Capitulo I

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Las alarmas dentro de la nave suenan sin cesar alertando de la cercanía con una nave pirata enemiga. Tomo mi casco embellecido en las mejillas por las lágrimas simbólicas de la legion y me dispongo a unirme a mis compañeros de escuadra: Adrael, Rate y Lorvan, llevamos juntos desde que nos unimos a las filas de los Astartes.

"Crees que la misión será complicada?" -me pregunta Adrael sediento de batalla-  "El sargento dijo que serían unos 10 segundos en su territorio bastante calientes"
"Por supuesto que lo creo"- le respondí sin dejar de ver mi visor con la info de la misión- "Pero por lo que veo...solo vamos a dar una estocada, matar a cuantos podamos y dejar que el resto lo hagan los cañones de la Traiciones Dolorosas, sin embargo..."
"Ya, crees que esto es solo para sacarnos a pasear y que nos quejemos....tengo las mismas dudas que tú Mertal pero no las muestro tan claramente" replico Rate un poco ansioso por el inminente combate.

Ya dentro de la cápsula de ataque destinada a atravesar materiales de naves, nos pusimos a hacer nuestros juramentos de batalla en silencio y les dimos una última mirada a nuestros bolters para que estuvieran a punto. Ya en el trayecto podíamos oír las defensas enemigas tratando de perforar el duro metal que nos separaba del espacio exterior con fuerza, el casi inadvertido sonido que hacía la cápsula al acortar distancias con el objetivo y finalmente el estruendo seguido de la sacudida satisfactoria de que había dado en el blanco.

Nos abrimos el camino hasta los escudos de la nave con ráfagas sincronizadas de disparos que hacían caer a los piratas que trataban con odio de defenderse de lo que parecían angeles enojados y sin compasión. A pesar de que éramos un capitulo descendiente de la I legion estábamos igual de preparados para los combates, especialmente los de corto alcance y de defensas que ellos y teníamos la misma determinación de nuestros padres, en batalla uno no podría diferenciarnos de ellos a no ser que viera nuestros colores que se alejaban de su apagado verde característico. Los descendientes de el León seguían siendo tan determinados como él.

Ya cuando estábamos a punto de llegar a los controles de escudos nuestros comunicadores transmitieron un mensaje de nuestro sargento que nos decía que dejáramos la misión tal como estaba, que otros hermanos ocuparían nuestras órdenes de aquí en adelante. Adrael lanzó un gruñido de resignación por lo comunicado: "¡Maldita sea! Otra más que nos roban los de exploración....ya van tres veces que lo hacen"
"No importa eso ahora, lo que importa es lo que logramos y lo que nos encomendaron a hacer. Desactivemos las defensas y nos vemos aquí con nuestro trabajo hecho" respondí tratando de calmar a mi compañero
"Mertal tiene razón....¿alguno herido que tenga que irse inmediatamente?" Lorvan preguntó, siempre tratando de mantener al grupo sano y unido.
"Nada serio" dijimos los demás
"Hagámoslo entonces" finalizó la conversación Lorvan, levantándose.

Aún cuando teníamos impotencia de saber porque se nos retiraba en medio de la batalla, no reclamamos nada, desactivamos los escudos de la nave e inmediatamente después las defensas de los piratas comenzaron a menguar ante el masivo bombardeo de la Traiciones. En el camino de regreso a la nave vimos pasar a los exploradores que nos hicieron la señal del aquila al igual que el grito del capítulo "lagrimas caerán...".

Al entrar a nuestra nave nos condujeron a nuestros cuartos de descanso para que estuviéramos listos si nos necesitaran de nuevo, antes de guiarnos, sin embargo, pude oír a un hermano que susurraba "malditos primaris".

Rechaza las falsas verdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora