XII

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Hace rato que camino sin ningún rumbo. Las calles están vacías, sin vehículos ni peatones circulando. Es extraño. ¿A dónde se fueron todos?

Me rodeo el cuerpo con los brazos a la vez que miro el cielo encapotado de nubes grises que anuncian un terrible temporal. El viento gira a mi alrededor, y yo batallo con mi cabello para que no me obstruya la vista.

Camino por no sé cuanto tiempo hasta que diviso la silueta de una persona a lo lejos. Me detengo en seco y agudizo mi vista para poder detallar mejor su figura. Es un hombre. Más bien, un joven.

El chico solo está parado, de perfil a mí, mirando un punto fijo por delante suyo.
¿Qué es lo que hace?

Impulsada por la curiosidad y el miedo a la soledad, apresuro el paso para cortar la distancia entre nosotros.

Cuando estoy a tan solo unos metros, me doy cuenta que el escenario ha cambiado a mi alrededor. Mis pies ya no están sobre el asfalto, sino más bien sobre la tierra. Y al levantar la vista me encuentro con que el joven que veía de lejos es... ¿Dylan? Aun así, eso no me sorprende más que verlo parado sobre las vías del tren.

¿Qué hace allí?

Mi respiración se acelera al oír en la lejanía el tren que se acerca a toda marcha.

No...

Cuando se percata de mi presencia, Dylan gira la cabeza en mi dirección y el dolor en su mirada se me clava como un puñal en mi maltratado corazón.

—¿Qué... qué estás haciendo? —le pregunto con la voz temblorosa.

—Ya no lo soporto. Duele demasiado —dice en un murmullo.

—Sal de las vías, por favor. Lo hablaremos en otro sitio, ¿sí? —mi voz es como una seda mientras intento convencerlo.

—¿Por qué? A ti te importa lo que me pase.

Sus palabras me duelen y me molestan a la vez. Él no sabe como me siento.

—Eso no es cierto, por supuesto que me preocupo por ti.

El tren se oye cada vez más cerca, incluso puedo verlo a pocos kilómetros de aquí.

—Necesito estar en un mundo donde tú y yo seamos todo, Caitlin. Esta realidad me está matando lentamente, es desgarradora —murmura dolido.

Puedo ver el tren cada vez más cerca. La ansiedad toma control de mi cuerpo. ¿Qué hago? ¡Se matará si no intervengo!

—No estás pensando con claridad, por favor, ¡sal de ahí! —digo histérica.

—Te amaré siempre, Caitlin —susurra sin apartar la vista de mí.

¡No!

El tren ya está aquí.

Siento la fuerte necesidad de ir tras él, es como una fuerza que me empuja hacia donde se encuentra. No quiero resistirme, la tentación es demasiado fuerte. Y no dejaré que se quite la vida por mi culpa, si él desaparece yo igual.

—¡Dylan! —grito desesperada, echando a correr hacia él. Tal vez alcance a empujarlo, aunque muera en el intento.

Llego junto a él rápidamente, pero el tren también lo hace. Mis ojos se abren desmesuradamente al ver la muerte delante de mí.

—Yo también te amo —digo como últimas palabras.

Me despierto en medio un grito que a punto está de desgarrarme las cuerdas vocales.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora