Agnes despertó aquel día completamente renovada y determinada.
No había tiempo para lamentarse por hombres. Debía trazar un nuevo plan ahora que Duncan se casaría. Lo más probable es que quisiese deshacerse de Abraham en cuanto antes y aún no era el momento idóneo.
Se vistió y bajó las escaleras de la mansión de los duques de Aberdeen cruzándose con Lord Michael, quien acababa de recibir una carta.
Al cruzar miradas, el duque no pude evitar apenarse por lo ocurrido la noche anterior.
—Milady—
—Ante todo buenos días, milord— le hizo una reverencia que fue correspondida con incomodidad.
Los tacones de Lady Margaret se escucharon sobre los escalones. Al ver a Agnes se acercó sonriente queriendo simular que no sabía nada del asunto para no poner en jaque la buena relación que tenían.
Por un demonio. Nadie tenía que decirle como era su hijo porque ella lo conocía perfectamente. Pero, ¿por qué de todas las mujeres del Reino Unido, tuvo que fijarse en Lady Agnes?.
No porque la mujer no lo mereciera, al contrario, creía que su hijo no podría alcanzar a semejante fémina con su carácter. Era más bien porque esa muchacha se había ganado un lugar de su corazón y sufriría mucho al verse en medio de ambos.
—Buenos días, Lady Agnes.
—Buenos días, su excelencia.
Margaret la escudriñó por completo para asegurarse que estaba bien. Su rostro tenía ojeras que eran ocultada por su barba falsa y lucía agotada. No creía que fuese bueno que trabajara hoy con Duncan. Era demasiado hasta para la misma Agnes.
—Deberías tomarte el día libre hoy. Duncan de seguro estará visitando a la señorita Ruford— Michael miró a su esposa con los ojos muy abiertos y esta notó que había hablado innecesariamente.
Agnes no demostró emoción alguna.
—No puedo hacer eso. Hoy le diré a Lord Hamilton quien soy realmente.
—¡¿Qué?!— dijeron los esposos al unísono completamente estupefactos.
Michael se acercó a ella con la carta en la mano—. No puede hacer tal cosa. Si es por lo que ocurrió anoche——Esto no tiene nada que ver con lo que ocurrió anoche, su excelencia. Ahora que Lord Hamilton va a casarse no tardará en querer deshacerse del marqués y no puedo permitir que eso pase ahora. La única forma de persuadirlo, es confrontándolo sin disfraces.
—Milady, entienda que usted no puede hacer eso. Duncan es un cabeza dura, si se entera que lo hemos engañado, las cosas resultaran peores. Estoy segura que hay otra forma— insistió el duque.
—Milord ¿Me ha visto dar pasos en falso?— cuestionó Agnes haciendo que el duque apretara los labios en respuesta—. Confíe en mi cuando le digo que la mejor forma será confrontándolo. No se preocupe, lograré hacerle cambiar de opinión.
Los duques se vieron temerosos. No tenían idea de lo que Agnes tramaba pero estaba seguro que desde ese día no habría paz en esa casa.
Agnes salió de la mansión junto con el duque—que había sido citado por medio de una carta—y se subieron al carruaje. Al llegar Agnes le dijo que ella entraría primero.
Respiró profundo, acomodó su saco y entró sin tocar la puerta. Al ver a Duncan sintió su pulso acelerarse pero no se acobardó. Se sentó frente al escritorio en espera de que hablara.
—¿Michael vino contigo?. Mandé una carta a su casa esta mañana.
La manera tan natural en la que hablaba le causó rabia. No había podido dormir pensando en todo lo ocurrido mientras él lucía fresco y tranquilo.
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AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)
Historical FictionAgnes tiene la misión de acabar con el Marqués de Susex. En el proceso adquiere la identidad de Sir Bruno de Kensie, un hombre huraño de negocios que es contratado como secretario por el duque de Sutherland, Lord Duncan Hamilton, un hombre amante de...