Capítulo 49. ¿Amigas?

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Tenía un asunto y debía resolver lo antes posible, y aunque lo sabía y era consciente de ello en todo momento, demoré todo aquello lo máximo que pude. Porque sí, sabía que todo aquello podía acabar de una forma fatídica y terminar quedandome con una mano delante y otra detrás por habérmela jugado de una forma tan estúpida. Y sí, reconocer eso, me dolía. Pero llegados a ese punto ya no podía demorarme más así que hice lo que debía.


Ana Guerra

Hola...

¿Te puedo llamar?

Lola Índigo


- Voy a llamarla -le dije a Mimi mientras me levantaba del sofá y me dirigía hacía la habitación. Aunque no le hubiese dicho nada, ella ya sabría perfectamente a que me refería.

- Suerte -respondió Mimi desde el sofá regalandome una sonrisa.

Cerré la puerta lentamente y me senté en la cama, suspiré fuertemente y finalmente tecleé su número y le di a llamar. No tuve que escuchar más que dos tonos, que se me hicieron eternos, para que me respondieran al otro lado del teléfono.

- Hola -me respondió Lola con una voz bastante apagada.

- Hola -respondí algo nerviosa.

- ¿Todo bien? -me preguntó con total desinterés.

- Sí, quería hablar contigo -respondí.

- Dime

- Perdón por lo del otro día. Quiero decir -me corregí- no fueron las formas adecuadas, siento haber dado esa imagen tan poco profesional que para nada se corresponde con la realidad, aún así entiendo si prefieres que deje de trabajar contigo, bueno, para ti.

- No te preocupes Ana, tenías toda la razón, estaba jugando con fuego, me lo advertisté y me quemé. Quizás todas esas malas lenguas no eran tan malas y tenían razón, he sido una creída, mi actitud si que no fue para nada profesional.

- ¿Entonces? -pregunté sin entender nada, pensaba que ella estaría molesta conmigo por mi actitud y por todo lo que le solté, cualquiera lo hubiera estado, pero al parecer no le había molestado. Entonces ¿por que me hablaba con tanta desgana?

- ¿Qué?

- ¿No me vas a despedir?

- Claro que no, te quiero en mi equipo por tu trabajo, me da igual todo lo demás, mucho tendrías que liármela para que te echase. Y repito, hemos llegado a esta situación por mi culp, así que no tengo ningún derecho a reprocharte nada. Lo que me preocupaba a mi ahora era todo lo contrario, ¿quieres seguir trabajando conmigo? Te juro que por mi parte no habrá ningún mal rollo, y voy a hacer todo lo posible para que te sientas cómoda con todo el equipo.

- Claro que sí Lola, además ya dejé mi otro trabajo, estaba sufriendo por si me quedaba en la estacada con toda esta situación. Muchas gracias, de verdad -dije siendo totalmente sincera con ella.

- ¿Entonces? -preguntó Mimi.

- Todo arreglado -respondí- ¿Amigas? -le pregunté a Lola.

- Amigas -afirmó- Eso sí, cuando acabe todo esto me debes unas cañas, el dolor de cabeza de estos días no se paga.

- Claro, por supuesto -respondí sin pensarlo.

- Que se venga también Mimi, ¿vale? -me comentó Lola.

- Claro, claro, ya se lo comentaré -me pareció una idea descabellada, y por lo menos por mi parte no iba a ser una situación del todo cómoda, pero si ella quería se lo diría a Mimi.

- ¿Has visto las noticias supongo? El sábado ya podremos salir un rato -dijo Lola cambiando de tema.

- Pues sí, y dicen que el día 11 capaz se puede ir a terrazas y a visitar amigos y familia dentro de la provincia. Una locura, ¿no crees que es un poco precipitado? -continué.

- Un poco, pero ya tengo ganas de ver a gente, llevo casi 50 días encerrada sola en casa -me contó Lola, que aún seguía algo apagada.

- Jo, es verdad, ni siquiera caí en eso -me había comentado que vivía sola pero ni siquiera pensé en lo que eso suponía en aquella situación- tiene que ser muy duro ¿no?

- Bueno, lo llevo medio bien, no me puedo quejar -dijo- Eso si, voy a ser la primera en salir -añadió riendo.

- Creo que nosotras vamos a esperar al turno de noche -comenté.

- Bueno, ya me contarás ¿no?

- Claro -respondí.

- Te dejo que tengo que grabar unos temas, me alegra haber podido hablar contigo. ¡Adiós! -me cortó Lola con algo de prisa.

- ¡Chao! -colgué el telefono, lo tiré encima de la cama y me levanté para ir al salón. Cuando crucé la puerta Mimi me miró con una sonrisa impaciente para que le contara lo que había ocurrido.

- ¿Qué? ¿Todo bien? Has ido muy rápido... -comentó sin saber muy bien si eso era una buena o mala señal.

- Todo bien -dije resoplando fuerte y dejando una sonrisa en mi rostro. Me acerqué al sofá donde seguía Mimi sentada y me senté justo a su lado.

- Cuéntame -continuó Mimi pidiendome más detalles.

- Nada -dije sin saber mucho que decir- Todo bien, dice que no pasa nada por lo del otro día

- ¿Entonces? ¿Lo del trabajo sigue en pie? -afirmé. Mimi respiró alivida tal y como había hecho ya hacía unos segundos- ¿Lo ves? Por fin podrás dormir tranquila -continuó- bueno podremos -se corrigió a si misma.

- Dice que quiere quedar contigo y conmigo cuando termine todo esto -le comenté.

- ¿Enserio? -dijo ilusionada.

- Mimi, por favor se prudente, es solo para unas cervezas -le advertí a Mimi que ya se estaba ilusionando con aquello.

- Vale, vale -dijo dandome la razón- pero tía que vamos a conocer a Lola Índigo y a tomarnos unas cervezas con ella ¿te das cuenta? -continuó emocionada. Aunque en ningún momento lo hubiera confesado, sabía perfectamente que Mimi era una fan loca de Lola Índigo y se había estado conteniendo ya durante demasiados días.

- Quién nos lo hubiera dicho, ¿no?


Martes 28 de abril - Día 47 de confinamiento

Atrapadas en Madrid | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora