CAPÍTULO X

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Era de noche. Al llegar a Londres— específicamente a la casa de los duques de Aberdeen—lo primero que Agnes hizo fue ir a ver a Jasmine a su habitación. Le había pedido que le escribiera una carta al duque antes de irse simulando ser ella para citarlo en el cementerio de Highgate al norte de Londres una noche después de su llegada. Quería saber como le había ido y también quería contarle todo acerca de su viaje.

Lo había meditado mucho y había decidido decirle la verdad a Duncan. No jugaría con él sin importar lo promiscuo que fuese. Sabía que era un buen hombre y la entendería. Le daría la oportunidad de recuperar a su hijo. Estaba segura.

Cuando entró a la habitación vio a Jasmine asomada por la ventana, la joven se sobresalto al oír la puerta y sonrió coqueta al ver que se trataba de Agnes.

—¿Quién acaba de salir por la ventana?— preguntó con pereza.

—¿En serio quieres saberlo?— inquirió Jasmine dando saltitos para llegar hasta ella.

—No.

Se encogió de hombros—. Bien. Toma asiento y cuéntame cómo te fue en tu viaje.

Agnes se sentó al borde de la cama mientras Jasmine le quitaba la peluca. Comenzó a peinar su cabello tarareando una melodía.

Agnes se quitó la barba no muy segura de si contarle a Jasmine todo lo que había ocurrido. Escucharon unos ruidos provenientes del balcón y se giraron para ver de quien se trataba.

Ivy escaló por la misma sábana en que había escapado el amante de Jasmine, lanzó el saco que tenía en la mano para facilitar su subida y luego saltó el barandal.

—¿Quién era ese modelo escultural de los dioses que estaba escabulléndose por el jardín de los duques?¿Es el pordiosero que me contaste?. Porque si le cortas la cabeza y le dejas el resto, de pordiosero no le queda ni el rastro.

—¿Qué traes en esa bolsa, Ivy?— Agnes se levantó y colocó sus manos en la cintura.

—¡Agnes, volviste!— Ivy evadió su pregunta con un fuerte abrazo—. ¿Son cosas mías o estás más guapa?. Esa vestimenta de hombre te queda genial.

—¿Qué tres en la bolsa, Ivy?— volvió a preguntar.

—Nimiedades querida. Uno que otro collar sin valor— Agnes tapó su rostro y negó con la cabeza una y otra vez—. No te preocupes, estas son tuyas.

—¿Qué?.

—Las he tomado de la casa del Marqués de Susexx. Eres su esposa así que te pertenecen.

—Ya no soy su esposa, se casó con su amante ¿recuerdas?.

—Legalmente sigues siendo su esposa porque no estás muerta. Así que son tuyas— tomó el saco y se lo tendió—. Véndelas y con el dinero, cuando tengas a tu hijo podrás irte de aquí y darle una buena vida.

Agnes tomó el saco— Lo devolveré en cuanto pueda.

—Haz lo que quieras, ya la tomaste así que es tuya.

La puerta de la habitación volvió a abrirse y Agnes se puso en alerta. Se tranquilizó al ver que se trataba de Adele.

La gitana se quitó su capa y dejando ver su tocado gitano que consistían en unas bandas de colores azul y morado cruzados y encajados en la cabeza. Una falda —de tela de rayas— larga, que le llegaba hasta las pantorrillas y que escandalizarían a cualquier dama y una blusa suelta de color azul. Las chicas le tenían una benévola envidia por lucir colores tan vivo mostrando su piel trigueña y con el cabello negro suelto y abombado.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora