Capítulo 4. Un mal día

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El sonido de una alarma interrumpió mi profundo sueño.

- ¡Mierda!

- ¿Que pasó Mimi? -dije con los ojos todavía cerrados

- Soy imbécil, se me olvidó quitar la alarma -dijo enfadada.

- ¿Que hora es? -dije deseando que todavía me quedasen algunas horas de sueño. Aunque tenía que trabajar no empezaba hasta las 9 así que podía dormir hasta las 9 menos cuarto ya que no tenía que apenas prepararme.

- Las 7 menos cuarto

- Bueno, aún quedan dos horitas - suspiré. Mimi estaba sentada en la cama, había pegado un brinco del que aún se estaba recuperando y yo seguía estirada pero por culpa del susto había perdido el sueño por completo- A ver si puedo pegar ojo después de esto... -dije un poco mosqueada. Sabía que eso no había sido adrede pero no había nada que me molestara más en el mundo que que me despertaran antes de mi hora. Mimi giró la cabeza y me miró

- Joder lo siento -la verdad que no me apetecía hablar y menos discutir así que me giré dandole la espalda a Mimi y me tapé con el nórdico. Enseguida noté movimiento detrás mío- Ana perdóname por favor -me dijo mientras me abrazaba a la altura de la cadera con uno de sus brazos, yo no me pude resistir a esa disculpas así que me giré, quedando así nuestras caras a un par de centímetros. Nos quedamos con los ojos clavados la una a la otra- Jo, que guapa eres -me dijo Mimi, de repente un calor subió hasta mis mejillas y me sonrojé. Nunca sabía cómo reaccionar cuando me decían estas cosas y menos si lo hacía alguien como Mimi. Sólo pude contestarle con una sonrisa. Mimi me abrazó fuerte y yo me dejé llevar en ese abrazo. Sentí algo, algo extraño, algo diferente, algo que jamás había sentido, con nadie, no le di mucha importancia ya que eso me hacía sentir bien y me gustaba.


🖤🖤🖤


- Aquí tienes Banana -Mimi me había dejado encima de la mesa un plato con una ensalada y pollo a la plancha.

- ¡Gracias! -dije sin girarme mientras tecleaba en el ordenador. Mimi se retiró al darse cuenta que me estaba interrumpiendo- ¡Espera! -dije mientras me quitaba los auriculares y apartaba por un momento el trabajo. Mimi se giró

- No importa Ana, sigue con eso, es más importante -me dijo con un tono ofendido

- Perdóname Mimi -al ver que no recibí respuesta seguí- soy un desastre de verdad, lo siento. 

- Ana -me dijo muy seria- esto no es normal -Mimi retiró una silla de la mesa, la giró de modo que el respaldo quedara justo delante de mi y se sentó en ella, del revés, y mirándome muy seriamente continuó- Son las 3 y llevas desde las 9 pegada en el ordenador sin parar. Eso son -pensó un instante- 6 horas. Anda descansa un rato, tienes toda la tarde para hacer las dos horas que te quedan. ¿O piensas seguir haciendo más horas de la cuenta? -bajé la cabeza un poco avergonzada porque eso era exactamente lo que pensaba hacer- Ana tía! No puede ser que solo trabajes, tendrás que hacer otras cosas también ¿o no? Tienes que descansar -relajó un poco el tono al darse cuenta que estaba casi chillando- por favor.

- Contigo recortándomelo será mucho más fácil -dije un poco molesta- pero tienes razón -rectifiqué enseguida. Me levanté de la silla, cogí mi plato y nos sentamos con Mimi en la barra de la cocina para comer.


🖤🖤🖤


Eran las 6 y cuarto y estábamos mirando una novela en la televisión. Al parecer eso era lo más interesante que daban en todo el día y ya, después de casi 3 días confinadas no nos apetecía ver más las noticias, qué parecían cada día las mismas. Cada 5 minutos una de las dos revisaba el móvil o se levantaba para ir al baño, a coger algo o a picar cualquier cosa. Era obvio que ambas estábamos aburridas pero después de lo de ayer y el mal rollo de esta mañana, ninguna de las dos se atrevía a decir o hacer algo fuera de lo establecido.

- Perdóname -interrumpí el silencio que había en el piso des de hacía horas exceptuando por el sonido del televisor. Mimi me miró extrañada- Por favor, perdóname -Mimi seguía sin decir nada así que continué mis disculpas como buenamente pude- Yo... Lo siento, estoy obsesionada con el trabajo y... Aitana también me lo dice, pero es que no me doy cuenta, allí en el ordenador se me pasan las horas volando -Mimi seguía sin decir nada y a mi ya me quedaban pocas palabras- Lo siento, sé que no he estado muy pendiente de ti, y que estoy en tu casa y que casi no te hago

- No sé si fue una buena idea lo de que vinieses a pasar aquí la cuarentena

- Joder Mimi, no digas esto!

-  Tía, es la verdad, parece que te moleste. Que yo entiendo que tu trabajo es muy importante para ti, pero que no pares ni para comer. Además, que no es solo eso, no sé que te pasa Ana pero está mañana también te has pasado conmigo...

- ¿Enserio? ¡Me has despertado a las 7 de la mañana!

- ¡Ni que lo hubiese hecho a propósito! -llegados a este punto de la discusión ya me costaba sostener las lágrimas, Mimi tenía razón y es que me estaba portando fatal con ella, me había levantado con el pie izquierdo y ya lo que me faltaba era discutirme por tercera vez con ella pero ya no sabía que decir. Se respiraba un aire muy tenso en el ambiente y ya no sabía qué hacer para contentar a Mimi cuando de repente sonó su teléfono- ¿Sí? ¡Hola mamá! -se levantó del sofá y se encerró la habitación dando por terminada la discusión y por fin pude dejar de contener las lágrimas.

Me sentía como una verdadera mierda,  quizás Mimi tenía razón y esto no había sido una buena idea. Tenía un montón de sentimientos encontrados y estaba sintiendo cosas nuevas que me traían de cabeza y me hacían sentir muy confusa. Decidí pasar página e irme a la cama pronto ese día, había sido un desastre en todos los sentidos y cuanto antes acabase mejor. Tenía un plan infalible para la mañana siguiente pero antes debía consultar todo esto con mi fiel amigo Agoney que de bien seguro me ayudaría a sacar algo en claro de todo esto.


Lunes 16 de marzo - Día 3 de confinamiento

Atrapadas en Madrid | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora