CAPÍTULO XIII

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Agnes salió de la casa y luego de hacerlo, exhaló todo el aire contenido y limpió las lágrimas que comenzaron a ceder.

Desde ese momento debía ir con todo y sin guardarse ninguna jugada. Ahora tenía que ocuparse de dos enemigos. A uno lo atacaba de frente y a otro lo atacaba indirectamente.

Conocía a Duncan, no se quedaría tranquilo hasta hacerla pagar y curar un poco su orgullo herido. Ella tampoco se quedaría atrás. Si él quería pelea, la tendría.

Se dirigió a la casa de su madre sabiendo que Duncan no tardaría en ir a la casa de Lady Margaret para pedir explicaciones. Ella no deseaba estar en ese momento.

Después  de maldecir y lanzar cosas a diestra y siniestra luego de haberse embriagado, Duncan se montó en su carruaje y ordenó que lo llevaran a casa de su madre a cinco cuadras de la suya.  Estaba recién amanecido y con una jaqueca terrible, eso no lo detuvo para ir a enfrentar a los duques de Aberdeen.

Entró hecho una furia. Los duques lo esperaban en el recibidor pacientemente desde hace tres horas.

—Madre. ¿Sabía esto?.

Margaret asintió cerrando sus ojos con pesar—. Si.

Retrocedió y se llevó la mano a la cabeza. Eran demasiadas puñaladas en la espalda para un solo día. Intentó irse pero su madre se levantó y le rogó que se quedara para escucharla.

—Agnes no tiene la culpa de lo que pasó— se calló apenas habló. Por décima vez desde que había ocurrido el problema, Michael tapó su rostro lamentándose.

—Agnes...— saboreó el nombre entre sus labios y sonrió—, con que así se llama esa bruja.

—No le digas así.

—¡¿La defiendes?!— la miró sin poder creerlo—. Claro. ¿Pero cómo no vas a defenderla?. Si la metiste en tu casa disfrazada de hombre ocultándole la verdad a tu único hijo. ¡Al que es sangre de tu sangre!.¿Sabe algo madre?. Será mejor que me diga que rayos está pasando o averiguaré la verdad yo mismo. Está más que claro que esas mujeres no son primas de Michael.

Margaret entrelazó sus manos nerviosa. No podía contarle toda la verdad a Duncan. Era una verdad que no le pertenecía. Así que le contó a medias lo que ocurría, omitiendo las partes de la verdadera identidad de Agnes.

—¡¿Cómo terminaste en una organización así?!— pregunto escandalizado—.¡¿Cómo permitiste semejante barbaridad, Michael?!.

—Para cuando me casé, tu madre ella ya era miembro— se justificó.

—Esa mujer es peligrosa, es una aberración para la sociedad. ¿Cómo pudiste ser partícipe de algo así, madre?.

—Lo que yo haga o deje de hacer no te compete, Duncan. Sólo te pido que mantengas buenas relaciones con Agnes. Al menos hasta que termine su trabajo y pueda irse.

Demasiado que asimilar. Apenas estaba digiriendo que el hombre con el que se había emborrachado y hablado de mujeres era la misma persona a la que le había hecho el amor en su mesa de billar.

—Así que realmente se irá— comentó meditabundo.

—Lo hará. Así que no interfieras en su trabajo y déjala en paz. Bastante has hecho ya.

Duncan asintió. A pesar de las explicaciones el dolor de verse burlado no cesó. Se había abierto a Agnes como amigo y como amante, algo que nunca había hecho con nadie.

Agnes le gustaba. Joder, que le encantaba toda la sensualidad que reflejaba. Pero saberla Bruno, había cambiado su perspectiva por completo de ella.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora