XVI

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Apresuro el paso por las calles de mi ciudad, tomando los caminos más cortos para poder llegar a mi casa cuanto antes. Necesito pensar un plan para poder ordenar todas la piezas del juego en que se ha convertido mi vida. Más de una no está en su sitio correcto y necesito ponerlas en su lugar para seguir funcionando correctamente.

Las pocas horas que he estado en mi mundo me he dado cuenta que debo seguir las reglas de aquí para poder encontrar la paz conmigo misma. Todo esto me da a entender que en este sitio debo pensar y actuar como lo haría mi otro yo. El problema aquí es que no puedo dividirme, ni a mi cabeza tampoco. Comparto los mismos pensamientos aquí y allá, por eso me encuentro en una constante disputa interna por como debo comportarme, qué debo sentir y quién debo ser.

Mientras camino, Aristeo pasa por mi mente una decena de veces. Necesito ir a hablar con él.

Repentinamente, una coche negro se estaciona justo a mi lado. Mis músculos se tensan al pensar que podría ser algún discípulo de Argus, pero al mirar de reojo, veo que solo se trata de Dylan. Suspiro aliviada. La ventanilla del coche se baja, dejando a la vista a mis bonitos ojos grises que me observan con cierta inquietud.

—¿A dónde vas? —me pregunta, conduciendo despacio para seguir el ritmo de mi caminata.

—A mi casa —respondo algo borde.

—¿Cual de las dos? —inquiere con recelo.

Con que le preocupa que regrese al otro mundo sin avisarle...

Freno en seco y él también detiene el coche.

—¿Qué necesitas? —pregunto de una vez por todas, girándome hacia él.

—Hablar contigo.

—Pues anda, dime lo que tengas que decirme.

Dylan niega con la cabeza y aferra sus manos al volante.

—Sube, iremos a otro lado.

—No tengo tanto tiempo —murmuro, cruzándome de brazos.

—¿Tan ocupada estás? —pregunta sarcástico.

Pues sí, debo hacer algo importante.

—Sí —me limito a contestar.

Él me mira con curiosidad, pero decide no preguntar. Se estira en el asiento y me abre la puerta del copiloto para que suba.

—Intentaré que sea rápido —masculla desde adentro.

Inhalo profundamente antes de caminar en su dirección.

¿Qué tendrá para decirme?

Me subo al coche y pone en marcha el vehículo una vez que cierro la puerta.

Él no dice ni una palabra durante el trayecto, por lo que yo decido hacer lo mismo. Esperaré hasta que lleguemos al dichoso lugar. Mientras tanto, intento no prestarle atención y mirar a través de mi ventanilla, pero me está costando lo suyo debido a que hoy se ve más guapo de lo normal. La camisa negra que lleva puesta realza su figura y lo hace ver, además de elegante, muy masculino.

Debo concentrarme en el camino... Debo concentrarme en el camino...

Cinco minutos después, Dylan estaciona el coche frente una casa que me resulta muy familiar. Bajamos del vehículo y, de camino a la entrada, observo atentamente la fachada de la vivienda. Enseguida reconozco su casa, donde antes vivía con Sarah, su abuela.

—¿Por qué me has traído aquí? —le pregunto confundida.

—Te dije que necesitamos hablar, prefiero no hacerlo en público —responde con seriedad.

CAITLIN | LIBRO II ~ Amor ParaleloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora