Capítula 32. Frío

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- Tengo algo para ti -me dijo Mimi dejando una llave encima de la mesa y arrastrándola por encima hasta llegar a mí.

- ¿Y esto? -dije cogiendo la llave y observándola por encima- ¿Una llave?

- Lee lo que pone -me dijo Mimi- en el llavero -aclaró.

- Miré la llave de nuevo que seguía en mi mano izquierda y con la derecha gire el llavero para poder ver las letras- Azotea -Mimi sonrío muy ilusionada- ¿Como qué azotea? ¿Hay una azotea aquí? -pregunté.

- Sí -siguió Mimi muy ilusionada- ¿No quieres subir? -preguntó al ver que no me emocionaba ni una pizca al recibir la noticia.

- ¿Pero cómo? No podemos subir, ¿no está prohibido? -pregunté algo preocupada.

- Técnicamente no, pero tomando en cuenta que solo yo tengo la llave, porque mi casero es el presidente de la escalera, y que estamos en el último piso, no hay ningún peligro de subir allí arriba, hace meses que nadie sube!

- ¿Pero eso es seguro? ¿Has estado alguna vez allí? -pregunté nada segura de la idea que había tenido Mimi.

- Sí, en verano subí muchas veces, es una pasada, ¡hay unas vistas increíbles de Madrid! -me dijo Mimi muy emocionada. Obviamente el regalo no era para mí, era ella la que estaba emocionadísima con subir allí arriba y a mi, la verdad, esa idea no me terminaba de convencer- Ana, no me dirás que te dan miedo las alturas -dijo Mimi. Yo me quedé callada aguantándome la risa nerviosa- ¡Joder! No me lo puedo creer. ¡Soy un desastre! -dijo Mimi riéndose.

- ¡Quiero subir! -dije decidida

- Ana, ¿estas segura? -dijo Mimi- Podemos subir otro día, no quiero que pases ningún mal rato, enserio. 

- Segurísima, ¿y, ya sabes que te vas a poner para una ocasión tan especial?

- Pues no ¿y tú?

- El jersey gris -dije decidida. No era nada especialmente bonito, pero era una prenda que me gustaba y me quedaba bien, y total, no nos iba a ver nadie, o eso pensaba.

- Hará un poco de frío, ¿no crees? -me dijo Mimi.

- Ya sabes que yo siempre tengo calor nena -Mimi dejó salir una risa y empezó a rebuscar en su armario- Esto mismo dijo sacando una camiseta negra de manga larga- Y me voy a coger la chaqueta, que yo sí tengo frío. Además en poco va a anochecer. ¿Estas segura que no quieres ponerte nada más? No te vayas a resfriar... -me advirtió Mimi

- Que nooo -dije insistiendo y muy segura de mi misma.

- Luego la que te tendré que cuidar soy yo...

- Venga subimos ya o no vamos a ver nada -dije poniéndole prisas a Mimi.

- Con cuidado Ana, no toques nada por si acaso.

Fue una sensación extrañísima coger el pomo de la puerta y salir al rellano. Todo seguía exactamente igual, ¿qué iba a cambiar? pero algo te decía que allí no había ningún tipo de vida, se notaba un fuerte olor a productos de la limpieza, imposible identificar cada uno.

- Que asco, huele fatal!

- Sí -me contestó Mimi- Sube rápido -subí las escaleras con cuidado de no tropezarme ni de tocar nada, con lo torpe que era, no podía descuidarme ni un segundo. Mimi introdujo la llave dentro del pomo y tras forcejear con él unos largos segundos, quizás algo más de un minuto, la puerta se abrió.

- Pensabas que no se iba a abrir -dije riendo mientras cruzaba la puerta. 

- Me he cagado, qué susto -dijo ella ajustando la puerta. El aire empezó a impactar contra mi cara, hacía ya un mes que no sentía esa sensación, y pensaba que no lo necesitaba ni lo echaba de menos, pero al notarlo no pude evitar emocionarme. Mi piel se erizó con el frío pero poco me importó en ese momento, no voy a negar que casi suelto una lágrima de la emoción. Cogía el aire frío y lo metía dentro de mí, nunca había dado valor a algo tan cotidiano como respirar aire fresco, algo que ahora me parecía extraordinario- ¡Joder! ¡Esto es increíble! -dijo Mimi leyéndome el pensamiento.

- Hace unos minutos no sabía que esto existía y ahora lo quiero más que a mi vida.

- ¡Ey! -dijo Mimi- ¿Subimos? -lo cierto es que aún no estábamos en la azotea, estábamos en una especie de agujero y teníamos que subir un par de peldaños enormes, para llegar a la azotea. Mimi subió hasta arriba casi de un salto- Esto es precioso, ¡vas a flipar! -me dijo nada más llegar a la cima. Me agarré y cómo pude subí los peldaños y pude llegar a la azotea sin accidentarme, lo cual ya fue todo un logro.

- Ostia! -las vistas eran increíbles, se veía casi todo Madrid y los colores del atardecer que justo empezaba lo hacían aún más bonito. Probablemente en otra ocasión no me hubiera impresionado, si no todo lo contrario, pero en aquellos momentos era algo emocionante. El viento seguía impactando contra mi cara y mi cuerpo llegando rápidamente a un punto molesto, sobretodo por el frío que aquello provocaba. Me abracé a Mimi para recuperar el calor.

- Te quiero -me dijo mientras me sujetaba entre sus brazos.

- Yo más -respondí dandole un beso en los labios y sin soltarla.

- Esto está de foto -dijo Mimi sacando su móvil del bolsillo y soltándome sacó una foto- ¿Ana? -dijo al ver que no me despegaba de su lado- No me jodas que ahora tienes frío.

- Sí -dije algo avergonzada.

- De verdad -dijo Mimi riendo- Anda vente -dijo agarrándome de nuevo y abrazándome fuerte.

- Gracias.

- ¿Estás mejor?

- Sí

- Anda que... -Mimi cogió su móvil y lo dejo encima de unas máquinas de ventilación que había en la azotea- ¡Perfecto! ¡Sonríe! -Mimi cogió el móvil de nuevo- Luego las miramos. ¿Me haces una a mi porfi?  

- Cómo no -dije riendo y agarré su móvil y le saqué un montón de fotos, por todos sitios. El cielo estaba precioso y ella también, no podía parar de sacar fotos, a cada cual más bonita que la otra. 

- Ahora tú -dijo Mimi recuperando su móvil.

- Vale, pero sólo un par ¿eh?

- Venga, ponte aquí -me dijo señalando una de las esquinas de la azotea. Mimi empezó a sacar fotos- Pero sonríe un poco Banana -no pude evitar soltar una carcajada. 

- ¿Ya? 

- Otra más porfa. ¡Listo! Estás preciosa -me lancé de nuevo a los brazos de Mimi.

- Te estás helando de nuevo ¿verdad? -me reí porque me había pillado de nuevo- Yo también -me confesó- ¡Venga bajamos ya!


Sábado 11 de abril - Día 29 de confinamiento

Atrapadas en Madrid | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora