CAPÍTULO XXX (FINAL)

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Duncan salió de la inmensa mansión con las manos temblándole y la garganta seca. Se había vuelto loco al oír a Lord Abraham y casi lo mataba de no ser porque por primera vez dijo algo sensato en su vida.

“Puedes matarme luego, ahora sólo importa ella y mi hijo”.

Ni siquiera intentó confirmar si sus palabras eran reales o se dirigía a una trampa inminente, era tan impulsivo que no lo pensó cuando tomó su caballo sin importarle las habladurías.

—¿Dónde crees que puedan estar?.

Abraham se subió a su semental y frunció los labios lleno de molestia. Así como su padre tenía infiltrados para saber que hacía, él también tenía los suyos, no solo junto a su padre sino también junto a su esposa. Se alarmó al recibir la noticia de la desaparición de su hijo y cuando le avisaron del rapto de Agnes lo entendió todo. Su padre quería deshacerse de ambos, pero lo haría por encima de su cadáver.

Sacudió las riendas de su cabello y miró a Duncan con seriedad—. No te gustará la respuesta.

—¿Necesitan ayuda?.

Bari, Cristoph y Erick llegaban en sus caballos sorprendiendo a Duncan y hasta al mismo Abraham.

—¿Qué hacen aquí?.

—Una persona nos dijo que necesitarías de nuestra ayuda— expuso Bari imperturbable—. Por lo visto es cierto. Así que dinos, ¿qué debemos hacer?.

—No corran, por ningún motivo deben salir del corral, correr será el peor error— les advirtió a todo aquel que pudiese escucharla.

Sin embargo, el pánico y el miedo a la muerte nublan los sentidos del humano. Nadie la escuchó y para cuando abrieron las puertas, todo el mundo corrió como una estampida de búfalos.

Patrick y el niño se quedaron quietos junto a ella, ocultos detrás de la puerta. Los disparos comenzaron a resonar.

—¡¿Quién tendrá el honor de matar q un conde?!— escuchó la voz del marqués.

Uno de los hombres entró al establo para asegurarse que estaba vació, fue en ese momento en el que Agnes tomó su cabeza girándola con violencia y logrando que su cuello se rompiera.

Patrick tapó los ojos del pequeño mientras Agnes tomaba el arma del hombre y salía apuntando hacia todos lados.

Los que pagaban por cazar personas se habían dispersado, pero el resto de los hombres estaban allí. Agnes vio sus balas. Siete balas, doce hombres. Le disparó a los que tenía más lejos y noqueó a los que estaban a corta distancia con ayuda de Lord Beamount.

EL conde intentó encontrar al marqués pero este también se había ido. El establo había quedado desolado con tan solo los cuerpos inertes en el pasto. Todo a su alrededor era árboles.

—Debemos salir de aquí e ir por ayuda— dijo tomando todas las armas que podía y dándole una  al conde.

Agnes caminaba al frente y Patrick detrás de último, Jeremiah estaba en el medio siendo protegido por ambos. El sonido de la naturaleza se volvió una1 música tenebrosa para ellos. Era matar o morir.

Escuchó un crujido de las ramas y disparó en esa dirección, el cuerpo cayó casi al instante. Patrick y su hijo la observaron estupefactos.

—Debemos buscar un lugar para escondernos hasta que ya no le queden recursos o bien estén exhaustos. No pierdan la vista de nada— manifestó Agnes y observó a su hijo para verificar su estado.

Unos cinco disparos resonaron entre los árboles. ¿Qué clase de ser humano gozaba de acabar con la vida de otro? ¿Acaso esa persona no tenía humanidad?. No lograba entenderlo, no comprendía el por qué la maldad llegaba a niveles tan impensables, por qué entre humanos nos causábamos tango daño cuando debía ser justo lo contrario, debían ayudarse. Es que no podía concebir la idea de gozar de quitarle la vida a alguien por deporte. El raciocinio era lo que nos separaba de los animales y sin embargo, las personas actuaban peores que las bestias.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora