XXI

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—Yo les dije que no fue una buena idea mirar esa película de terror —murmura Penny, con los ojos puestos en la revista que está leyendo.

Las dos primeras horas de clase en el instituto fueron una verdadera tortura. Me quedé dormida varias veces y no tuve a nadie a mi lado que me codeara para que me despertara. En este mundo, en el de verdad, Dylan no es mi compañero de mesa. Lo único que me despertó fue el golpe seco de un libro sobre mi pupitre. A la profesora Watson no le gustó nada que usara su clase de historia para echarme una siesta. Me regañó, desde luego, pero aun así no me sacó de su clase. Vaya suerte la mía.

Lo que acaba de decir Penny, es solo porque he apoyado la cabeza contra la mesa en un gesto claro de cansancio. Apenas dormí durante la anoche. Después de regresar a casa de Jill con Kyle, no le he dejado de dar vueltas al asunto suyo con Debbie. Las cosas se complicarán bastante si no se hace a un lado de ese tema. Ella no es la misma persona que conoció en ese otro mundo que yo creé. Debería olvidar el asunto. Si Miracle llegara a enterarse de esto... no sé si lo comprenda. Una cosa es amar a alguien que ya murió, porque todos sabemos que el amor seguirá estando por siempre. Pero ¿amar a alguien que aun sigue vivo? Peor aun, ¿amar a dos personas al mismo tiempo? Definitivamente, Kyle debe apartarse de ese asunto.

Por otro lado, eso no fue lo único que no me dejó dormir. Estuve gran parte de la noche pensando en Taylor. Según lo que Dylan y Kyle me dijeron, él no se encuentra para nada bien. Y todo por mi culpa. La ausencia de Jill lo está... matando. Me cuesta siquiera pensar en eso. Si llegara a sucederle algo a mi hermano no me lo perdonaría jamás. Así que, mientras mis amigas dormían decidí que hoy después de clases cruzaré el portal e iré a verlo. Intentaré que hable conmigo. Quiero ayudarle.

—Debí haberte escuchado —disimulo, fingiendo que el miedo por la película fue lo que me mantuvo en vela.

—Yo me desperté en un momento y no te vi en la cama —dice ahora Jill, con una ligera sospecha.

¿Nos habrá oído a Kyle y a mí?

Levanto la cabeza de golpe, comenzando a sentir ese familiar nerviosismo que aparece cuando están a punto de descubrir nuestra mentira.

—Había ido al baño —suelto rápidamente, rogando que se lo crea.

—Fui allí y no estabas —la rubia entrecierra los ojos en mi dirección.

Penny levanta la mirada de la revista y la centra en nosotras.

—Entonces fue cuando bajé a la cocina a tomar una vaso de leche —digo con naturalidad, rezándole a todos los dioses habidos y por haber para que ya deje de interrogarme.

—La leche estaba vencida —puntualiza, con una sonrisita de triunfo en el rostro.

No puede ser, ¿y ahora que le digo?

Improvisa.

—Eso no es cierto —espeto con seguridad.

Jill me observa por unos segundos más que me parecen eternos, hasta que la veo soltar una risita maliciosa.

—Vale, era mentira lo de la leche, solo quería ver si mordías el anzuelo.

Si será...

—¿Creíste que me había escapado? —le pregunto, fingiendo sentirme indignada y ofendida por su acusación.

Sí, lo hiciste.

Ya lo sé, pero hay que disimular, ¿no?

—Pues claro que sí —responde con obviedad—. Ya me veía yo yendo a buscarte a lo de Aristeo.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora