Capítulo VII

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Hasta hace poco Mertal no podía creer lo que le estaba contando Adrael,era simplemente increíble que el Señor del Capítulo en persona hubiera dejado de lado sus labores como general para ir a explicarle a un simple marine una cosa sin importancia aparente. Tenia un poco de sentido porque no habían sabido de esto antes ya que era común que los Ángeles oscuros y sus sucesores ocultaran vergüenzas grandes para no dañar su reputación.
Pero a medida que avanzaba en su relato no podía parar de hacer más preguntas sobre cómo estos Caídos habían renunciado a sus hermanos y se habían unido a las filas del caos, era casi una locura abandonar todo lo que sabían y todas las amistades que habían forjado durante años, sobre todo después de la revelación de su compañero de que probablemente todos los perdidos eran veteranos que participaron en los primeros milenios de los Lágrimas.
Hubo un momento de silencio cuando Adrael terminó de contar su experiencia en la biblioteca del capítulo, nadie se atrevía a añadir nada a lo que se había contado en esa habitación. Ninguno de los dos se atrevía a siquiera imaginar las razones de las traiciones, en ese silencio se despidieron y volvieron a sus labores comunes. Mertal se fue a las jaulas de entrenamiento para tratar de concentrarse en otra cosa y pasar su tiempo en lo único que podría tenerlo completamente ocupado.

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La batalla ya había terminado hace unos pocos días, el inquisidor Ilerben ya había decretado que todo superviviente de tal acto de traición debería ser primero interrogado y luego ahorcado hasta morir, así lo hubiera querido el Santísimo Emperador y así debería hacerse.
Dirimen en cambio estaba concentrado en otras cosas, en los hombres que le quedaban por ejemplo, se lamentaba mientras leía los reportes de la batalla a cuantos había perdido aquel día y darles la noticia a los pocos que quedaban que tenían que dirigirse a otro mundo rodeado de orkos para defenderlo no podía ser más atormentador para el comandante en jefe. Ya se podía imaginar a cuantos de ellos la noticia le molestaría al punto de querer dar media vuelta y volver a casa en Zaragozing, donde las tierras nunca se marchitan y las cosechas siempre abundaban; al pensar en su planeta de origen Dirimen no pudo evitar una sonrisa al recordar su estancia allí y el entrenamiento que había recibido nunca se le olvidaría.
Algo que llamó su atención sin embargo es que para la defensa de ese planeta contaría con un apoyo de Catachan, más concretamente los "Especialistas en Waagh", una división de estos tan recordados guerreros que preferían las tácticas explosivas y muchos pero muchos cuchillos afilados para perforar a sus enemigos de las maneras más ingeniosamente raras que algún soldado común de cualquier otro sistema habría visto en su existencia.
Así pues marcharon al encuentro con los Especialistas que estaban en una luna próxima matando a los últimos orkos que quedaban. Al vernos el que parecía el jefe se les acercó y con una granada todavía sujetada en una mano saludó a los recién llegados:
"Buenas tardes o mañana o noche o en el horario que sea que estemos....es una maldita luna, no se me ocurre ninguna hora en concreto del día...espere un segundo ¿comandante...?"
"Dirimen y este es el inquisidor Ile-" -empezó a decir Dirimen con toda la curiosidad del mundo por conocer más del Catachaniano que tenia delante.
"Sargento Vicentus a su servicio" -le dijo casi despreocupadamente Vicentus mientras se volvía a hablar con uno de sus hombres- "Melissa ¿Como diablos saludarías a alguien en una luna? ¿Que hora del día usarías? Y rápido que estoy haciendo esperar al comandante aquí el....este....Diriman...por mi saludo"
La señorita (que de figura femenina tenia poco y nada) pensó por un segundo y en un acento muy marcado respondio:
"¿Pues creo que sería buenas noches? Considerando que estamo en una luna mi sargento" -se rasco la cabeza antes de sacar su cuchillo y empezar a caminar en dirección a la línea de fuego de los demás guerreros- "Al menos eso es lo que pienso Vicen"
La reacción que causó el modo de hablar de la soldado en Dirimen y Ilerben fue de sorpresa ya que en primer lugar no se esperaban a una mujer en un campo de batalla y menos con un cuerpo tan fornido casi ignorando los tópicos estándares de moda imperialistas. Y en segundo lugar la ignorancia que mostraba ante un oficial de alto rango del astra militarum y a un inquisidor.
"¿Que es esta clase de insubordinación Sargento? ¿¡¿Que no ve que está ante un inquisidor y un comandante del ejército en que usted participa?!?!" - Preguntó Ilerben con el orgullo herido después de ser ignorado por tercera vez en un día por uno de los miembros de ese regimiento - "debería darle vergüenza como sus soldados lo tratan"
"Bueno al menos no hacen chistes sobre cómo mi madre se acostó con otra persona....como creo que hacen los soldados que lo han visto de cara inquisidor. Tengo que recordarle también que usted está pidiéndome ayuda a mi y a mis muchachos y no al revés" - Vicentus dijo en un tono de advertencia - "Conocemos muy bien a los orkos como para irnos de esta pocilga y buscar otro planeta que de verdad requiera nuestra ayuda"
"Mis disculpas sargento, de parte mía y de Ilerben aquí presente se las pido muy profundamente" - Intervino Dirimen - "Por desgracia lo bueno de inquisidor que tiene lo compensa con un terrible modo de hablarle a la gente....si pudiera disculparnos un momento"
Dicho esto Dirimen arrastró a Ilerben de la chaqueta y lo apartó lo suficiente como para que nadie los oyera.
"¿Que diablos pasa contigo Umilditis? ¡Estamos aquí para pedirles su asistencia en un combate ante los orkos no para que vengas a insultar a su sargento!"
"Hablo diciendo la verdad Dirimen, nunca le he negado a mi boca lo que el emperador pone en mi cabeza"
"¿Le llamas a lo que dijiste "obra del emperador"? Lo primero que haría sería darte un manotazo en plena cara y luego iría a rogarle a Vicentus que le perdonase la maldita vida y que no le diera su pellejo a los orkos" - por cada palabra dicha Dirimen sentia que una parte de su inteligencia se moría - "Así que por favor inquisidor solo no hable hasta que le diga"
"Es que yo..." - empezó a protestar Ilerben - "Bah como quiera....solo no me deje en ridículo frente a nadie, tengo una reputación que mantener"

Salieron de el escondite en que estaban conversando y encontraron a toda el regimiento descansando después de la batalla que había terminado hace un par de minutos mientras los dos desconocidos estaban hablando. Se encontraron a Vicentus limpiando su cuchillo cuidadosamente y conversando con un par de veteranos.
"¿Al fin se decidieron a hablar algo comandante? ¿O le digo a mis chiquillos que vuelen los restos de estos orkos?" - El humor del Sargento ya se había cambiado y ahora sonaba más molesto que intrigado - "Vamos digan algo maldita sea o su visita no servirá de nada"
"Yo...digo...mi escuadra ha quedado reducida a unos cuantos veteranos tras una batalla reciente"
"Que el emperador los tenga en su santa memoria" - Dijo sin una pizca de burla Vicentus - "Lo siento, prosiga"
"Si,gracias por entenderlo. Y como quedamos sin tantos efectivos la cadena de mando nos mandó a un mundo fronterizo atacado por un waagh" - ante la mirada curiosa de el sargento específico aún más - "Bueno es uno mediano según me han dicho en el informe y, vista la falta de hombres para tal misión, me han dicho que me ponga en contacto con el 19.º de Catachan para que nos asistieran en el combate"
"19.º ¡HAH!" - el sargento se rió junto con su regimiento - "Nos hacemos llamar como los devoradores de Waagh por una razón comandante...si se queda con nosotros entenderá el por qué" - Hubo vítores por parte de todos los presentes.
"Me alegro que lo vean de esa forma...¿Inquisidor me haría el favor de ir con mis hombres y decirles que estén listos para abordar a la nave una vez más?".
Ilerben se hinchó el pecho lo más que pudo y con su mirada acusadora se marchó rojo de ira.
El sargento no pudo contener una risita y se volvió hacia sus niños: los devoradores tendrían desayuno mañana por la mañana.

Rechaza las falsas verdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora