

Aristeo me da un tierno beso en la mejilla y se aparta para verme a los ojos.

—Estás realmente hermosa, Caitlin —es lo primero que me dice.

Mis mejillas se vuelven a encender sin mi consentimiento. Dios, esto será realmente difícil de controlar.

—Gracias —sonrío—. Tu igual, Aristeo.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora