Capítulo 50. Y después de esto ¿qué?

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Las sobremesas en aquel confinamiento se podían hacer eternas, por muy irónico que pareciera, cuanto más tiempo pasábamos juntas más cosas teníamos que contarnos, de esta forma, podríamos estar horas y horas hablando de temas totalmente diferente, desde cosas tan banales como si debíamos comer el helado con cuchara o tenedor hasta otros temas más trascendente como política, economía o nuestro futuro. Fuera lo que fuera, siempre era un buen momento para conversar con Mimi hasta que nos daban las cinco de la tarde, o incluso las seis, sin apenas darnos cuenta. Me gusta hablar con ella, pero aún más me gustaba escucharla, siempre tenía una historia nueva que contar, una anécdota de las suyas o alguna curiosidad que había leído por allí hacía años y que aún hoy en día recordaba. Y eso, era justo lo que estaba pasando ese mediodía de finales de abril, con la mitad del café aún por tomar y ya enfriado, estábamos inmersas en un interesantísimo debate sobre la estrecha relación entre el baile y la música. Cuándo llegamos a un punto muerto de la conversación, Mimi soltó una nueva temática en forma de pregunta

- Y después de esto ¿qué? -irrumpió Mimi.

- ¿Qué de qué? -pregunté a Mimi sin entender a que se estaba refiriendo.

- Cuando todo esto termine -me aclaró.

- ¿Pues qué voy a hacer? Salir a la calle -dije riendo- No, enserio, quiero ir a Tenerife unos días para estar con mi familia y mis amigos de allí, bañarme en el mar, tumbarme en la arena -continué mientras soñaba despierta en mi paraíso particular llamado hogar- cuándo se pueda claro -aclaré- Supongo que tú también quieres ir a Granada, ¿o no? -le pregunté a Mimi.

- Hombre claro, eso es lo primero que haré cuando se pueda -respondió Mimi escueta- Pero no me refería a eso -continuó- ¿Volverás a tu casa o...? -preguntó algo dudosa.

- No me puedo creer que me estés echando de casa -dije riendo- Pues no sé -pensé- ¿tú que habías pensado?

- Por mi ya sabes que te puedes quedar -respondió Mimi- Pero no sé que es lo que quieres hacer cuando esto acabé. ¿Echas de menos tu casa? -preguntó Mimi.

- Que va Mimi, solo son cuatro paredes, no llevaba ni un año viviendo allí -respondí- Mimi -dije cogiéndola de las manos- ¿Estás segura? Entiendo que puedas estar un poco agobiada después de tantos días aquí y necesites unos días para descansar. No pasa nada, no me voy a enfadar por eso -tenía la extraña sensación de que Mimi no estaba segura del todo de que siguiésemos viviendo juntas después del confinamiento, quizás ella pensaba que lo mejor para la relación es que cada una tuviese su espacio, y era normal.

-Sería un poco raro que después de tantos días viviendo juntas que ahora nos separásemos ¿no? -continuó intentándose convencer a sí misma- Pero quizás podríamos intentar buscar algo más grande... -dejó caer.

- Tal vez, pero ya sabemos cómo están los alquileres en Madrid -comenté.

- Bueno, siendo dos nos podemos permitir un poco más, ¿no crees? -dijo Mimi.

- Podemos mirarlo, pero también nos conviene ahorrar -continué- vienen tiempos difíciles para el bolsillo, y dividir gastos no nos iría nada mal... -respondí, aunque yo en ese momento estaba ingresando mucho dinero, Mimi andaba muy apurada y quería ayudarla en eso.

- Pues tienes razón, no creo que pueda volver a trabajar con normalidad -dijo haciendo el símbolo de las comillas con las manos- hasta septiembre.

- A ver, que también podemos ir a mi piso, pero está a tomar por culo -comenté- No sé si sale a cuenta por un par de metros cuadrados más -dije proponiéndole una alternativa a Mimi.

- Nah, da igual, ya estamos echas a vivir aquí ¿no? -dijo Mimi

- Sí, además no creo que nos agobiemos tanto cuando podamos salir, al fin y al cabo la casa es un espacio para estar juntas y descansar.

- Eso es, además que echaría de menos mi rinconcito -dijo Mimi refiriéndose a su casa- Llevo aquí casi 3 años ya, y aunque este piso tenga muchos defectos es como mi hijo, no lo cambiaría por nada del mundo.

- Joder -dije riendo, pues no entendía muy bien como alguien podía tener ese sentimiento tan grande hacía cuatro paredes- A ver si me tendré que poner celosa -continué de broma.

- Anda, no seas boba -respondió Mimi- y dame un beso -dijo levantándose de la silla e inclinándose hacía mi para alcanzar mis labios, pero la barra de la cocina era demasiado ancha y no consiguió llegar, así que yo me levanté y me acerqué también para que finalmente nuestros labios se encontrasen en un tierno beso- Te quiero pequeña -dijo Mimi al terminar haciendo referencia a mi altura que había entorpecido nuestro beso. Le respondí con una mueca y me bebí finalmente el café que me quedaba de un trago, dejé la taza encima de la barra y me levanté para ir donde estaba sentada Mimi, la abracé por la espalda, estando ella aún sentada y le di un beso en la nuca.

- Ahora quién es la pequeña ¿eh? -dije riendo.


Miércoles 29 de abril - Día 48 de confinamiento

Atrapadas en Madrid | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora