Capítulo XXVII

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¡TENGO INTERNET, DAMAS Y CABALLEROS! ¡EL INTERNET, HA VUELTO A MÍ!. Por esa razón les traigo este regalito y ya luego nos leemos el viernes con el resto de los capítulos y...¡el final!.

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—¿Está feliz, mi duquesa?— Duncan entró a la habitación de su esposa, caminando lentamente hacia ella y devorándola con una mirada hambrienta de deseo.

Agnes sonrió, sentada en la cama con un camisón blanco y su cabello largo y suelto, cayendo como una cascada por sobre su cuerpo que no tenía nada que envidiarle al mármol blanco.

—Lo estoy, mi duque— respondió con voz ronca.

La celebración había sido grata, fue como celebrar el festival anual y se llenó aún más de algarabía cuando la duquesa de Aberdeen anunció que tendría un hijo. Toda la velada fue amena, pero Duncan siempre estuvo ansioso de aquel momento; el tener a Agnes como su esposa bajo su lecho, el disfrutarla a toda ella siendo suya.

Era como un sueño y ella era como una diosa. Verla así, sin máscaras, sin mentiras y en todo su esplendor, lo desquició de ternura y anhelo.

Por su parte Agnes no podía dejar de pensar en lo guapo de era Duncan. Su torso estaba desnudo dejando ver sus brazos fuertes y sus abdominales trabajados, traía puesto sólo un pantalón de dormir y se hallaba descalzo, su cabello rubio caía sobre su rostro acentuando su gesto ensombrecido de lujuria.

Duncan acortó el camino hasta su amada con largas zancadas. Hundió sus dos manos en el colchón acorralándola y juntó sus labios ansiosos de probarlo. Agnes se estremeció al sentir el compás de sus labios, primero lentos y luego demandantes. Le correspondió con la misma vehemencia y fue ella quien introdujo su lengua en la boca del duque ansiosa de más y logrando que el soltara un gemido entrecortado.

—Por todos los cielos, amor mío, no sabes cuanto deseé tener así— musitó el duque contra sus labios, empujándola suavemente con su cuerpo para que cayera en el colchón y disfrutar más de ella—. Te amo tanto, mi Agnes— deslizó sus manos por el muslo de la pelinegra hasta tener contacto con su piel desnuda, se deshizo de la tela tan rápido como pudo y se alejó para admirarla, completamente desnuda, ambos se vieron con los ojos brillosos y se sonrieron—. Eres tan hermosa, no te merezco.

Agnes tomó su nuca y lo acercó a ella sin poder soportar la distancia entre ambos. Amaba demasiado a ese hombre, amaba sus caricias, sus palabras y sus actos.

—No digas eso. Ambos nos merecemos el uno al otro— dijo mirándolo a los ojos llenos de intensidad—. Ahora, hazme el amor, mi duque.

Duncan no se hizo de rogar y atacó sus labios mientras sus manos viajaban por todo el cuerpo de Agnes. Bajó su boca hasta su cuello y luego hasta su clavícula, acarició con su nariz todo el contorno hasta llegar a su hombro y besar la cicatriz de su duelo con una ternura que hizo estremecer a Agnes, quien arqueó la espalda queriendo que Duncan fuera más allá y la probara toda, su esposo entendió de inmediato las demandas del cuerpo excitado de su esposa y atrapó uno de sus pezones erectos con su lengua, lamiendo y succionando mientras bajaba su mano hasta su sexo y la acariciaba lentamente, alargando la placentera agonía de Agnes. Esta lo miró suplicante, pero el duque sólo le sonrió con malicia.

—Quiero escucharte gemir como en el río, mi amor, pero con mi nombre en tus labios— dijo sin dejar de acariciar su sexo, lento y pausado.

Agnes cerró sus ojos y sonrió, estaba demasiado excitada como para llevarle la contraria.

—Duncan…— susurró con la voz entrecortada deslizando sus manos por la espalda del duque y luego meterlas por su pantalón para tocar sus glúteos y apretarlos, ante aquel acto, Duncan pegó su pelvis a la de ella. Agnes soltó un gemido al sentir su bulto grande y duro contra su vulva—. Oh Duncan— dijo más alto al sentirlo pegarse más—, por favor.

—Me vuelves loco, mi ángel, pero oírte así me pone demente— dijo moviéndo su cadera en círculo contra ella—. Mira como me tienes; a tus pies— Agnes bajó su pantalón mientras el volvía poseer su boca y al quedar completamente desnudo y contra ella, la penetró con fuerza y separó sus labios para escuchar el grito de placer de su esposa.

—¡Duncan!— Agnes subió su cadera al sentirlo cada vez más dentro—.¡Oh, Duncan!— las arremetidas fueron cada vez más rápidas, Agnes subía y bajaba sus caderas abriendo su boca para poder contener las sensaciones mientras el duque apretaba sus glúteos por cada embestida que le daba, extasiado por verla de aquella forma.

Agnes estaba roja, con el cabello despeinado y sudorosa, pidiéndolo cada vez más. Acarició sus senos queriendo tocarla, no se cansaba de hacerlo, y tomó sus caderas para luego alzarla y penetrarla en su regazo, donde el pudiese sentirla y acariciarla por completo.

El vientre de Agnes explotó al sentirlo correrse dentro de ella, abrumada por las sensaciones incontenibles, se derrumbó en la cama, Duncan lo hizo con ella, le dio un beso casto en sus labios y luego uno en su frente. La atrajo hacia su pecho y la abrazó con fuerza.

Jamás se había sentido tan feliz y completo en su vida, era tan bueno que creía que era demasiado bueno para ser cierto así que la abrazó temiendo que en algún momento le arrebatasen la raíz de su felicidad.

—Te amo, Agnes. Dios mío, estoy demasiado enamorado de ti, ángel.
Agnes sonrió y se acurrucó más en su pecho, posando su cabeza cerca de su corazón y escuchando la rapidez de sus latidos.

—Yo también te amo, Duncan.

—No quiero que te pongas en riesgo, no soportaría que algo te pasara. Puedo ayudarte a recuperar a tu hijo, tú no tienes que hacer nada.

—Podemos hablar de eso en cualquier otro momento— dijo no queriendo arruinar el hermoso ambiente que ambos habían hecho. Agnes salvaría a su hijo sola, y no quería discutir aquello en ese instante—. Por ahora, quedémonos así un buen rato, disfrutando el uno del otro.

Duncan sonrió mientras deslizaba sus dedos por el brazo de su esposa, aspiró su aroma y luego suspiró.

—Este ha sido el mejor día de mi vida.

—¿Por qué tendrás un hermano?— bromeó Agnes.

Duncan blanqueó los ojos y la apretujó más a su cuerpo—. Porque me casé con la mujer que amo— Agnes sintió un revoloteo en su estómago al escucharlo—. Me hubiese gustado que mi padre estuviese aquí.

Agnes evitó tensarse ante sus palabras para que Duncan no notara lo turbada que se sintió al oír la mención de su padre. Hasta donde tenía entendido, era un golpeador y Lady Margaret lo había asesinado. Era como revivir su antigua vida.

—¿Lo apreciabas mucho?.

—Por supuesto, no lo veía demasiado porque siempre trabajaba y yo me mantenía en los internados. Pero amaba a mi padre, le tenía mucho respeto, era un gran hombre. Me entristece que no haya estado aquí.
La pelinegra lo abrazó con un nudo en la garganta intentando consolarlo.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora