CAPÍTULO XXV

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Se despertó apenas sintió el agua helada en su cara. Aquella estaba más helada que la primera.

Se levantó y apenas lo hizo una punzada atravesó su cabeza haciendo que cerrara los ojos del dolor.

Por un demonio, como le dolía. Sintió una cosa rara detrás y cuando se llevó la mano a la nuca siseó del dolor al tocar la herida.

¿Qué había pasado ayer?. Sólo recordaba hasta la séptima ronda de cervezas y de allí, tenía casi nada— para no decir nada— de recuerdos.

Otro poco de agua templada la empapó.

—¡¿Qué ray— se calló porque le dolía demasiado la cabeza.

—¿Dormiste bien, ángel?.

Alzó la mirada con los ojos entrecerrados, hasta los párpados le dolían. Observó a Duncan sonreírle mientras sostenía la cubeta. Lo miró con odio. ¿Cómo podía despertarla así?.

—¿Te volviste loco?— siseó llevándose las manos a la cabeza para apaciguar el pitido incesante.

Duncan la analizó tratando de ver si la pelinegra recordaba algo de lo sucedido pero al parecer no era así. Lucía más adolorida que afligida o arrepentida.

Ya Jasmine le había advertido que el alcohol era como un suero del olvido para Agnes. Lo lamentaba un poco, pero podía utilizar aquello a su favor.
Mantuvo la compostura, carraspeó y la miró enojado.

—No fui yo quien convenció a todas las mujeres de ir a una taberna, provocó una pelea y salió herido de un botellazo— espetó—. Pero yo soy el loco.

Agnes cerró sus ojos y maldijo internamente. ¿Ella había hecho eso?. No lo dudaba. La última vez que se había emborrachado incendió su habitación en el convento. Que vergüenza.

Aún así no iba a mostrarse arrepentida o dar su brazo a torcer. La dignidad estaba ante todo.

—Sólo hice lo mismo que ustedes. ¿Las mujeres no podemos beber?— dijo sin mirarlo a la cara.

—¡No!. ¡Mucho menos en tabernas de mala muerte!.

—No es tu problema lo que haga o deje de-¡Maldito desquiciado!— gritó cuando le aventó más agua fría a la cara.

—¡Tal vez tú no seas mi problema pero mis empleadas si lo son y las pusiste en un grave peligro, loca imprudente!— gritó sosteniendo con fuerza el balde y aventándole otro poco. Agnes se levantó amenazante y él se alejó espantado, usando el balde como escudo—. ¡Levántate, vístete y baja para explicarles a todos porque te disfrazas de hombre!— dijo huyendo hacia la puerta.

Lo observó estupefacta. ¡¿Se había exhibido la noche anterior frente a todos?!.

Duncan cerró la puerta dejando a Agnes con la boca abierta y sin saber qué hacer o decir. Se sobresaltó al  escuchar la puerta abrirse.

—¡Y no maldigas!— gritó Duncan  volviendo a asomar su torso  y segundos después dar un portazo.

El duque soltó el pomo y expulsó todo el aire que había contenido. Alzó la cabeza para ver a las dos mujeres que estaban frente a él, expectante.

—¿Qué tal lo hice?— susurró nervioso.
Su madre lo miró con una fina línea recta marcada en su boca negando una y otra vez. Su hijo no entendía nada de las mujeres.

  Los hombros de Duncan decayeron, pero su ánimo se renovó al ver como Jasmine aplaudía emocionada con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Espléndido!— exclamó en un susurro. Enganchó su brazo con el suyo y lo arrastró escaleras abajo—.¿Qué esplendido? ¡Magnífico!.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora