Capitulo II

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"El niño miraba fascinado a su padre mientras que él hacía planes y dibujaba versiones detalladas de los planos de la fábrica en la que trabajaba. Absorbía los conocimientos de su padre como una esponja y preguntaba lo que no entendía en una fracción de segundo. El padre, que no se había convertido en un mechanicum completo, miraba con orgullo a su pequeño y le contaba las maravillas hechas por el emperador que él heredaría en su adultez"

Dirimen se paseaba entre sus soldados alineados perfectamente delante suyo....su misión ahí afuera era hacerle ver a la gente recién incorporada a el imperio la buena decisión que habían tomado por medios que se podrían considerar pacíficos, sin embargo no podían bajar la guardia y por eso se le pidió a este comandante en persona que fuera como una escolta bastante intimidante para los políticos de el planeta clasificado como L-9504 por los señores de Terra.
Empezaron a marchar por las ciudades con un modo amistoso y bondadoso hacia sus habitantes mostrándoles sus mejores caras e intenciones, aunque parecía que los astartes que conquistaron este planeta ya habían sentado las bases para la negociación política que se llevaría a cabo quitandole el miedo a la gente de que estuvieran en problemas.
A Dirimen lo acompañaba un inquisidor un tanto nervioso y delgado a más no poder (de acuerdo a las propias palabras del comandante) llamado Ilerben Umilditis que, con ojos atentos, paseaba su mirada centrándose en la escolta que llevaba el soldado tanto como se centraba en la gente que lo miraba pasar con sus medallas de honor a el imperio orgullosamente puestas en su pecho para que cualquiera pudiera notar que, en efecto, era un inquisidor a respetar a la vez que temer.

"Ya veo que estamos todos listos para entrar y hablar sobre el emperador así que ¿porque no empezamos con un tono un poco más amigable y después pasamos a la anexión?"- Propuso Dirimen al pararse en las escalinatas que llevaban a los aposentos elegidos por los señores de el planeta para discutir la situación actual del planeta- "¿le parece esto suficiente inquisidor?

"Deberíamos comenzar por un tono serio, comandante" -el funcionario de el imperio se erguía todo lo que podía- "hay que mostrarles a esta gente que el imperio es bondadoso si la gente se muestra dispuesta a aceptar las casi ínfimas demandas de impuestos y transportación que pide el sagrado imperio de la humanidad....y si no se puede hacer razonar a estos extraviados hijos de su majestad el Emperador, que el fuego Santísimo de un exterminatus los consuma a todos por no aceptar los cálidos recibimientos de nuestro Señor"

"¡No se apresure a tomar esa decisión inquisidor! Dar esa orden seria condenar a todo un planeta por las malas decisiones de un puñado de líderes y no permitiré que eso pase otra vez por culpa suya"- el militar contestó un poco iracundo a la respuesta casi psicópata de el funcionario-  "¡daremos esa orden si tratan de cortarles la garganta a cada uno de nosotros! Y aunque esa ridícula y extrema situación pudiera pasar en alguna realidad perversa, nosotros seguiremos tratando de mostrarles a la gente que el Enperador protege".

Las inquietudes y dudas de los lugareños se despejaron con el paso de los meses en que el astra militarum estuvo en ese planeta, hubo que matar a un par de personas por tratarse de herejes, pero más allá de eso no hubo ninguna otra situación extrema que se pudiera destacar en ningún informe del imperio. Hasta que el último día de el primer año de estancia en ese planeta.

Había comenzado como cualquier otro, Dirimen se había puesto sus ropas comunes de militar y se disponía a salir a dar una vuelta por la ciudad capital de el planeta. No era tan gótica como las magníficas construcciones de Terra pero si mostraban una espectacularidad minuciosamente cuidada ilustrando en paredes con pinturas rupestres algunas hazañas de el pasado. Como la Victoria sobre piratas espaciales, el día en que nació el monarca más recordado y querido por la gente de L-9504, la vez que dominaron a las bestias salvajes de el planeta y las sometieron a ser exhibidas en los museos planetarios de historia local y finalmente la recién terminada pintura de cuando el imperio de la humanidad los recibió con brazos abiertos. Dirimen pasó la mano por ese último mural con un respeto inimaginable,acarició la pared casi con orgullo por ser una de las personas que ayudó a su querido imperio a recibir a estos hermanos extraviados a través de el tiempo y el espacio. Hasta que una pequeña marca en el borde inferior derecho le llamo la atención,no tenia la misma contextura de el resto de el mural y parecía haber sido pintada mucho antes de que el cuadro siquiera estuviera en los bocetos de los encargados de plasmar la imagen. Se centró tanto que acercó la cara a la pared casi tocandola con la nariz para fijarse mejor en los símbolos que ahí estaban plasmados, cuando se dio cuenta de lo que eran rápidamente alejo su cara de la pared y se quedo atónito;no podía creer lo que estaba viendo y con un apuro casi inhumano corrió lo más rápido que le permitieran sus piernas....tenía que avisarle a sus hombres antes de que se llevara a cabo una masacre más grande de lo que ya sería.

La pared tenía un símbolo reconocible hasta para el menos letrado en marcas de la disformidad, la marca indiscutible del caos y justo debajo de ella una especie de sello satánico que probablemente provenía de el dios ruinoso conocido como Tzeentch. Los malditos políticos probablemente creían que sacrificando sus almas podrían controlar de alguna forma a los militares del imperio que se hospedaban con ellos.

Rechaza las falsas verdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora