XVIII

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El trayecto desde la casa de Dylan al instituto, se vuelve un poco más divertido con Kyle en el coche. Aquel no ha parado de hablar ni por un segundo en todo el viaje. Sinceramente, agradezco su presencia, no hubiese soportado la tensión entre Dylan y yo. Ya sé que nos hemos besado, no niego que no haya sido mágico, porque sí lo fue. Ese beso superó todas mis expectativas, y lo repetiría una y mil veces. Pero a pesar de que mi corazón no deja de saltar de felicidad cada vez que rememoro sus labios, aun me siento inquieta por no haber tenido tiempo para hablar con él sobre el tema. A lo que me refiero es, ¿qué somos ahora?

Dylan me da un rápido vistazo por el espejo retrovisor y yo me encojo en mi asiento, muerta de vergüenza. Dios mío, ¡estuvimos por desnudarnos! Si Taylor y Kyle no hubiesen llegado, no sé que es lo que hubiese ocurrido allí en su cuarto. Me da miedo pensar que nuestra conexión sabe bien como manipularnos, al punto de desconectar nuestra parte racional.

A pesar de que desee con todas mis fuerzas perder el control con Dylan, necesito que vayamos más lento. Ya sé que nada de esto es nuevo, yo viví muchas cosas junto a él, pero todo eso ocurrió en mi mente. Ahora me toca vivir todo desde cero en carne y hueso, y no es algo fácil de digerir.

Además, me da una terrible vergüenza que Dylan sepa en todo momento cuando estoy pensando en él. De seguro ese es el motivo por el cual no ha parado de lanzar miradas furtivas hacia la parte posterior del coche. Estoy más que segura que lo hace porque está sintiendo mis constantes llamados.

Tonta, Caitlin.

Una vez que llegamos al instituto, soy la última en bajar del coche.

—... y ya comienzo a olvidar varias cosas humanas, ¿a ti te sucede? —escucho parte de la conservación que Kyle y Dylan están manteniendo mientras me esperan.

—Sí —responde Dylan, cruzándose de brazos—. En unos días volveremos a ser los de siempre.

Kyle maldice por lo bajo mientras acomoda la mochila sobre su hombro.

—Miracle se había emocionado por mis nuevas habilidades culinarias —murmura apenado.

—Puedes volver a aprender todo eso de nuevo —resuelvo al llegar a su lado.

—Sí... debería. Lo bueno es que no perdí otras habilidades —dice con picardía.

Suelto una pequeña risita mientras que Dylan pone los ojos en blanco. Nos mezclamos entre los demás estudiantes cuando avanzamos hacia el interior del edificio. En el trayecto casi escupo el corazón de la emoción al sentir los dedos de Dylan entrelazarse con los míos. Su cálida mano envuelve la mía, que está fría como el hielo, enviando miles de chispas por toda mi extremidad. Miro por un segundo nuestro amarre y luego lo miro a él que intenta mantenerse serio, aunque le divierte la expresión de mi rostro.

Kyle nos da una mirada de reojo y una sonrisita se insinúa en sus labios al vernos de nuevo juntos. Al final, todas sus tácticas para volvernos a unir han funcionado, hay que reconocerlo. De todas formas, sigo sin saber que es lo que somos, por lo que no sé como comportarme a su alrededor.

Todos estos días, con Dylan no hemos hecho más que discutir, gritar y herirnos el uno al otro. Nosotros jamás fuimos así. Todos los recuerdos que tengo de la relación que creí vivir mientras el coma se llevaba parte de mi vida, son muy distintos a estos que estamos creando ahora. A lo mejor, a partir de este momento las cosas cambien para bien.

Una vez que cruzamos las puertas de entrada, nos dirigimos directamente a nuestra aula. No paso por alto ciertas miraditas envenenadas que me lanzan algunas chicas al verme de la mano de Dylan. Debí imaginármelas menos entrometidas. Lo peor de todo es que para ellas yo soy el problema, a él lo contemplan como si fuese un hermoso atardecer. Malditas víboras.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora